Como Kelbin, otros niños haitianos han tenido la atención y el calor del personal médico cubano. Autor: AP Publicado: 21/09/2017 | 04:55 pm
PUERTO PRÍNCIPE, marzo 18.— El niño haitiano Kelbin Fleurine abandonaba este jueves el hospital de Mirebalais, muchos días después de tener su vida en un hilo y luego salvarla, comentó PL.
El pequeño Kelbin, de solo siete años de edad, llegó un día al hospital con un cuadro clínico muy grave y solo gracias a la entereza de los médicos cubanos, volverá con su familia.
Kelbin fue víctima de una enfermedad en la piel, tal vez por su costumbre de bañarse en las aguas contaminadas del río Artibonite, una corriente fluvial que nace en República Dominicana, baña Mirebalais y va a perderse al golfo de Gonaives.
Tuvo suerte el más pequeño de la familia Fleurine —conformada por otros cuatro hermanos—, de encontrarse con el pediatra cubano Juan Rafael Pino, el artífice principal de que salvara su vida.
Pino, especialista en nefrología infantil, y los médicos cubanos del hospital, hicieron cuanto estuvo a su alcance para salvar a Kelbin, quien sufrió dos paros cardiacos, estuvo más de 48 horas sin orinar y hasta hubo que hacerle una traqueotomía para que pudiera respirar.
«El niño no murió porque llegó aquí y casi en el límite de tiempo. Si llega 15 o 20 minutos después se muere, porque tenía insuficiencia cardiaca, una insuficiencia renal aguda y la referida infección en la piel», comenta Pino.
«Para colmo, es hipertenso, y ya en cuidados intensivos, fue necesario dializarlo, a pesar de que no contábamos con las condiciones para hacerlo. Fue una decisión de urgencia, porque no había otra alternativa terapéutica para mejorar su vida», recuerda.
En medio de la diálisis, Kelbin salió de un paro cardiorrespiratorio que se extendió por 30 minutos. «Peleó duro por su vida y nosotros hicimos cuanto pudimos para ayudarlo.
«Después hubo que darle ventilación artificial y prestarle un cuidado especial durante muchos días, hasta que conseguimos sacarlo del peligro. No obstante, hubo que hacerle una traqueotomía, porque presentó muchas flemas», recuerda Pino, natural de la provincia cubana de Las Tunas.
«Un día, al fin, pudimos mandarlo a una sala y ya está listo para irse a casa, aunque tal vez no sea hoy. Kelbin me sensibilizó tanto que prefiero aguardar hasta que esté totalmente bien», advirtió Pino.
El médico, con 19 años de experiencia como pediatra, está desde hace ocho meses en Haití, donde cumple su primera misión en el exterior. Admirador sin límites de los niños, Pino recuerda a su pequeña Carolina, de solo cinco años de edad, y advierte que no reparará en horas ni esfuerzo por ayudar a los infantes haitianos.
La madre de Kelbin le agradece por salvar a su hijo y sus colegas cubanos lo consideran el artífice principal de la casi resurrección del niño.