Shanghái, una ciudad futurista. Autor: Xinhua Publicado: 21/09/2017 | 05:52 pm
SHANGHAI.— Con más de 24 millones de habitantes no por casualidad Shanghai se ha convertido en símbolo de la nueva China. Quizá ningún otro territorio del gigante asiático ha cambiado tanto desde la Reforma y Apertura iniciada por las autoridades chinas en 1978, ni ha crecido seguramente como esta urbe desde que se inició la estrategia de desarrollo del distrito de Pudong, hoy reconocido como el espejo de la modernidad.
Si en 1949 Shanghái cubría un área de 636,18 kilómetros cuadrados, al término de 2013 la expansión cubría 6 340,5 km cuadrados, el 0,06 por ciento del territorio chino. Pero no es la magnificencia de la megaciudad erigida como centro económico-financiero del país lo que más impresiona, aunque lo logra. El cambio de mentalidad visible en la proyección de quienes habitan Shanghái supera todas las expectativas y marca diferencias con relación a otros. Tampoco es casualidad que esta haya sido la elección para la sede del Nuevo Banco de Desarrollo recién lanzado por el grupo Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica) en su VI Cumbre en Fortaleza, Brasil.
Cuando a escasas horas del inicio de la reunión de los países emergentes, reporteros latinoamericanos aquí indagaban sobre la capacidad de Shanghái para esa encomienda, Fu Jihong, vicedirector de Asuntos Exteriores de la municipalidad, aseguraba que el Banco tendría todo el apoyo de las autoridades.
«El sector financiero siempre ha sido una prioridad para Shanghái y en ese sentido mucho hemos avanzado», explicó a los periodistas.
Según el funcionario, los sectores priorizados en Shanghái son la manufactura, los servicios, que ya aportan el 60 por ciento de su Producto Interno Bruto; la biomedicina, el turismo, las exposiciones y consultorías financieras.
En Shanghái se celebró recientemente una exposición de robótica.
A su juicio, las áreas donde más podría aportar el municipio especial serían, precisamente, la manufactura y la construcción.
La moderna arquitectura de la ciudad y el movimiento constructivo, al igual que en toda China, apuntan al rápido crecimiento en todos los indicadores económicos. Shanghái aporta el 14 por ciento del presupuesto nacional. Para las autoridades resulta esencial la profundización de la reforma, el desarrollo y la estabilidad.
Los aportes y resultados de Shanghái se suman al interés chino de mostrar la importancia que conceden a su ascenso pacífico y al logro de sus metas sin que el mundo la vea como una amenaza, porque China quiere contribuir al equilibrio planetario.
Con 16 distritos y un condado, según el buró de estadísticas de la municipalidad, Shanghái lleva adelante una estrategia de desarrollo estable y lo hace desde la experimentación y la aplicación de políticas piloto que luego, en dependencia del éxito, podrían ser generalizadas. La Zona de Libre Comercio Experimental da cuenta de la visión de las autoridades en este sentido. Al cierre de 2013, se habían registrado 3 633 empresas, de ellas 228 extranjeras.
El «fenómeno Shanghái» podría ilustrarse, por ejemplo, con el desarrollo de la Corporación Comercial de Aviones de China (Commercial Aircraf Cooporation of China-Comac).
Los modelos de los aviones de Comac ya han pasado todas las pruebas.
La empresa, que ha identificado sus potencialidades en un mercado creciente por la capacidad y movilidad de viajeros, comenzó a desarrollar naves para la transportación de pasajeros.
Fundada en 2008 con las características actuales, aunque las primeras plantas datan de 1950, a esta altura ya están en fase experimental el C919 y el ARJ21, dos modelos totalmente chinos.
Con una autonomía de más de 4 075 y 5 555 kilómetros y capacidad para 158 a 168 asientos, el C919 ya ha pasado todas las pruebas y están listos seis aviones para una primera fase experimental de explotación. Mientras, el ARJ21, que puede volar entre 2 225 y 3 700 kilómetros con posibilidad para 78 a 90 pasajeros, espera obtener este año la certificación de la Administración de Aviación Civil de China y con ello dar un paso más en el camino para su salida al mercado.
No solo se trata de los edificios rascacielos, los dos aeropuertos internacionales, nueve puentes y 12 canales sobre el famoso río Huangpu, las 14 líneas de metro que transportan diariamente como promedio más de seis millones de personas; también la línea de producción de aviones de pasajeros supone un paso más en la autonomía tanto de la ciudad como del país.
La celebración en 2010 de la Exposición Universal en esa ciudad china no fue un hecho fortuito y sí un reconocimiento mundial al desarrollo de Shanghái y de China, más allá de los contrastes y de lo mucho que falta para que el interior del país logre similares niveles de crecimiento. En este sentido trabajan las autoridades chinas, un tema reconocido al más alto nivel y que constituye otra apuesta clave para el futuro.
Un breve recorrido nocturno por la calle Nanjing apunta sobre todo a esa proyección distinta de los habitantes de Shanghái. No solo porque los comercios y luces refuerzan la idea de desarrollo o movimiento, sino porque pareciera que desde esos predios los chinos estuvieran más cerca de conseguir sus sueños. Conviven en armonía los grandes centros y los pequeños negocios de barrio, y aunque ciertamente esta es la ciudad más cara de China, también tiene los mayores ingresos per cápita, unos 10 000 dólares anuales, según explicó el dirigente chino a los periodistas.
Intensa vida nocturna en la calle Nanjing.
Para cuando pensaba que nada de China podría impresionarme, asomarme por unas horas al centro económico y financiero, cambió la perspectiva. El ascenso a la Perla del Oriente, con sus 468 metros de altura, la vista desde uno de los símbolos de la ciudad puso bajo mis pies la mayoría de los grandes edificios. Después no hubo más remedio que poner cara de asombro.
Si Beijing, como capital y centro político, ofreció una idea de los logros en los últimos años y Xian nos abrió las puertas a sus planes de convertirse en una gran ciudad entre la modernidad y sus riquezas culturales ancestrales, Shanghái mostró lo que quiere China para todo el país.
Aunque tome tiempo, los últimos 20 años de esta urbe demuestran que es posible y más rápido de lo que muchos suponían. La megametrópoli anuncia que las estrategias funcionan, que los chinos hallaron su camino para el desarrollo. Al tiempo que ajustan la realidad a su modo y visiones, perfeccionan los logros y avanzan hacia metas mayores.