Marcos Antonio Rosales Pool, médico cubano residente en Perú contribuye a enfrentar la batalla contra el nuevo coronavirus Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 25/03/2020 | 12:13 pm
LIMA, Perú.— Desde la ventana el paisaje que se alcanza a ver es desolador. Parece una cuidad embrujada. Nada pasa. Demasiado silencio aturde. Incluso, la sensación se recrudece cuando llega el toque de queda a partir de las ocho de la noche hasta el otro día. Los que se atreven a salir, hasta para botar la basura, son apresados.
Así vive Lima desde hace más de una semana. Su gobierno declaró que sólo se puede salir a buscar suministros de primera necesidad y atención médica. La tristeza se agolpa en sus recodos, sobre todo en las zonas donde el hambre se amontona.
Una realidad que crece frente a los ojos de Marcos Antonio Rosales Pool, médico cubano y residente allí desde hace pocos meses, quien, como otros muchos profesionales formados en nuestro sistema de salud, no se ha cruzado de brazos y ha abierto las puertas de su consultorios para abrazar a quienes se contagian con una pandemia que no entiende de estatus social, modos de vida o credos.
«Tenemos un grupo en WhatsApp que se llama Médicos cubanos en el Perú, por donde comenzamos a intercambiar nuestro interés, tras conocer que se decretó el estado de emergencia, de sumarnos a la lucha contra el nuevo coronavirus porque estamos educados bajo los principios de solidaridad, internacionalismo, humanismo, integralidad, profesionalismo… El sistema de salud peruano no da abasto con los médicos que tiene, sobre todo en especialidades como Terapia Intensiva, y en nuestro grupo hay varios anestesiólogos, virólogos, especialistas de Higiene y Epidemiología, máster en enfermedades infecciosas, pediatras y médicos generales integrales, (MGI).
«En mi caso, estoy dispuesto a dejar mi consulta hasta que la crisis culmine para poder ayudar a los que verdaderamente me necesitan», dice quien no olvida lo aprendido en la Universidad de Ciencias Médicas de Santiago de Cuba.
Bastaron pocos cruces de información para que el colectivo aprobara la idea y este galeno de 30 años redactara la carta destinada al gobierno peruano, donde informa la disposición de esos cientos de hombres y mujeres para colaborar en la lucha contra la COVID-19, una enfermedad que mantiene en alerta a gran parte del orbe y en el núcleo andino se ha cargado unas cuántas víctimas.
«Antes de hacer oficial la misiva puse al tanto al Embajador de Cuba aquí, quien me sugirió que hiciera pública la solicitud en una entrevista que aparece en el sitio Convoca.pe. Hemos seguido en contacto con nuestra embajada e incluso se tramita que aquellos que aún no se han colegiado (no tienen los permisos para trabajar en este sistema de salud), puedan también sumarse», refiere.
La petición no demoró mucho en ser aceptara. Desde entonces, varios toques han hecho que la puerta del consultorio de Rosales Pool se abra como verdadero espacio de refugio y seguridad.
«Se reciben a las personas y se examinan en un lugar ventilado. Tenemos guantes y nasobucos. Se toma distancia del paciente y se ausculta de espalda para que no nos respire de frente. Además, se le hace una encuesta epidemiológica, como si fuera una entrevista, que nos permite conocer si es posible que tenga el virus. De ser así, se manda a buscar la ambulancia especializada para que sea examinado nuevamente y se traslada al hospital para aplicarle la prueba», acota.
Han pasado los meses y aún este santiaguero no se adapta a las diferencias entre ambas naciones. Vuelve una y otra vez a saborear en el recuerdo el café de sus pacientes del Consultorio 15, perteneciente al Policlínico Docente Josué País García, ubicado en el centro urbano Abel Santamaría de la Ciudad Heroína; a subir las empinadas calles pesquisando a embarazadas, ancianos y menores de un año de edad. Tantas nostalgias se agolpan con fuerza en tiempos de coronavirus.
«Me ha sucedido, sobre todo con pacientes de la clase obrera que saben que soy cubano y tienen mucha fe en nuestra medicina. Algunos se acercan con asiduidad a mi consultorio y al preguntar el costo, dicen que no tienen todo el dinero. Entonces los atiendo gratis, sobre todo cuando es una emergencia, o un niño, una persona mayor. Es muy difícil para mí negarle la atención a una persona que no tiene cómo pagar. No puedo permitir que alguien necesite de mi diagnóstico y que no lo reciba. Aunque ahora con el coronavirus, el gobierno brindó una suma de dinero significativa para el sistema de salud y no se está cobrando hospitalización, traslado, ingreso, insumos médicos ni alimentación a sospechosos y confirmados. Realmente se lo han tomado muy en serio, tanto así que se cerró las frontero al detectarse el tercer caso y se apresa a quienes circulan sin autorización o justificación por las calles», cuenta a través de su cuenta de WhatSapp.
Ha sido preciso la llegada de esta pandemia para que se borren un tanto las diferencias entre el sector público y privado, entre quienes tienen seguros para los hospitales y quienes pueden pagar los consultorios. Ha sido el pretexto perfecto para demostrar, una vez más, que Cuba salva.
«Los médicos peruanos están muy contentos con nuestra ayuda, inclusive en el propio grupo de WhatsApp hay varios que estudiaron en nuestro país y están dispuestos a sumarse al trabajo que en estos momentos estamos haciendo. En mi página personal de Facebook muchas personas han agradecido nuestro gesto. Al final, todos queremos detener la cadena de transmisión: el gobierno con sus medidas y el personal de salud salvando vidas», refiere.
Quienes llegan al consultorio del galeno Marcos Antonio Rosales Pool sienten de cerca la calidez de esta Isla. No sólo por el trato y su sentido de humanidad, sino por la bandera cubana que ondea en su brazo derecho, siempre como sostén cercano de quienes precisan de su savia.
«Aunque hoy viva lejos, me identifico con mi sistema de salud que es completamente gratuito y humanitario. Por tanto, es un orgullo que mi bata porte nuestra enseña para que sepan cuáles son mis orígenes, con raíces en los valores de la medicina cubana.
— En este momento tan complejo, ¿qué es lo que más extrañas de Cuba, tanto en lo profesional como en lo personal?
«Extraño la seguridad de que, aunque hay varios casos confirmados, se han tomado las medidas necesarias. Extraño la seguridad del sistema nacional de salud, porque si pasa algo están los recursos y medios necesarios para enfrentar hasta una epidemia de este tipo. Y en el plano familiar, extraño mucho a mi mamá y a mi hijo de 10 años, que se llama Marcos, como yo».
Esas añoranzas le estimulan cada mañana a aliviar el dolor de una nación que, desde hace varios meses, lo acuna, y hoy necesita de su formación integral como médico cubano.
Este galeno cubano abre las puertas de su consultorio para enfrentar a la Covid 19. Cortesía del entrevistado.