Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Galgos o podencos?

En la nación alemana operan impunemente y con apoyo del estado seguidores del Partido Nacionaldemócrata de formación neofacista

Autor:

Luis Luque Álvarez

«Son galgos». «¡Que son podencos!», discutían las dos liebres acerca de la raza del perro que ya se les abalanzaba. Conocemos el final de la fábula: el can se las desayunó a las dos. De nada les valió dedicar tanto tiempo a disquisiciones inútiles cuando, de todos modos, los colmillos las desgarraron.

En Alemania hay también un perro suelto: el Partido Nacionaldemócrata (NPD), una formación neonazi. Es paradójico: en ese país está absolutamente prohibido —y es penado por la ley— exhibir símbolos como la esvástica, o hacer apología de los crímenes de la dictadura hitleriana. Sin embargo, un grupo como el NPD, cuyos diputados regionales se retiran del recinto legislativo cuando se pide un minuto de silencio por las víctimas del Holocausto, es legal; mientras las liebres, es decir, los partidos políticos tradicionales, debaten sobre si ilegalizarlo o dejarle hacer y deshacer...

Sobran historias acerca de cómo algunos nostálgicos de los métodos del III Reich propinan palizas a inmigrantes o provocan incendios en las casas que los acogen. Según el Ministerio del Interior alemán, en 2007 se reportaron 11 000 ataques xenófobos. Y los extranjeros «no germánicos» no son los únicos objetivos.

Un amigo alemán, Oliver Desoi, me cuenta el susto que pasó en el distrito de Berlín-Lichtenberg: «Como yo tenía el pelo largo, me aconsejaron que no saliera de noche, pues los fascistas controlaban esa área. Como creen que la zona les pertenece, ni extranjeros ni alemanes de izquierda están autorizados a pasar por allí de noche».

«Yo iba a casa en mi auto —prosigue —; quería llegar antes de las doce, y de repente vi a tres skinheads («cabezas rapadas») con botas del ejército, patrullando la calle. Eran bastante altos, y se tapaban la cara con pulóveres.

«Por supuesto, sabía que si salía del auto, me golpearían o me harían algo peor, por lo que decidí encogerme lo más posible en el asiento y quedarme adentro para protegerme. Muchas personas de izquierda se sienten verdaderamente desprotegidas en Berlín-Lichtenberg; sin embargo, si uno se dirige al gobierno, ellos le dirán: “Usted puede caminar tranquilo durante la noche con el pelo largo y no tendrá problema alguno con los fascistas”. Pero la verdad es que mis amigos no se atreven a salir de su casa durante la noche en esta parte de la capital».

Los «neodiscípulos» del Führer marchan por las calles de una ciudad germana. Foto: Reuters La última incidencia con individuos de tan peligrosa ralea aconteció en Hamburgo y Nuremberg, el 1ro. de mayo, cuando un millar de ultraderechistas del NPD marchó con autorización oficial, y fue enfrentado por una multitud mayor de jóvenes, indignados por la impunidad con que esos elementos, verdadera vergüenza de su país, ejercitan su intolerancia respaldados por la tolerancia oficial.

Pero el mayor escándalo radica en que, como partido que atrae a un porcentaje de adeptos, y que además posee escaños en los Parlamentos regionales de Sajonia y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, ha recibido fondos del Estado alemán. Es el colmo de la ilógica: ¡El Estado entrega dinero a sujetos que, si tuvieran la menor oportunidad, abolirían las instituciones estatales!

Para el jefe del Partido Socialdemócrata, Kurt Beck, es «inconcebible que locos y violentos sean apoyados con el dinero de los contribuyentes». Sin embargo, para la canciller federal, la cristianodemócrata Angela Merkel, no se puede «caer en la creencia de que solo prohibiendo un partido se puede solucionar el problema del extremismo derechista». ¡Vamos! La ilegalización no será «remedio santo», pero sería oportuna al menos para quitarles miles de euros que salen del bolsillo de los ciudadanos alemanes.

Por desgracia, cuando en 2003 el entonces gobierno socialdemócrata quiso sacar de la escena política a esa pandilla neonazi, el Tribunal Constitucional no lo permitió, al revelarse que la cúpula del NPD estaba infiltrada por más agentes secretos que huecos tiene un queso, y que esos presuntos cabecillas azuzaban actos violentos para atraer la ilegalización sobre el partido. Buscando un jonrón, salió un decepcionante «doble play»...

Ahí siguen entonces, con cada vez menor disimulo, los abanderados del odio. En diálogo con JR, un diputado del partido La Izquierda, Diether Dehm, va a las raíces: «La pobreza creciente y el desempleo, frutos del desarrollo desigual del capitalismo, ocasionan la pérdida de perspectivas, que a la vez se convierte en campo fértil para la ideología fascista, cuyo auge debemos enfrentar, porque no es solo una opinión: es un crimen».

Asimismo, refiere acciones concretas: «La Izquierda, junto con la Asociación de Perseguidos por el Régimen Nazi-Federación de Antifascistas (VVN-BdA) está esforzándose para ilegalizar al NPD, para negarle sus estructuras legales y evitar que obtenga financiación para sus actividades criminales con dinero del Estado. Nos alegra que la VVN-BdA haya recogido más de 175 000 firmas con la petición de dejar fuera de la ley a este partido fascista».

Es este el proceder que debería generalizarse, más allá de las fronteras partidistas, para preparar el lazo que ate de una buena vez, sin falsos nudos, al mastín neofascista. Mientras las liebres no se pongan de acuerdo en lo esencial, un fiero galgo —o un podenco, qué más da— estará buscando su oportunidad...

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