Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Francocuradores cubanos en Venezuela

Tras el intento de golpe que mostró al mundo el verdadero carácter de la oposición venezolana, los colaboradores cubanos enseñan sus poderosas armas de solidaridad 

 

Autor:

Enrique Milanés León

CARACAS, VENEZUELA.— Con la serenidad que le conozco de años, porque nacimos en la misma llanura camagüeyana, el doctor Élsido Quiñones Luis, coordinador de las misiones cubanas en el Distrito Capital, de Venezuela, asegura que los más de 2 000 colaboradores bajo su mando han trabajado con total normalidad esta semana en que la derecha lactante de la Casa Blanca intentó un golpe chapucero y los titulares de la prensa occidental coreaban que aquí se acababa el mundo.

El doctor Quiñones está orgulloso de sus colaboradores.

«Seguimos ofreciendo —relata— servicios de cirugía, oftalmología, consultas especializadas y de cuerpo de guardia, los ingresos…. Todos nuestros Centros de Diagnóstico Integral (CDI) tienen sus camas ocupadas».

En fin, que ninguna de las 46 instituciones de atención médica a cargo de nuestro personal en la demarcación cerró ni los cooperantes abandonaron su vida normal. Lejos de meterse en una concha de temor, siguieron sus deberes en habituales trabajos comunitarios integrados en los barrios. Para hacerlo con seguridad tienen su trabajo, su dignidad y un poderoso escudo: el aprecio del pueblo venezolano. Varias estampas lo dejan claro.

Las armas de Mayrobis 

Con apenas 31 años, el doctor Mayrobis Medina Almeida tiene 47 meses de misión en Venezuela y dirige a 60 colaboradores —50 de ellos, mujeres— en el CDI Ludovico Silva, de la parroquia Santa Rosalía. Mientras un puñado de traidores venezolanos apuntaba sus cañones a la gente en una avenida de Caracas, la «tropa» de Mayrobis buscaba ayudar al pueblo con servicios de laboratorio clínico y SUMA, ecografía, cirugía, ginecología, rehabilitación, terapia intensiva, hospitalización, oftalmología, óptica, rayos X y consulta de Medicina. Tal puntería tienen estos «francocuradores», que cada día atienden allí a unos 300 pacientes.

El doctor Mayrobis es un joven veterano en materia de solidaridad.

«Trabajamos en una comunidad muy chavista, que apoya al CDI desde los consejos comunales. Los colaboradores están tranquilos, en las residencias y en el trabajo, confiados en las decisiones de la coordinación del estado».

—¿Dónde radica la fuerza de los cubanos aquí?

—En atender al pueblo como lo hacemos; no tenemos otra arma. Lo nuestro es responder sus necesidades de salud y hacerles el bien. ¿Con qué? ¡Con medicina y buen trato!

Corazones contra hiperpresión imperial 

Melbis Durán Álvarez se graduó, se diplomó en Endoscopia y tuvo su estreno laboral en Venezuela. «Esto toca el corazón

—dice la joven—, porque te pone frente a las necesidades del pueblo venezolano y te multiplica la voluntad de ayudar. Colaborar aquí, ahora, representa mucho para mí porque me ha ayudado a madurar y a comparar».  

La doctora asegura que siempre estaremos al lado de este pueblo. «Cuando tuvieron —dice—, nos ayudaron muchísimo; nosotros los apoyaremos siempre. La medicina cubana no es la de las clínicas privadas que hay aquí; no es la del mercado, sino la de atender al necesitado».

—¿Cuánto calan las presiones imperiales para que abandonemos Venezuela?

—Vivimos su agudización. La misión cubana es joven, y los jóvenes siempre somos un punto sensible de ataque a la Revolución, en busca de desviar inteligencias y recursos humanos, pero no importa: nos quedaremos con la Revolución Bolivariana y con la nuestra, por fuerte que sea la presión.

¡Que siga la cosa…!

Esteban Marino Ugueto es un venezolano que vive en Antímano, un poco lejos de Santa Rosalía, pero, aquejado de hernia, dio «vueltas por varios hospitales» hasta que llegó al CDI Ludovico Silva y todo se hizo más rápido: «Para que tú veas: llegué y fue maravilloso. Enseguida el cirujano me dio la orden y ya estoy operado. Entré un poco nervioso, porque no sabía cómo era todo, pero salí excelente».

Esteban Marino está feliz de dar con los médicos cubanos.

Los planes de Esteban son reincorporarse a su humilde trabajo como buhonero, posibilidad que ya sabe a quién agradecer: «Dar con estos jóvenes ha sido maravilloso —afirma vidriando lágrimas venezolanas—, porque me vi bastante apreta’o y ya estoy bien. ¡Qué siga la cosa así!».

—¿Ratificaron o cambiaron su opinión sobre los cubanos?

—Ellos me han demostrado que son maravillosos. Llegué y me atendieron bien. Todo el tiempo no han hecho más que eso: preocuparse por mí.

Un «Pompeo» para Trump

En La Cantarina, céntrico punto de la gran Caracas donde radica la coordinación de nuestras misiones en el colindante estado de Miranda, el doctor Manuel Blanco Pego, que dirige desde allí a 2 400 cooperantes, comenta que el intento golpista se produjo cerca, pero que ni aun los 120 colaboradores que trabajan en la zona dejaron de hacerlo.

«Todos están bien, protegidos por las medidas establecidas por la Oficina de Atención a Misiones», asegura el doctor Blanco antes de comentar que quien diga que los 22 000 cubanos en Venezuela son militares minimiza el trabajo desinteresado de salud por los humildes.

El doctor Blanco no acepta que se tergiverse la labor de nuestro personal de salud en Venezuela.

—Caracterice entonces a sus reales uniformados… de batas blancas. 

—El 47 por ciento de los colaboradores de Miranda son jóvenes menores de 35 años, y el 65 por ciento, mujeres. Muchos recién graduados dan ejemplo de altruismo y responsabilidad porque siguen junto a los venezolanos y comparten sus dificultades sin desatender sus tareas.

—Por lo visto, la amenaza de Trump y Pompeo para que

la colaboración cubana deje Venezuela no funciona en Miranda…

—¡Al contrario, aquí el compromiso es mayor! Mientras más dura es la situación, mejor servicio damos, mayor sonrisa en los labios mostramos y más mano en el hombro ponemos.

Mensaje familiar 

A sus 30 años, el doctor Vladimir Iglesias Pérez, coordinador del Área de Salud Integral Comunitaria Humberto Fernández, en Petare, esboza un mensaje a su familia que puede servir a 22 000 hogares cubanos: «No se preocupen. Estaré aquí, pase lo que pase, pero no ha sucedido nada. Nuestro apoyo es dar salud y bienestar, y eso va bien».

Vladimir refiere que los 42 cubanos que dirige trabajan en una zona de alto antichavismo, pero que incluso los escuálidos frecuentan la instalación: «Algunos murmuran, pero se atienden aquí porque no pueden pagar una clínica particular. Con nosotros no les cuestan ni la consulta ni los exámenes, rehabilitación o medicamentos de ingreso. Al final, pese a su ideología, interactúan con la misión».

El coordinador de la ASIC explica el «método» solidario: «Mantenernos juntos y no rehusar una tarea ante ninguna situación. Cuando hay problemas no nos refugiamos en las viviendas sino que reforzamos el servicio y duplicamos la guardia médica. Nos protegemos, pero también los amigos solidarios venezolanos nos cuidan en las comunidades».

Educación de valientes 

No lejos del punto del fallido golpe vive y trabaja Rita María Rollán Estévez, analista SUMA en Miranda. «Ese día prestamos servicio al necesitado, confiados en que no nos iba a pasar nada. Tomamos precauciones, pero no hubo incidentes con la misión médica».

Así de serena, Rita María Rollán habla de sus dos misiones en Venezuela.

—¿Cuál es la clave de tanta serenidad?

—La confianza en nosotros mismos. Es mi segunda misión en Venezuela; antes viví problemas, pero esa confianza siempre me ha acompañado. La educación que me dieron me enseñó a ser valiente.

A dos meses de su fin de misión, Rita María habla de sus familiares: «Les doy aliento, les digo que estoy bien, que nuestro entorno es seguro. Sé que están orgullosos de mi resistencia, pero no tienen que preocuparse».

En ninguna circunstancia nuestros colaboradores han dejado sus puestos.

Fidel, siempre el jefe 

El técnico estadístico Alfredo Guerra Rodríguez considera que la presencia de su generación en Venezuela refleja cómo Cuba confía en sus muchachos. «Tenemos —agrega el guantanamero de 28 años— una educación rica; de la casa a la escuela nos inculcan cosas buenas para que resolvamos, bajo cualquier circunstancia, la misión que nos encomienden».

—Cuando tienes momentos difíciles, ¿cuál paradigma te ayuda?

—Cuando eso pasa, pienso primero en Fidel, en sus principios de vida y en el proceso revolucionario que encabezó. Es el legado que dejó a sus continuadores.

—¿Qué te manda a hacer Fidel en estos días?

—Que mantenga el aplomo, los principios éticos, la firmeza y la unidad; que busque la victoria… Fidel me dice que siga adelante, hasta lo último o hasta el último. 

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