Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En Venezuela, una misión de Cubana cubana

Con más de 20 000 colaboradores trasladados durante el año y más de 5 000 movidos por su hermana Conviasa, nuestra aerolínea bandera hace honor al gentilicio que la nombra

Autor:

Enrique Milanés León

CARACAS.— Cada día de vuelo, en medio de la terminal dedicada al arribo y la salida de colaboradores cubanos en Venezuela, Juan Carlos Quintana Gorina parece un director de orquesta: son corales los aportes de muchos trabajadores que al final conseguirán, en la especial acústica de la pista, el agudísimo tono de los aviones bajo la batuta de este jovial ingeniero en aviación.

Quintana es el gerente general de Cubana de Aviación en Venezuela y una tarde de operaciones intercaló en su ajetreo la entrevista pendiente para decirles a las familias en Cuba cómo su empresa asegura el andar de miles de compatriotas por este puente solidario.

«Cubana de Aviación —explica— lleva más de 20 años radicada en este país hermano y tiene estructuras para atender su actividad comercial y para asegurar, con las mismas personas, los vuelos de colaboración. Porque nuestro equipo, conformado por 18 compañeros, tiene dos misiones principales: la garantía de los vuelos comerciales y la atención de los de colaboración».

Como en los cielos de Cuba, también aquí, en algún momento, el panorama fue tenso: en 2018, la compañía estuvo seis meses sin operar en Venezuela, de modo que cuando en diciembre de ese año restableció los vuelos se enfrascó en recuperar el severo atraso en la transportación de colaboradores.

«Una de las estrategias —relata el gerente general— fue ocupar también los asientos disponibles en nuestros vuelos comerciales. Ocupando con colaboradores esos asientos allí, más los vuelos diarios reabiertos en diciembre y enero, ya el 15 de febrero de 2019 habíamos recuperado el atraso de seis meses en la transportación de cooperantes».

Vencida esa meta, ahora hay dos vuelos semanales de colaboradores por Caracas, lunes y sábado, que en ida y vuelta transportan a unos 260 en cada día de vuelo. Por otro lado, han mantenido la práctica de ocupar, con internacionalistas, los asientos libres de los vuelos comerciales.

Un importante respaldo lo ha brindado Conviasa, la aerolínea bandera venezolana: «A finales de 2018 hicimos alianza con ellos, lo que ayudó a eliminar los atrasos. Conviasa ha continuado trabajando con nosotros, pero ahora desde Maracaibo y Barcelona, ciudades donde abrimos el movimiento de colaboradores, que para viajar a la Patria ya no tienen que trasladarse desde estados distantes al aeropuerto de Caracas. Tenemos buena comunicación con sus directivos y empleados que trabajan con nosotros y vamos a seguir desarrollando esa colaboración», amplía Quintana.

Orgulloso de su empresa, Quintana insiste en que Cubana ha hecho un gran esfuerzo para priorizar la transportación de los colaboradores. El resultado le da la razón: «En este año hemos movido a más de 20 000 colaboradores en nuestros vuelos. Estamos incluso un poco por encima de lo planificado, porque movimos el atraso de 2018. Y en los vuelos de Conviasa han viajado más de 5000 cooperantes por Maracaibo y Barcelona. La transportación va bien y sigue estable», sostiene el directivo.

El ingeniero Quintana tiene, como gerente, el compromiso del colaborador. Fotos: Enrique Milanés León

Al frente de una de las 11 misiones cubanas en Venezuela, Quintana se siente a la vez un colaborador y el gerente de la empresa que nos mueve a todos. ¿Qué valor da —pregunta el reportero— a que una empresa, Cubana cubana, apoye el sueño de llegar y partir de todos los internacionalistas?

—Es un reto que encaramos con mucha satisfacción. Tenemos el encargo estatal de atender los vuelos comerciales y los de los cooperantes y ponemos todo nuestro empeño en que los dos salgan bien y en que nuestros colaboradores estén satisfechos con el trato que les damos y el aseguramiento a esas operaciones que los traen aquí o los llevan a casa de vacaciones o de fin de misión.

Nueva misión de volar

En Cuba, el licenciado Yuri Grau Pérez dirige la residencia estudiantil de la Escuela Latinoamericana de Medicina, pero ahora, en su segunda misión en tierras venezolanas, tiene a su cargo una tarea «extraña» para él, que la cumple con plena satisfacción: jefe de grupo de trabajo en el aeropuerto, por parte de la Misión Médica.

«Por aquí viajan todos los colaboradores. Yo represento a la Misión Médica, pero también atiendo a otras misiones. Nuestra función es orientar a los colaboradores el mecanismo para viajar a la Patria. Nos reunimos con ellos antes del vuelo y les explicamos los procedimientos. Eso no se hace en ningún aeropuerto, pero siempre los alertamos para que no haya ninguna dificultad a la hora de abordar», afirma.

Yuri comenta que los colaboradores no son viajeros comunes ni frecuentes, por eso les da una información preliminar: tipo de vuelo, horarios de llegada, detalles del chequeo y salida del avión y la terminal de arribo en Cuba. También les explica los procederes establecidos, desde que llegan a la terminal hasta que completan el chequeo: peso del equipaje, prohibiciones, regulaciones aduanales…

Claro que prima el toque humano: «Al final de la reunión de vuelo que siempre hacemos felicitamos a los que cumplieron su misión; a los que van de vacaciones les deseamos feliz descanso, y a los que viajan por la muerte de un familiar o porque necesitan atención médica en la Patria, les damos atención diferenciada».

Así como se «remodela» cada día el trato, se mejoran las instalaciones. La terminal dedicada a la colaboración se renueva en iluminación, redes hidrosanitarias y ambiente general. En ese paisaje de afectos, Yuri Grau Pérez es como el amigo que recibe o el hermano que despide, y argumentos le sobran para hacerlo bien: «Cuando recibo a los colaboradores —señala— les explico que es una tarea linda. Es maravilloso estar en Venezuela; yo mismo me siento muy contento de que mi país me deje estar aquí y aportarle a este pueblo».

El licenciado Yuri Grau siente útil y hermosa su nueva misión en el aeropuerto. Fotos: Enrique Milanés León

Dos semblantes de viaje, una misma convicción

Rumbo a unas vacaciones que en su Santiago de Cuba no pueden ser más que felices, la doctora Deify Silva Torres confiesa al reportero que, como cubana, ella se siente más segura al volar en la compañía aérea de la Patria, «…por la atención que nos da, porque nos entendemos mejor y nos comunicamos de la mejor manera».

La doctora, que deja en otras manos cubanas, por un mes, su puesto en un CDI del estado de Lara, asegura que cualquier inquietud o duda para el viaje la despeja sin ningún tipo de problemas, en contacto directo, sin pena ni temor de ningún tipo. «Es positivo —agrega— y muy satisfactorio».

¿Qué habrá de común entre una misión de Cubana y la de una cubana doctora, como usted?

—Lo común es que salimos del país con un propósito similar: nosotros desde la salud, para brindar atención al pueblo venezolano; ellos, con sus tareas, son igual de internacionalistas. Todos representamos a Cuba y cumplimos con nuestro rol solidario.

Siendo la misma en altruismo, la historia de la enfermera granmense Lisbeth López López es diferente en detalles. A los cinco meses de iniciada su misión, ella viaja a Cuba para abrazar a los suyos tras perder allá a tres familiares; sin embargo, esa pena fue una prueba de amor de sus hermanos en Venezuela.

«Estoy agradecida —refiere— desde el primer momento en que, en el estado de Lara donde trabajo, se hizo el reporte del fallecimiento. Allí me dieron todo el apoyo y al llegar a Caracas enseguida me ubicaron en este vuelo, con garantía de regresar en diez días».

—¿Qué fuerza le da este apoyo para volver a terminar su misión?

—Muchísima fuerza. En el estado de ánimo que tengo todo es muy difícil, pero volveré para cumplir mi misión. Para ello tengo la motivación de seguir adelante, ayudando a los hermanos venezolanos a tener la salud garantizada, y de cumplir mi compromiso con nuestro país.

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