Las heridas de aquella desigual guerra aún persisten en la memoria de los veteranos. Autor: Kaloian Santos Cabrera Publicado: 21/09/2017 | 05:15 pm
Los medios británicos resaltan la noticia desde hace varios días. Según la agencia Reuters, la empresa británica Falkland Oil and Gas (FOGL) reveló que mantiene diálogo con potenciales socios para buscar petróleo y gas en las Islas Malvinas y anunció la llegada de otra plataforma perforadora al archipiélago a fines de enero del 2012, la cual tiene previsto perforar dos pozos para la compañía Borders & Southern, otra petrolera de exploración británica, y dos pozos para FOGL.
Se violenta otra vez la soberanía argentina sobre ese archipiélago.
Con este nuevo desembarco, las islas podrían convertirse en una zona productora de crudo luego que Rockhopper, junto a las también empresas británicas Desire Petroleum y FOGL iniciaran en febrero de 2010 una campaña de prospección petrolera en el mar argentino, y desde entonces preconizaron que, si había éxito, perforarían más pozos. Dicho y hecho.
Desde que a inicios del año pasado, era evidente que Londres pisoteaba la Resolución 3149 de la ONU, la cual llama a países que tengan territorios en disputa a no innovar sobre el área en discusión hasta tanto esta sea resuelta, el Gobierno británico se estrelló contra el duro rechazo argentino a que un país extraño hurgue bajos sus aguas y perfore sus arrecifes para engordar sus arcas.
La presidenta Cristina no dudó entonces en llevar el rechazo a altos foros internacionales y de inmediato firmó un decreto con el cual dispuso que los buques que quieran transportar cualquier tipo de mercancía en los alrededores de las Islas Malvinas, deberán pedir autorización a la Casa Rosada.
El reclamo argentino de soberanía sobre las islas se mantendrá.
En opinión de María Fernanda Cañás, subdirectora general de Malvinas y Atlántico Sur de la Cancillería argentina, «el sentimiento de pertenencia y la convicción de que las Malvinas son parte de su historia y su geografía, está arraigado en el sentimiento de los argentinos, independientemente del credo político que profesen. Es un mandato constitucional que los convoca a no cejar en el reclamo que, por más de un siglo, estuvo circunscrito al ámbito bilateral, pero que hace unos años ha alcanzado una dimensión internacional».
Entre logros, un asunto pendiente
Recién el pueblo argentino ha escrito una nueva página en su historia. Por primera vez en ese país un proyecto político ha sido sometido a elecciones por tercera ocasión consecutiva y ha resultado victorioso.
Después de arrasar en las urnas para una segunda vuelta el pasado 22 de octubre, el Frente para la Victoria, liderado por Cristina Fernández, se renovó en el poder para dar continuidad a un Gobierno iniciado en 2003 por su esposo, el fallecido Néstor Kirchner, quien devolvió al país una necesaria y merecida democracia perdida luego de largos y dolorosos años de cruenta dictadura militar y una profunda crisis económico-social.
La líder del Frente para la Victoria, que logró la reelección con cerca del 54,11 por ciento de los votos, inauguró ayer, precisamente, este segundo mandato, con logros significativos para la nación.
Según ella misma expusiera en la más reciente Asamblea General de la ONU, en septiembre pasado, en los últimos años Argentina ha reestructurado su enorme deuda y ha aumentado los dividendos que se invierten en educación y otros fines sociales. En la actualidad, agregó, la nación austral lidera en índices de crecimiento económico a los países de la región.
Pero para el proyecto de los Kirchner, que desde sus inicios ha contribuido fervientemente a la integración latinoamericana y puesto sobre la mesa las cartas para continuar levantando un país que ya decidió su rumbo, un doloroso puntillazo sigue latiendo sin que, hasta el momento, se vislumbre un final justo y exitoso.
Argentina mantiene su rechazo a la ocupación por el Reino Unido de las Islas Malvinas y reclama la devolución del ejercicio efectivo de su soberanía.
Desde 1833, cuando la nación europea irrumpió en las islas y usurpó su autoridad, Buenos Aires ha transitado por el camino de la diplomacia y ha recibido, en cambio, la negativa por respuesta.
Hace 178 años que se llevó a cabo la ocupación británica de esa porción de tierra ubicada en el Atlántico Sur, y a partir de entonces desde Londres han llovido las afrentas para, alegando una ilegal jurisdicción sobre las Malvinas, humillar a la nación austral e incluso saquear sus riquezas hidrocarburíferas para beneficio propio.
Deuda histórica y dolorosa
El reclamo argentino está plasmado en diez resoluciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de instituciones regionales como la Unión Suramericana de Naciones (UNASUR), el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Cumbre de América Latina y el Caribe (CALC), entre muchas otras instancias regionales e internacionales, recuerda María Fernanda Cañás.
«Nunca consentimos su despojo y hemos estado dispuestos, siempre, a la negociación bilateral para poner fin a esa vergonzosa, anacrónica e ilegal usurpación colonial. Londres ha sido invitado en múltiples ocasiones a conversar pacíficamente acerca de la disputa sobre los 12 173 kilómetros cuadrados que conforman las Malvinas, Sandwich del Sur y Georgias del Sur».
Cañás impartió clases de español a los habitantes de ese territorio en disputa a mediados de la década del 70, acción que —dijo— constituyó una muestra de los intentos de Buenos Aires para lograr un acercamiento con la nación colonizadora.
Pero nada se ha logrado. Según comenta, a los argentinos se les tiene prohibido hacer vida en las islas. No pueden ir, establecerse, trabajar o comprar tierras.
La población que allí habita hoy está formada por alrededor de 2 500 británicos, descendientes de aquellos primeros hombres y mujeres que el Reino Unido, en 1845, trajo a vivir a las islas, luego de desalojar a sus habitantes y a su Gobierno en 1833. Y es a ellos, justamente, a quienes la metrópoli usa como argumento para considerar ese territorio como suyo, alegando que el derecho a la autodeterminación de los isleños es prioritario sobre cualquier reclamación argentina.
Mientras, Buenos Aires sustenta sus derechos sobre las islas en base a las consideraciones geográficas, históricas y jurídicas que le asisten, agregó Cañás.
Respaldo foráneo
Otro de los motivos por los cuales Argentina hace de esta una política central, tiene que ver con la conciencia adquirida acerca de la trascendencia de una resolución pacífica y justa del conflicto de soberanía, a fin de garantizar la invulnerabilidad de América Latina y el Caribe.
Y aunque este camino se interrumpió en 1982 —recuerda la subdirectora general de Malvinas y Atlántico Sur de la Cancillería argentina—, cuando la feroz dictadura agónica sumió al país en una absurda guerra que costó la vida de cientos de sus hijos, la nación sudamericana sigue apostando por el diálogo como el más adecuado y eficaz método de solución de los conflictos.
Han sido 178 años de «reclamos pacientes», en los que Argentina se ha sentido protegida y apoyada por toda la región y buena parte del mundo. En el caso específico de Cuba, María Fernanda hace un aparte y refiere que el respaldo brindado por la Isla «ha sido incondicional y es altamente valorado y agradecido por Argentina».
Ahora, con la reciente creación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), donde convergen las agendas de la mayoría de las organizaciones regionales, el tema de las Malvinas encontrará espacio seguro en las discusiones de este foro.
«Definitivamente el apoyo de este organismo tan especial, que no contará con la presencia de Estados Unidos, va a dar un impulso altamente significativo. Es el peso de muchos países, de toda la América Latina con el Caribe, y es casi la culminación de todos estos procesos de regionalización y unión», acotó la funcionaria.
Un avance significativo en el tema lo dará el nuevo mandato que el próximo 10 de diciembre inaugura la presidenta Cristina Fernández. «La restitución y recuperación del ejercicio efectivo de la soberanía sigue estando en el mandato constitucional. La aplicación de eso y la búsqueda de la solución seguirá en la agenda gubernamental argentina, ahora con nuevos aires», asegura Cañás.
No obstante, acotó que «seguiremos acudiendo a todos los foros bajo la voluntad de hacer valer el Derecho Internacional y la solución pacífica del conflicto. No nos podemos permitir que el tema se duerma. El reclamo hay que mantenerlo vigente, hay que actuar. Nos asiste el derecho, nos respalda la historia».