Los médicos cubanos dejaron en Brasil una huella imborrable. Autor: Araquém Alcântara Publicado: 08/12/2018 | 06:40 pm
Sao Paolo, Brasil.— «No es posible que los niños todavía duerman con hambre, los ancianos sean desasistidos y las comunidades carezcan de un criterio médico, de una atención. Los cubanos demostraron aquí un nuevo modo de practicar la medicina. Lo percibí, sobre todo, cuando iban a ver a las personas enfermas y a dar esa atención. Eso es revolucionario».
Quien lo afirma categóricamente acompañó de cerca, cámara en mano, al programa Más Médicos en los lugares más remotos del gigante sudamericano. Entonces este hombre sabe, por su experiencia, que la salida de los profesionales de la Mayor de las Antillas de esa iniciativa crea «un vacío muy grande que será imposible de llenar por el Gobierno a pesar de todas sus convocatorias».
Araquém Alcántara.Foto Yuniel Labacena
El fotógrafo y periodista Araquém Alcántara, el autor del libro Más Médicos —presentado en 2015 por su editorial Terra Brasilis, y cuyas imágenes han circulado en el mundo luego de que Cuba decidiera no continuar participando en el Programa a partir de las declaraciones de Jair Bolsonaro—, dialogó con este diario sobre cómo en ese año recorrió 38 ciudades de 20 Estados de Brasil, buscando capturar la dimensión humana del proyecto, que dos años antes había comenzado en el país a propuesta de la presidenta Dilma Rousseff.
«Lo que más me marcó fueron las miradas. La cuestión del acercamiento, del tacto, de la conversación, del cariño, de médicos circulando por todos lados. Eran profesionales que no se quedaban solo detrás de la mesa, atendiendo a las personas en diez, 15 minutos; sino dedicados a escuchar, participando de cuestiones de la comunidad, involucrándose con el pueblo», asegura.
El comienzo, un amigo
Para llegar hasta la calle Visconde de Luz No. 171, en Vila Olimpia, donde tiene su pequeño taller Alcántara, hay que atravesar buena parte de la ciudad de Sao Paulo. Allí fue donde nos develó la historia que inspiró un amigo, luego del regreso del famoso fotógrafo de una expedición en el Pantanal —el humedal más grande del mundo, que cubre la parte más occidental de Brasil—, donde capturaba imágenes para un libro sobre el jaguar.
«El amigo y doctor Fausto Figueira de Melo Junior fue quien me convidó a hacer un viaje más largo por Brasil mostrando, sobre todo, la acción médica en áreas remotas, no solo donde estaban cubanos. Mi felicidad es crear bellezas, pero, sobre todo, repartirlas. Mi foto está hecha para provocar, para dar placer, inquietar. En ese contexto, percibí intuitivamente que estaba ante un bellísimo trabajo, por encima de cualquier posición partidista.
«Luego de un año de andanzas con la coordinación editorial de Éder Chiodetto, el diseño gráfico de Cristina Gur, y del compañero de viaje, Marcelo Delduque, al mando de los textos, publicamos el libro, que se agotó, y que ahora gana este momento histórico. Este triste momento histórico», reitera Alcántara, quien reconoce que la actual circulación de la obra demuestra que «las personas no están ciegas y que aún hay vida inteligente.
«Los reflejos negativos por la salida de los cubanos del Programa ya son notables. Son 700 municipios que nunca habían tenido médico y ahora vuelven a tener que improvisar con enfermeras. Es una pena, pero sobre todo un acto de lesa humanidad, en mi opinión, porque era necesario ver ese Programa más allá de las cuestiones políticas. Es una cuestión de humanismo.
«Con ese espíritu hice esta serie y está todo en el texto como demostración del amor de los médicos extranjeros a su trabajo. Brasil necesita aprender a ser patriota, ya que nuestra noción de ciudadanía es muy pequeña, y necesitamos efectivizar la fraternidad y repartir esa maravilla que es luchar para acabar con el hambre, con las carencias de un país que pocos conocen», señala.
Ejemplos vivos
Fueron muchas las historias que marcaron a Alcántara en sus andanzas, sobre todo casos de solidaridad en que el médico se acercó a los líderes y a las comunidades, como sucedió en Poco Redondo, un municipio en el estado de Sergipe, que tiene el peor índice de desarrollo humano. «Allí el doctor Sael, de la santería cubana, y Doña Josefa, líder de una comunidad quilombolay que hacía la mayoría de los partos, se unieron por medio de la espiritualidad y transformaron la atención, incluso la prevención en ese sitio, impartiendo charlas sobre sexualidad para los jóvenes.
«Otros casos, como por ejemplo el de una doctora en el Estado de Alagoas que descubrió la presencia de un gran índice de esquistosomiasis —una enfermedad aguda y crónica causada por gusanos parásitos— y se dedicó al saneamiento de la comunidad y logró disminuir el sufrimiento. Son ejemplos vivos, como también ver a un médico que iba por las calles, vestido de blanco, con su carpeta bajo el brazo, conversando y atendiendo a las personas.
«Fue una experiencia extraordinaria porque vi que es posible instaurar esa fraternidad, sobre todo por ser un deber del Estado. Creo que Brasil tiene muchas áreas donde no hay la presencia del Estado y allí reina la barbarie. Son, por ejemplo, lugares de la Amazonía en que el Estado no está presente y ahí la cosa no anda.
«Por eso es que el presidente electo Jair Bolsonaro y su administración son hostiles con los médicos cubanos, y la cuestión mayor es que los brasileños (tal vez ahora hay una minoría en ese aspecto), no quieren soltar su zona de confort en las grandes capitales e irse a la Amazonía. Ellos deberían hacer un gran gesto de humanidad, llevando a quienes no tienen condiciones el bienestar y el amparo de una atención médica», asegura.
Y agrega que es «necesario llenar inmediatamente las vacantes de esos miles de médicos que se van, ya sea con médicos brasileños o de cualquier otro país, pero el pueblo no puede quedar carente, mendigando para el Estado la atención básica. En Brasil entra Gobierno y sale Gobierno y no percibieron que todo está en la educación, en la salud, y en el cumplimiento de las leyes, de la Constitución».
En blanco y negro
A Alcántara se le ve satisfecho con su libro. Mientras conversamos lo toma una y otra vez en sus manos: lo hojea y explica en detalle cada foto y la historia que la acompaña. Entonces le pregunto si considera que ahí se muestra lo que realmente es el programa Más Médicos. La respuesta no tiene espera:
«Sí, la imagen es reveladora y más allá de estadísticas muestra la dimensión humana del Programa. No es comprobatoria de realidad ninguna, pero cuando se incluye en una narrativa el conjunto queda interesante, queda claro que, a partir de ese manifiesto humanista, el Programa tiene que continuar, pues Brasil carece de eso. Además, la fotografía en blanco y negro es noble, cruda, desnuda… no desvía la mirada. No quería hacer algo donde el multicolor pudiese perturbar la atención de la gente. Por eso hice un ensayo en blanco y negro para aproximarme más a la verdad.
«La fotografía es un lenguaje que está muy ligado a lo lúdico, al placer, a la belleza, pero también puede ser un fuerte instrumento de testimonio social, de aclaración, de traer la luz; una posibilidad política e ideológica del fotógrafo para decir lo que piensa, lo que cree, aquello con lo que se revuelve. El fotógrafo puede, con su trabajo, mostrar las molestias, los errores, las actitudes inhumanas. La fotografía es un poderoso instrumento para mostrar la verdad y tratar de hacer justicia», afirma.
Quizá por eso el renombrado fotógrafo —quien tiene publicadas más de 50 obras de fotografía, muchas de estas sobre la exuberante flora y fauna brasileñas —considera su libro de 2015 un manifiesto humanista y al Más Médicos «un programa revolucionario de atención a la salud. Eso he visto con mis propios ojos. Esa es la función del periodista y del fotógrafo, ser testigo ocular. Este libro es un testigo ocular de algo que necesita continuar. Espero que la gente trate de acercarse a él, porque allí está una historia brasileña, un manifiesto humanista».