El promedio de edad de los lesionados es de 30 años y el 85 por ciento son hombres. Autor: EFE Publicado: 25/11/2019 | 10:35 pm
«Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, ciegos que ven, ciegos que, viendo, no ven».
José Saramago en Ensayo sobre la ceguera.
Chile llora sangre; no, rabia sangre. Chile despertó y salió a las calles y ha visto a su juventud abrir los ojos.
«Los quiero mirar a todos, con el único ojo que me queda», dijo Rodrigo Lagarini ante la Comisión de Derechos Humanos del Senado chileno. Rodrigo es estudiante, vive en Concepción y el 22 de octubre, en la quinta jornada de protestas, recibió el disparo de una bomba lacrimógena a menos de 20 metros de distancia por parte de las Fuerzas Especiales.
El impacto le provocó fracturas en el piso de la órbita ocular y un estallido del globo ocular, dejándolo ciego.
Ante legisladores y autoridades presentes en el Senado, que analizan el actuar policial durante las manifestaciones y las denuncias por violaciones de los derechos humanos, Rodrigo afirma: «Necesitamos un cambio». Él se mantiene en la lucha.
Cristian Bustos tiene 19 años y fue baleado por carabineros. Recibió cinco perdigones entre el cuello, el hombro, la cabeza y uno de sus ojos. Luego de ser baleado, fue brutalmente torturado por sus opresores por intentar defender a un señor mayor que era detenido en el centro de San Bernardo.
El 21 de octubre Cristopher Rodrigo, a la edad de 24, salió a las calles de Santiago a manifestarse contra la desigualdad en Chile. Un carabinero le disparó un balín a menos de cinco metros de distancia: perdió totalmente la visión en el ojo izquierdo.
Carlos Vivanco tiene 18 años. Con perdigones «me quisieron meter dolor, pena, arrepentimiento, miedo; pero siento que me hizo el efecto contrario: tengo más rabia que miedo; más odio que pena y es en contra de esas personas que están ahí afuera, disparando, mutilando a la gente», dice tras perder también la visión total en su ojo izquierdo. Estaba en las marchas y al comenzar la represión, mientras corría, le alcanzaron ocho balas de goma, incluida la que le causó la lesión ocular.
El derecho se salvó por poco: otro perdigón quedó incrustado en el lagrimal. Menos suerte tuvo Gustavo Gatica, un estudiante de 21 años que quedó al borde de la ceguera total tras ser herido.
«Estaba claro de lo que son capaces (de hacer), pero no pensé que tenían el permiso para disparar así, a lo carnicero», condenó Carlos desde el hospital.
Ariel Flores, de 24 años, quedó lesionado cuando protestaba pacíficamente junto a un grupo de amigos en Plaza Italia, el epicentro del estallido social y renombrado por los manifestantes como Plaza Dignidad. Recibió un perdigón desde un camión lanzaguas.
Por la cantidad de sangre que tuvo aquel 28 de octubre supo desde el principio que había perdido el ojo derecho: «Me sacaron una parte del globo ocular y me la rellenaron con silicona para no perder la forma y poder ponerme una prótesis en el futuro». Habla con enojo y asegura que «los carabineros siempre fueron agresivos, pero ahora están descontrolados».
Estas historias, recopiladas de medios de prensa y agencias internacionales, no son casuales. Desde el inicio de las protestas el 18 de octubre, más de 200 personas se han presentado con heridas oculares causadas por perdigones disparados por las fuerzas de seguridad del Gobierno de Sebastián Piñera, que ahora, en los colmos de las burlas, lanzó un programa gratuito de reparación ocular.
Llorar sangre
«No sé si ustedes han visto llorar por el único ojo que le queda a una persona que le ha estallado un globo ocular, llorar por el otro ojo, que también lo tiene dañado. Llorar sangre». Las palabras pertenecen a Alejandro Navarro, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara Alta chilena. Fue su pregunta a un grupo de funcionarios del Gobierno de Chile, incluyendo a los ministros de Defensa y del Interior.
La sesión del Senado responde a las continuas denuncias. Según el Instituto Nacional de Derechos Humanos, 197 personas han sufrido lesiones oculares, una cifra que ya puede haber aumentado.
En tanto, el Colegio Médico y la Sociedad Chilena de Oftalmología (Sochiof) alertaron que durante las primeras dos semanas de protestas casi 180 personas sufrieron una lesión severa en uno de sus ojos, de los cuales el 60 por ciento padeció una disminución significativa de la visión, mientras que casi el 30 quedó completamente ciego de ese ojo.
El presidente de la Sochiof, Dennis Cortés, detalló que el promedio de edad en los lesionados es 30 años y que el 85 por ciento son hombres.
Cerca del 30 por ciento ingresa con el globo ocular estallado, lo que significa que no hay ninguna posibilidad de recuperación visual en ese ojo, enfatizó el doctor.
La mayoría de los heridos reciben tratamiento en la Unidad de Trauma Ocular del Hospital del Salvador, donde la oftalmóloga Rosa Valsec comentó a EFE que «el número de traumas severos es impresionante. Llevo 15 años trabajando en este hospital y nunca había visto nada igual».
Explica que los proyectiles impactan con mucha fuerza, posiblemente por la corta distancia a la que son disparados, y generan una «brutal» destrucción, al punto que «muchos pacientes van a necesitar cuatro o cinco operaciones y rehabilitación intensa, porque cuando se pierde un ojo hay que reaprender las distancias y la orientación espacial».
Los ojos de un país
En su mayoría, las protestas en Chile son pacíficas. Sí, son las mayores desde la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), pero salvo algunos episodios, no hay violencia… por parte de los manifestantes.
Las asociaciones de derechos humanos han denunciado que las fuerzas de seguridad disparan de manera arbitraria. Actualmente, varias misiones internacionales se encuentran en el país investigando la represión y los abusos policiales.
«El número de heridos oculares es tal que a uno le hace pensar que es intencional. Los que reciben los balines no son los que provocan los incendios o los que saquean, son los que se manifiestan pacíficamente», advirtió este martes Ennio Vivaldi, rector de la estatal Universidad de Chile, a la que pertenecen muchos de los lesionados.
Quizá de los datos más drásticos es la comparación a nivel internacional. Un informe de la revista médica BMJ Open (que analizó más de 3 000 documentos con datos estadísticos sobre muertes, lesiones y discapacidad causados por «proyectiles de impacto cinético» entre 1990 y 2017 en siete regiones del mundo) concluyó que hubo en esos entornos más de 1 900 lesionados con balines y 261 padecieron lesiones oculares permanentes.
En un mes, Chile ha alcanzado casi la cifra de 27 años que incluye las estadísticas de Estados Unidos y algunas de las zonas más conflictivas del planeta, como Israel y los territorios palestinos, Irlanda del Norte y el sur de Asia.
Durante la sesión de la Comisión de Derechos Humanos, Navarro informó que algunos senadores presentaron recursos de amparo ante la Justicia contra el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, responsable político de los carabineros, la policía chilena acusada de cometer estos abusos, para prohibir el uso de estos proyectiles.
«El grado de daño que están causando los balines, los perdigones, no se contradice con el protocolo progresivo del uso de la fuerza», aseguró Navarro.
Pero Blumel se ha negado a reconocer la violencia como sistémica y causal: «Todas las situaciones muy dolorosas, muy lamentables, están siendo investigadas y denunciadas a la Fiscalía para que se resuelvan en sede penal, si es que efectivamente hay antecedentes que lo justifiquen».
«Vamos a exigir sanciones si es que hay acciones que son fuera del marco de la ley», condicionó el Ministro, que asumió el cargo a finales de octubre, tras el recambio ministerial ordenado por Piñera a poco tiempo de las protestas, a modo de solución ineficiente.
No obstante, no respondió al pedido de que se deje de usar este tipo de proyectiles para controlar las masivas manifestaciones que continúan en Chile.
Dos días después de esa sesión, el Ministro visitó, junto al Presidente, a un joven paramédico que sufrió una lesión ocular tras ser golpeado por un perdigón de goma.
En la misma línea, el titular de Justicia, Hernán Larraín, ha mantenido, al igual que Piñera, que se trata de «errores» y «excesos» que la ley juzgará, informa BBC.
No obstante, durante una entrevista radial, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, afirmó que «el número de personas con lesiones oculares es brutal» y agregó que «uno puede argumentar que en varias de esas lesiones desproporcionadas hay violación a los derechos humanos».
También la ministra de Cultura, Consuelo Valdés, reconoció recientemente que están ocurriendo algunas violaciones que «no son aceptables ni tienen justificación».
La ceguera de muchos ejecutivos no es opcional, tendrán que ver eventualmente. Las marchas siguen, con vendas en los ojos como denuncia y solidaridad. La Roja, apodo de la selección chilena de fútbol, canceló el juego de este martes contra Perú y jugadores de otras divisiones, al salir a la cancha, se taparon un ojo… porque Chile no llora, rabia.