Granma es uno de los dos barcos recuperados que bautizó el presidente venezolano Hugo Chávez. Autor: Juana Carrasco Martín Publicado: 21/09/2017 | 04:58 pm
LAGO MARACAIBO.— Están eufóricos y a punto de culminar su proyecto. El trabajo es febril, se hace voluntario, y llevan meses en la faena donde se están probando a sí mismos. Las oscuras aguas huelen a petróleo junto al muelle Patria Grande, en la costa oriental del lago Maracaibo, cuando suena fuerte la corneta de la embarcación que se acerca, con los hombres de overol rojo dispuestos en la proa…
Maniobra la nave que en ese momento pilota Jesús Velázquez —30 años de navegación por el Atlántico Norte, el Mediterráneo, los lejanos mares del Japón, y 20 de ellos en los tanqueros de la Govín, ahora PDVSA—, porque «el amor a la familia lo trajo de regreso» de las travesías borrascosas juveniles, a la «placidez» del lago.
El barco llega con sus 36 tripulantes y operadores de recuperación y mantenimiento alineados ahora en la popa baja, como para saltar a tierra tan pronto dispongan las amarras; pero nadie lo hace, simplemente, erguidos y firmes, entonan el himno del pueblo bravo... ¿Es solo sudor lo que cubre el rostro de estos hombres curtidos? Gritan con fuerza «¡Viva la Revolución! ¡Viva Chávez! ¡Más nunca volverán!», cuando ha transcurrido un año de una victoriosa nacionalización celebrada con ganas.
A los cubanos nos estremece el nombre de la embarcación, rotulada en rojo por Rafael Durán: Granma, porque honran así al yate que en los días finales de noviembre y principios de diciembre de 1956, llevara a 82 hombres comandados por Fidel desde el puerto mexicano de Tuxpan hasta los manglares de Playa las Coloradas, en el sur oriental cubano, para iniciar la guerra definitiva por la libertad contra la tiranía de Batista y quienes desde Washington lo sostenían en el poder.
No es esta la única nave de proa al futuro. Otra similar le sigue los trazos en las aguas del lago. También su nombre llega al corazón del pueblo de la Isla antillana: Cinco Héroes.
Todos quieren contar esta historia de amor y solidaridad, de esfuerzo y sacrificio, de levantarse hombres y mujeres en el escalón superior de que habló el Che.
Menuda entre los hombrazos del Patria Grande, en cuyo portón de entrada un letrero grande sentencia: «Se hizo justicia social en los muelles», Celiana Rondón, técnica superior en seguridad industrial, dejó su impronta en la reparación de la que fue asesora, y exigió por la seguridad: los extintores, las balsas, los puntos de concentración, la señalización... porque «el trabajo de una es como la casa de una, y así como queremos la casa, queremos y damos amor y cariño al trabajo».
Es a ella a la primera que abordo, y nos cuenta que fue «casi un año de trabajo en el barco y finalizó como todos esperábamos, con éxito», enfatiza. «Llenó las expectativas de los supervisores, y es de un valor inestimable. Hacer o comprar un barco nuevo hubiera sido millones de bolívares.
«¿Por qué lo hice? Tengo una niña de cinco años, Lizzi Fabiana Rondón, y todo lo que hago, lo hago por ella...».
Y esto fue lo que se hizo
Hace poco más de un año, el muelle fue nacionalizado y pasó a PDVSA; muchos de sus trabajadores tenían la condición de tercerizados, es decir, no aparecían en las nóminas de la empresa, eran subcontratados de otras compañías, por tanto su salario era mucho menor, carecían de seguridad social, nunca tendrían derecho a la jubilación y eran más que doblemente explotados.
El 8 de mayo, cuando los visitábamos, habían concluido y estaban dispuestos a bautizar ya las dos naves desechadas que recuperaron con trabajo voluntario, puestas como recién salidas de los astilleros, o mejor aún, porque la tecnología para la tarea a que están destinadas es totalmente moderna.
Pero aspiraban a que el padrino fuera el comandante Hugo Chávez, y el día llegó el 13 de junio, durante el Aló Presidente No. 361, en que anunció la creación de las Bases Petroindustriales Socialistas desde un Complejo de Mejoradores en el estado de Anzoátegui, uno de los centros que procesarán todo el crudo de la Faja Petrolífera del Orinoco, de la que dijo es «la más grande reserva de petróleo de este planeta», nacionalizada a la propiedad privada transnacional hace ya tres años, exactamente el primero de mayo de 2007.
Junto con una nueva designación para PDVSA, que ahora se llamará Petróleos de Venezuela Socialista —según anunció Chávez—, los trabajadores, técnicos e ingenieros del muelle Patria Grande en el estado de Zulia, daban a conocer su aporte de territorio, hombres y mujeres liberados.
Miguel González, obrero marino de los barcos de navegación del lago Maracaibo y ahora gerente de calidad de vida, nos lo había dicho hace un mes con breves palabras: «La justicia nos ha dado la gran oportunidad de izar la bandera de dignificación de todos los trabajadores de la industria petrolera. Hicimos cientos de trabajos voluntarios, nos dijimos que sí lo podíamos lograr, y lo hemos hecho. Nos lo propusimos y ha sido el éxito de todos; para ello recibimos el apoyo de la gerencia: el rescate del barco que bautizamos como Granma y que ya va a navegar en el lago con la bandera de Venezuela, pero llevando también la de Cuba en nuestros corazones».
El Granma venezolano y el Cinco Héroes —que honra a Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Fernando González, Antonio Guerrero y René González— se utilizan para el tendido de líneas desde los pozos petroleros del lago hasta las estaciones, centros matrices de la producción del pozo.
Juan Ollarte, uno de los hombres que dirigió el equipo de trabajo de PDVSA en el rescate del barco Granma, explicó así las razones de los nombres: «Fue una iniciativa para ser solidarios con nuestros hermanos de Cuba. El barco estaba en el olvido, era desecho del lago, y como familia, como hermanos de clase, decidimos hacer un proyecto semejante a los emprendidos por el Che y Fidel...
«Estábamos en una escuela política, y en el debate uno lo propuso, tal y como Fidel buscó el barco de su travesía, clandestinamente, nosotros fuimos en busca del nuestro, para seguir el ejemplo de Cuba, que es orgullo de la revolución mundial».
Cuenta Ollarte que luego se agruparon hermanos de otras áreas «y se hizo gratis, y con el compromiso de que si teníamos que dar parte de nuestro salario para recuperarlo, lo haríamos, porque seríamos parte de esta historia. Ese fue el pensamiento único, genuino, como el de nuestro hermano Fidel y nuestro hermano Che», afirma y transpira de emoción.
«Por primera vez estábamos juntos obreros, técnicos y gerentes para reconstruir este barco multifuncional que tiene tres escenarios: capacidad para cargar materiales, tecnología inventada por nosotros en un barco “yanquista” —porque era de fabricación gringa—, y lo hemos transformado en un barco cubano-venezolano», afirma sonriente.
«Se lo aseguro, igual que Cuba, también vamos a ser victoriosos en nuestra Revolución chavista, para concluir la herencia que vamos a dejar a nuestros hijos».
Cada versión de la historia
Edixon Prieto, dirigente sindical y marino de remolcador durante 24 años en PDVSA, sabe muy bien de luchas. Él estuvo en pie contra el paro petrolero porque «ese hombre nos despertó —dice refiriéndose al presidente Chávez—, y pensaron que si no estaban ellos se paraba la industria. Pero aquí estábamos nosotros y una gran cantidad de técnicos e ingenieros que también eran buenos e hicieron justicia.
«Ya no hay tercerizados, en una primera ola entraron 8 500 trabajadores hace un año, y otros 3 000 más entrarán en operaciones acuáticas. A PDVSA tenemos que cuidarla, va a crecer cada vez más y los trabajadores y el pueblo la vamos a cambiar más todavía», aseveraba en premonitorias palabras.
Relata que en la costa oriental del lago, los del golpe petrolero rompieron barcos, pizarras eléctricas, obstruyeron tuberías, intentaron hundir embarcaciones, «pero nada les resultó, aquí está nuestra Revolución Bolivariana y Socialista».
Sudoroso en su overol, el motorista del barco, Gersy Sánchez, con el nombre en su gorra azul de la marina mercante donde lleva 22 años, habla de sus amores...
«Los marinos tenemos una familia muy grande, la de a bordo y la de la casa, y en las dos discutimos el proyecto. Uno de los de la idea de llamarlo Granma fui yo. Mi papá fue guerrillero, y guerrillera era la historia emotiva del Granma. Nosotros los marinos somos muy humanistas, y el Granma hizo una revolución humanista. Así que esta nave nombrada originalmente como Free Bird —pájaro libre— ahora sí navegará en libertad con ese nombre glorioso, Granma».
Nadie sonreía como los ingenieros Carlos Bello, líder del proyecto Granma, y el del Cinco Héroes, Omar Martínez, eufóricos con la culminación del proyecto.
Las imágenes de Fidel y del Che lucen en la cubierta de la nave Granma, y las de Gerardo, René, Ramón, Antonio y Fernando en el Cinco Héroes, pintadas con amor y agradecimiento por Rafael Durán, quien a esa historia sobre las naves agrega la suya personal: su estancia en Cuba, donde fue paciente de la Operación Milagro, que le devolvió la vista para poder seguir coloreando presente y futuro.
Ante sus ojos está ahora el resultado del trabajo de cientos de hombres y mujeres. Todos ayudaron… y vieron los barcos zarpar.