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Logros de la Revolución china benefician a poblado de la periferia de Beijing

Construido durante las dinastías Ming y Ping, el poblado chino de Cuandixia refleja el  progreso del gigante asiático tras 60 años de fundada la República Popular

Autor:

Nyliam Vázquez García

Beijing.— Cuandixia es una pequeña aldea en las laderas de una montaña, a 115 km del centro de la capital china. Gente sencilla, de campo, que ahora vive del turismo rural, la habita y la preserva. Con más de 500 años de antigüedad pareciera que las casas fueron recortadas y pegadas escalonadamente en las laderas de la montaña, a un costado del monte.

Construido durante las dinastías Ming y Qing (1368-1911), este poblado chino fue durante esos años, junto a otros situados a lo largo del camino, punto de comercio entre la capital del imperio y los pasos fronterizos. Las 76 viviendas de estilo siheyuan —casas con un corredor en torno a un patio interior cuadrado, que comunica con el resto de las habitaciones y que está bordeado por árboles y flores— cuentan historias de tiempos pasados, pero también hablan del presente. El silencio del campo, solo interrumpido a veces por las voces de otros visitantes, logra el mágico transporte hasta otras vidas.

Los aldeanos, tras una década de dedicarse al turismo, no miran extrañados a tanto curioso. Sonríen al pasar y acompañan en el descubrimiento de sus reliquias, de sus costumbres. Una señora, cuando alguien la quiere inmortalizar, pregunta: «¿Qué sentido tiene fotografiar a una vieja enferma?» No comprende que su rostro cautiva. Su andar pausado, con la ayuda de un bastón y cuesta arriba, es un ejemplo de la tenacidad de su pueblo.

La artesanía, la comida y los ascensos hasta los diferentes niveles donde se ubican las viviendas que parecen suspendidas en el aire, embriagan. El camino es estrecho y empinado, pero en la cima, para exorcizar fantasmas: un templo. Al final de los trillos, entre una casa y otra, asoman pintores que atrapan el paisaje o a quienes se sientan para quedarse asidos a sus lienzos. La magia de lo real maravilloso los envuelve. Sentados en improvisados bancos y frente a sus pequeños caballetes, ellos logran pintar la primavera en contraste con el gris de los ladrillos, sobre los que se alza la existencia de esta comunidad. Explosión de colores.

Un reporte de Radio China Internacional de 2008 recuerda que Cuandixia era conocida antes de 1990 por su pobreza e incluso, el gobierno la incluyó entonces en una lista para trasladar a sus habitantes. Nadie quería quedarse en el pueblo. Menos de 30 personas pertenecientes a 17 familias quedaban cuando Chen Zhihua y Wang Shiren, catedrático de la Universidad de Tsinghua y director del Instituto de Estudios de la Construcción Histórica de Beijing, respectivamente, descubrieron en este pueblo la existencia y conservación de los siheyuanes de la época imperial.

Hoy la aldea es un hervidero. Muchos jóvenes regresaron a ocuparse de la gestión turística, pilar de su desarrollo actual y sustentado en la protección gubernamental como reliquia cultural y arquitectónica de la nación. Más del 90 por ciento del ingreso total de sus habitantes procede directamente de la explotación de esas potencialidades.

La vida sigue siendo sencilla, pero los rostros de la gente reflejan la alegría de los nuevos tiempos. Todos tienen algo que hacer. Unos traen provisiones para los restaurantes familiares, algunos cocinan deliciosos platos, otros tejen sueños de tiempos remotos y los ofrecen en los portales.

Un improvisado mercado de semillas en la calle principal atrae a no pocos. Cientos de texturas y matices. Todos son amables. Asaltan los motivos rojos colgados en las puertas, y sorprenden banderas colocadas en sitios insospechados. Una señora permite usar su balcón para observar aquellas colocadas en los techos por los propios vecinos. Florece el monte. Embelesa.

Cuandixia sigue suspendida con hilos milenarios a la montaña, pero después de este instante, por esos indescifrables senderos del alma, esta aldea y su gente también están más cerca de Cuba. Como los habitantes de todo el país, y los que han hecho sus vidas fuera de las fronteras, estos aldeanos también celebrarán el aniversario 60 de la fundación de la República Popular China.

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