Como en las novelas, Giorgio, un joven de Verona, partió «al rescate» de su amada cuando supo que una neumonía la mantenía en cama en la ciudad de Florencia, donde Salma —que así se llama la muchacha—, cumplía un contrato.
Para no perder tiempo, el galán le pidió a un amigo piloto que lo llevara en helicóptero y ¡zas! llegó en un santiamén… pero con los ojos enrojecidos por alguna sustancia que, al parecer, escapó hacia el interior de la nave. Ahora Salma le pone compresas, porque el hospitalizado fue él.