Cuando el 11 de noviembre de 1975 Angola dijo basta a la dominación portuguesa, inició una nueva etapa en su lucha por la independencia y el desarrollo. Atrás quedaban colonialismo y esclavitud, pero aún faltaban guerras civiles, invasiones extranjeras, alianzas hermanas e incluso, enfrentamientos al apartheid.
Por ello, comprender el lugar que ocupa hoy día esta nación dentro del panorama de África y del mundo abarca mucho más que conocer fechas y datos. Significa también, adentrarse en sucesos que ayudaron en gran medida a configurar el actual mapa político y económico del continente.
Ahondando solo en una pequeña parte de los hechos, es posible, por ejemplo, señalar que la emancipación del yugo portugués —liderada por el primer presidente Agostinho Neto y el Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA)— dio fuerzas a otros grupos similares en la región, como la SWAPO (Organización del Pueblo de África Sudoccidental) en Namibia y el Congreso Nacional Africano en Sudáfrica, ambos opositores a la dominación racista sudafricana.
Le siguieron el enfrentamiento a los regímenes de Zaire y Sudáfrica, al FNLA (Frente Nacional para la Liberación de Angola) y la UNITA (Unión Nacional por la Liberación Total de Angola) de Jonas Savimbi, grupos armado que respondían a los intereses de Occidente y del neocolonialismo.
En esas escenas de lucha por la liberación quedó para siempre impreso en la memoria el sacrificio de una pequeña nación caribeña iniciado con la Operación Carlota.
Los combates de Cuito Cuanavale y Cangamba, entre otros, integran fragmentos imprescindibles de la historia de toda África, no solo porque influyeron decisivamente en la expulsión de las tropas invasoras —ya fueran de Zaire o de Sudáfrica y sus mercenarios— de tierras angolanas, sino porque, fruto de estas victorias, Namibia pudo ser libre y el régimen segregacionista sudafricano recibió una fuerte estocada.
«Cuito Cuanavale fue el viraje para la lucha de liberación de mi continente y de mi pueblo del flagelo del apartheid», afirmó al respecto el fallecido líder sudafricano Nelson Mandela.
Pero no fue hasta 2002 que se le puso punto final a la guerra civil interna y los enfrentamientos, con las negociaciones entre la MPLA y la UNITA. Se abrió así, un nuevo escenario para alcanzar resultados económicos, políticos y sociales de alta relevancia mundial.
La explotación de petróleo y la distribución de los ingresos derivados de la rentabilidad de otros recursos naturales, como gas natural, diamantes y minerales, han posicionado al país austral como uno de los más pudientes de África.
Además, en muchos sectores claves de la economía, Angola posee beneficios de transporte y de muchos productos básicos necesarios para el desarrollo industrial, agrícola y del sector de servicios, muy por encima de las economías occidentales.
De igual forma, la lucha contra la inflación constituye uno de los éxitos del Gobierno de José Eduardo Dos Santos en los últimos años. Una política monetaria restrictiva, junto con una política cambiaria apropiada, dirigida a mantener estable el canje entre el dólar y el kwanza —la moneda nacional—, ha resultado fundamental. Como resultado se logró pasar de una inflación del 102 por ciento existente en 2002 a los diez puntos porcentuales en 2007. Luego de la fecha, las cifras se han mantenido estables.
Y así, como dijera con absoluta previsión Fidel en 1980: «Angola prospera, Angola triunfa, Angola avanza, y la victoria de Angola será absolutamente cierta».
Actualmente ocupa el puesto 60 de 192 por volumen de PIB y ha logrado hacerle frente a la crisis económica y financiera mundial. El secretario ejecutivo de la Comisión Económica para África de las Naciones Unidas, Carlos López, dijo en julio de 2014 que su economía es una de las más florecientes a nivel internacional y sigue creciendo de forma considerable. ¿Sería incluso posible hablar de un renacer angolano, como lo tuvieron Vietnam y otros Estados asiáticos? Por supuesto, hay mucho camino por recorrer y, como dije al principio, solamente fechas y datos no bastan.
Por lo que ahora, a 40 años de su soberanía y con una larga trayectoria posterior, mucho ha contribuido la nación africana a su continente: en la independencia, la defensa de los derechos humanos, la igualdad racial y en el crecimiento económico del país, que repercute en el desarrollo de la región.
Todavía falta trabajo, en especial en el marco de la defensa de las mujeres, de los índices de mortalidad y de la cooperación con las naciones vecinas. Sin embargo, en este aniversario, podemos retomar las palabras dichas en 2008 por el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Asunción Afonso dos Anjos: «Estas grandes conquistas, conseguidas en tan poco tiempo, llenan a todos los angolanos de orgullo y consolidan su confianza en el futuro».