Como el TIAR deja la puerta libre a una acción militar, eso representa una inyección de testosterona política. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 14/09/2019 | 08:01 pm
Como ya estamos acostumbrados, el recinto del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) fue nuevamente epicentro de violaciones al Derecho Internacional y de la soberanía venezolana. En esta oportunidad, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), o Tratado de Río, fue el punto principal en agenda.
El joven politólogo y periodista venezolano William Serafino publicó un artículo en Misión Verdad (13 Sep 2019), y Juventud Rebelde reproduce algunos fragmentos del extenso y revelador trabajo.
Breve historia y declive del TIAR
Este mecanismo multilateral, impuesto por Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, fue diseñado para el aseguramiento estratégico del «patio trasero» latinoamericano en aras de contrarrestar la influencia de la Unión Soviética. Plantea, en esencia, que un ataque armado contra un país latinoamericano será interpretado como una agresión contra todos los países de la región, lo cual habilita acciones de defensa colectiva (militar y diplomática) contra el país agresor.
Aunque su eje central yace en esa cláusula de defensa colectiva, el TIAR comprende una amplia gama de represalias económicas y diplomáticas para fortalecer la posición del país agredido.
Desde sus inicios, Washington utilizó el TIAR para dotar de «legalidad interamericana» a sus intervenciones en República Dominicana, Granada, Nicaragua y Panamá, pero entró en declive cuando en el marco de la Guerra de Malvinas (1982), el Gobierno militar de Argentina invocó dicho mecanismo para armar una coalición interamericana frente a Reino Unido.
El Gobierno de los Estados Unidos, manejado en aquel entonces por el presidente Ronald Reagan, optó por apoyar a Reino Unido.
El declive del TIAR tuvo su momento cumbre cuando, en 2012, Bolivia, Venezuela, Ecuador y Nicaragua abandonaron este tratado en el contexto de la 42 Asamblea General de la OEA.
Días antes de que la República Bolivariana de Venezuela hiciera efectiva su salida de la OEA a finales de abril pasado, el Consejo Permanente, en un movimiento catastrófico y violatorio de las leyes internacionales que rige la convivencia entre los Estados, reconoció al emisario de Guaidó, Gustavo Tarre Briceño, como «embajador» ante el organismo regional.
Agotada su capacidad de movilización en la calle y acosado por las críticas en redes sociales debido a los diálogos en Noruega, en julio Juan Guaidó se vio obligado a optar por una maniobra simbólica: reincorporar ilegalmente a Venezuela en el TIAR mediante la Asamblea Nacional en desacato.
El estancamiento del autoproclamado y la sólida resistencia del chavismo precipitaron la escalada de los halcones de la Casa Blanca. Empezó con el despliegue de aviones espía del Comando Sur surcando el espacio aéreo venezolano de forma ilegal, y concluyó el 5 de agosto con la promulgación de una Orden Ejecutiva (N° 13844) que oficializa el embargo integral a la economía venezolana.
La caída de Bolton
Obsesionado con su enfoque de «máxima presión», John Bolton acumuló en él solo todas las frustraciones de Trump y de la Casa Blanca por el fallido plan Guaidó.
El aparatoso despido del asesor de Seguridad Nacional incluyó un berrinche público y varios comentarios posteriores del jefe de la Casa Blanca. Trump indicó, al ser interrogado por la prensa en el Despacho Oval, que Bolton se había extralimitado con Venezuela. Luego de eso, afirmó que Bolton era un obstáculo para la virilidad del presidente, quien tenía una política mucho más dura que la del famoso halcón, según dijo.
Lo cierto es que el TIAR ya venía en camino. El enviado especial del Departamento de Estado, Elliott Abrams, preanunciaba hace algunos días que la activación de dicho mecanismo no implicaba una intervención militar. El recrudecimiento del conflicto colombiano en semanas recientes ofreció la ventana de oportunidad que se requería, y el expediente que relaciona falsamente al Gobierno con las FARC y el ELN, podía ser fácilmente movilizado.
La OEA hace nuevamente los deberes ¿a Marco Rubio?
Para pisar el acelerador, fue clave el senador de Florida Marco Rubio. No solo grabó un video para promocionar por redes sociales la urgencia de activar el TIAR, sino que delegó en su operador más cercano, Carlos Trujillo (embajador gringo ante la OEA), para empujar la sesión del Consejo Permanente en una dirección hostil. Este personalismo tiene olor a candidatura para remplazar a Bolton.
Y esto era bastante lógico: en el Sur de la Florida, los operadores del golpe se juegan su capital político en el devenir de los acontecimientos en Venezuela. Han prometido la cabeza de Maduro como principal oferta electoral de cara a la reelección de Trump.
Con estos movimientos previos, entraría en sesión el Consejo Permanente de la OEA con el punto del TIAR como principal en la agenda.
La propuesta para activar el instrumento fue introducida por el usurpador Gustavo Tarre.
El canciller de Colombia, Carlos Holmes Trujillo, acompañó esta apertura de telón acusando al Gobierno de Venezuela de apoyar a grupos armados colombianos.
Países como Bolivia, México, Uruguay, mostraron su rechazo a la propuesta y las violaciones del Derecho Internacional que implicaba no solo su aprobación, sino la presencia del usurpador Tarre.
Antes de votar la resolución entre los países firmantes del instrumento, Perú, Chile y Costa Rica intentaron incluir una enmienda que prohibiera el uso de la fuerza militar. Sin embargo, la enmienda fue rechazada por nueve países, y esto no cambió el voto de Chile, que lo hizo favorablemente.
Finalmente la resolución fue aprobada (dejando un conveniente vacío que no impugna el uso de la fuerza) por 11 países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, EE. UU., Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay y República Dominicana). Otras cinco naciones se abstuvieron (Trinidad y Tobago, Uruguay, Costa Rica, Panamá, Perú). El Departamento de Estado de EE. UU. aplaudió de pie el fin del evento, y el Gobierno venezolano calificó como una agresión la activación de este instrumento y afirmó que no reconoce ninguna decisión que derive del organismo.
La resolución aprobada establece que el órgano de consulta del tratado convocará una reunión de cancilleres para la segunda quincena de este mes, donde serán valoradas las opciones a tomar.
Sin embargo, el tono amenazante no logra encubrir un importante dato político que emanó de la jornada: los países que apuestan por una resolución violenta de la cuestión venezolana representan una minoría en la región.
Obviamente no faltó surrealismo durante la sesión. No solo porque se activó un instrumento obsoleto bajo el reconocimiento ilegal de un gobierno paralelo en Venezuela, sino por una razón más obvia: Venezuela no ha atacado militarmente a ningún país de la región, lo que convierte al TIAR en un instrumento caprichoso y eventualmente impráctico para Estados Unidos.
Pero a falta de solidez en los señalamientos, los medios de comunicación alineados a la estrategia de asedio contra Venezuela, han intensificado su rol como brazo político de la agresión. La alteración de un radiograma de la CEOFANB y el forjamiento de un documento del Sebin publicados recientemente por la revista Semana, constituyeron el falso positivo que otorgó verosimilitud a las denuncias de Carlos Holmes Trujillo y Gustavo Tarre.
Finalmente, ¿Hacia dónde va el TIAR?
La salida de Bolton, las recientes fotos que vinculan a Guaidó con grupos narcoparamilitares colombianos como Los Rastrojos, el estancamiento político del autoproclamado y la resistencia del chavismo, constituyen una mezcla explosiva que puede favorecer la ejecución de ideas dementes.
Las condiciones internacionales marcadas por la impugnación internacional al manejo de política exterior de Trump, hacen poco probable que la minoría regional de los leales a EEUU acompañen una expedición militar para ocupar a Venezuela. Parece, en cambio, tener mucho más que ver con Colombia que con el resto de los socios.
Hace pocos días, Mauricio Claver-Carone, director senior para el hemisferio occidental del Consejo Nacional de Seguridad, afirmó que la administración Trump apoyaría a Colombia en un eventual conflicto militar con Venezuela.
En consecuencia, parece que la mesa está servida para un falso positivo que le dé cuerpo físico al fake news lanzado desde Semana. La Asamblea General de Naciones Unidas en los días por venir podría ser la caja de resonancia para acompañar un nuevo ciclo de tensiones, amenazas y agresiones, utilizando los relatos que se acoplan al espacio: la «intervención humanitaria», la ocupación para «derrotar el terrorismo» y la «estabilización» de Estados fallidos. No faltará el complemento de que Maduro tiene un plan macabro con Rusia y China que «amenaza» la región.
Como es lógico, los halcones tienen el ego herido y piensan bajo presión. Como el TIAR deja la puerta libre a una acción militar, eso representa una inyección de testosterona política. Así volverán a hablar alto y duro, con las pistolas en la mano.