Por increíble que parezca, Cuba, una nación que tanto puede mostrar en materia de desarrollo social y que ha tenido siempre al ser humano en el centro de su gestión, fue excluida en el año 2010 del Informe de Desarrollo Humano de la ONU.
Ese es el antecedente inmediato del proyecto de decisión presentado por la Isla y que fue aprobado la semana pasada con el consenso de todos los miembros de la Junta Ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y del Fondo de Población (FNUAP), con el fin de mejorar la objetividad y credibilidad del proceso de elaboración del Informe de Desarrollo Humano.
Tal acompañamiento en una instancia donde están 36 naciones, no solo fue relevante porque ratificó el prestigio de que goza la Isla. Además, demostró que, con Cuba, muchos países comparten preocupaciones por lo que sin duda constituye una manipulación que politiza la elaboración del documento.
No se trata de cualquier lista: hablamos de un informe de referencia mundial que se emite anualmente para medir en qué nivel se encuentran los países en su proceso de desarrollo humano. Por tanto, es seguido con interés en todas las capitales del orbe.
Tecnicismos, uso de fuentes políticamente tendenciosas y descalificadas en otras instancias de la ONU como la organización Freedom House —que ha sido parte de la campaña de EE.UU. contra Cuba y otros países del Tercer Mundo, y a la que en un momento determinado le fue retirado su estatus consultivo del Consejo Económico y Social de la ONU—, así como la utilización de indicadores y parámetros que no tienen la legitimidad de Naciones Unidas ni fueron consultados con los países miembros, confirman que se trata de una manipulación. Y se suman a lo que Pedro Luis Pedroso, subdirector de Asuntos Multilaterales del MINREX consideró, en conversación con JR, una exclusión sospechosa.
Sobre todo, porque, habiendo quedado ubicada Cuba, el año 2009, en el lugar 51 a tenor con su Índice de Desarrollo Humano —lo que la situó dentro del grupo de países de Desarrollo Humano Alto—, habría estado en 2010 en el sitio 17 si se hubieran tomado en cuenta, apenas, sus indicadores en salud y educación. Pero aun si esos aspectos no se hubieran atendido, solo en razón de su Producto Interno Bruto le habría correspondido a la Isla estar en el lugar 36, lo que significaría que Cuba hubiera escalado al grupo de países que poseen un Índice de Desarrollo Humano Muy Alto.
«Indiscutiblemente, eso tiene una lectura política; solo países con un Desarrollo Humano Alto o Muy Alto son los que demuestran un progreso no solo en materia económica sino también social, laboral, de salud y educación, áreas donde Cuba tiene éxitos innegables», explicó.
Ahora, el visto bueno a la iniciativa cubana del jueves pasado no solo reivindica nuestras posiciones. Además, acentúa las reglas que deben ser observadas por la secretaría que elabora el Informe y los procedimientos que deben seguirse en su conformación, apunta Pedroso.
En lo sucesivo, además, y en virtud de ese pronunciamiento, estos informes quedarán bajo observación de los miembros de la Junta, y su seguimiento constituirá un punto independiente de la agenda de ese órgano que, además, puede ser igualmente examinado tanto en el Consejo Económico y Social —porque la Junta es un órgano subsidiario de ella—, como en la Asamblea General.
Naciones como China, Irán, Nicaragua, Venezuela, y los países del Caribe —muchos de esa zona también fueron excluidos en virtud de argumentaciones técnicas vulnerables al menor análisis—, han sido igualmente víctimas de las tergiversaciones del Informe, e intervinieron en los debates a favor de la propuesta cubana.
Por otra parte, no se trata de un hecho nuevo. Existe ya una resolución de la Asamblea General donde se señala que el Informe debe ser neutral, y elaborado en consultas amplias, transparentes, y estrechas con los Estados miembros.
—¿Cuál es la posición de Cuba respecto a su no inclusión en el Informe de 2010?
—Es una exclusión que rechazamos. Hemos exigido a la Oficina del Informe de Desarrollo Humano que tiene que reparar ese daño, y categorizar a Cuba dentro del rango que le corresponde. Lo que estamos demandando es que, teniendo en cuenta las estadísticas oficiales de nuestro país y reconocidas por instituciones como la CEPAL, se sitúe a Cuba en el lugar que debe estar. Ellos han tomado nota de nuestra indignación, y del planteo muy crítico que hemos hecho con respecto al Informe y a todo este ejercicio de manipulación.
En definitiva, la decisión que a instancias de Cuba adoptó el órgano de gobierno del PNUD/FNUAP, al acordar nuevas medidas de supervisión para el Informe de Desarrollo Humano, deja claro que su edición de 2010 se apartó de las reglas y prácticas establecidas y, por tanto, reafirma que el proceso de elaboración del Informe de Desarrollo Humano debe conducirse de manera neutral y transparente, mediante consultas efectivas con los gobiernos, y respetando la debida imparcialidad en la selección y uso de las fuentes. La adopción de esta nueva decisión ratifica que los principios y propósitos de la Carta de las Naciones Unidas, por cuya observancia Cuba siempre ha trabajado, son la guía básica para el trabajo de la Oficina del Informe de Desarrollo Humano.