Un canguro huye despavorido Autor: The New York Times Publicado: 12/01/2020 | 12:22 am
Si redujéramos a cifras los incendios de Australia, las estadísticas pudieran ser catalogadas como catastróficas. Hasta el jueves 9 de enero, 27 personas habían fallecido y al menos cinco de ellas eran bomberos; en total, han ardido 6 000 000 de hectáreas en los seis estados, que equivaldría aproximadamente al 60 por ciento del territorio cubano.
Otros datos resultan también dolorosos: cerca de 480 millones de animales han muerto en Nueva Gales del Sur, la zona más afectada, estima el profesor Chris Dickman, de la Universidad de Sydney. «Es probable que la mortalidad real sea sustancialmente mayor que la estimada», dijo el alto centro de estudios en un comunicado citado por CNN.
Para pocos quedan dudas de que esta sea de las peores temporadas de incendios australiana, con terribles consecuencias para los ecosistemas del país y del planeta, tras cuatro meses entre llamas.
La causa inmediata es el clima: un fenómeno conocido como dipolo del Océano Índico (o, también, como el Niño indio) que ha propiciado un período de calor y sequía. Por supuesto, no es coincidencia que ocurra justamente ahora, cuando el calentamiento global se reafirma día a día como la gran tragedia de este siglo.
El año 2019 fue el segundo más cálido jamás registrado en el mundo y culminó un decenio récord en temperaturas, anunció el pasado miércoles el servicio europeo Copernicus.
Los datos publicados revelan que 2019 se situó solo 0,04 grados centígrados por detrás del año récord de 2016, cuando las temperaturas se vieron afectadas por un episodio especialmente intenso del fenómeno meteorológico El Niño, refirió AFP.
Los cinco años más cálidos jamás registrados fueron los que integran el último lustro, cuando el mercurio subió entre 1,1 y 1,2 grados respecto a la era preindustrial. El período de 2010-2019 fue también el decenio más cálido, según Copernicus, con temperaturas de 0,6 grados superiores al promedio del período 1981-2010.
«Es innegable que se trata de señales alarmantes», subrayó Jean-Noël Thépaut, director del Centro Europeo de Previsiones Meteorológicas a Medio Plazo.
Conforme a las previsiones de los meteorólogos, 2019 registró numerosos fenómenos extremos, de los cuales Australia es solo un ejemplo.
En diciembre, el humo en Sydney era tan malo que la calidad del aire superaba 11 veces el nivel peligroso. Y los cálculos son parciales. Investigadores de la Universidad de Sydney han calculado que mil millones de animales murieron en los incendios en todo el país. Esta cifra incluye mamíferos, aves y reptiles, pero no insectos o invertebrados.
«Es un acontecimiento monstruoso, en términos de la geografía y de la cantidad de animales afectados», explicó Dickman, quien lleva más de 30 años trabajando en el ámbito de la ecología, preservación y gestión de los mamíferos que habitan el territorio australiano.
El profesor recordó que la biodiversidad de Australia se ha ido reduciendo a lo largo de las últimas décadas y que el país tiene la tasa de extinción de mamíferos más alta del mundo. La situación se agrava en situaciones como la de ahora, que aceleran la extinción de una serie de especies.
Casi un tercio de los koalas en Nueva Gales del Sur pueden haber muerto en los incendios, y un tercio de su hábitat ha sido destruido, dijo al respecto la ministra federal australiana de Medio Ambiente, Sussan Ley.
Muchos de ellos fallecieron en Kangaroo Island, la tercera isla más grande de Australia, donde las autoridades recomendaron a los residentes de la localidad de Vivonne Bay refugiarse en campamentos asignados para protegerse del fuego que ha causado al menos dos muertos y ha quemado 160 000 hectáreas.
Los humos emitidos se detectaron hasta Argentina y Brasil, a más de 12 000 km al otro lado del Pacífico, según las agencias meteorológicas de estos países.
A pesar de un tiempo más frío y de las precipitaciones en algunas partes del este de Australia, decenas de incendios siguen fuera de control, mientras se espera una nueva ola de calor.
Todavía quedan quienes afirman que no existe tal cambio climático; sin embargo, las tristes imágenes con la que se despidió el año y se inició 2020 son una prueba fehaciente.