La Casa de las Américas de Nueva York ha mantenido desde hace casi medio siglo una posición vertical en defensa de la Revolución Cubana a pesar de sufrir agresiones y atentados por parte de los grupos terroristas de origen cubano así como amenazas del gobierno norteamericano.
El Comité Ortodoxo, creado por cubanos que emigraron cuando el Machadato, jugó un papel importante en Nueva York. En 1955, durante la visita de Fidel Castro y Juan Manuel Márquez a Nueva York (tras salir de la cárcel de Isla de Pinos y pasar primero por México), se funda en esa ciudad el Movimiento 26 de Julio. En 1957 se crea la Casa Cuba la que en 1962 se convierte en Casa de las Américas.
Luis Miranda, presidente de Casa desde 1987 tiene una larga historia de lucha que contar en la asfaltada selva de esa bulliciosa ciudad.
«Parte de la emigración cubana, no por accidente sino por conocimiento pleno, ha defendido la Revolución, porque conoció la Cuba de ayer donde proliferaban el hambre, la miseria, la prostitución», afirma Miranda, quien nació en La Habana en 1928 y desde 1948 se asentó en Estados Unidos.
«A partir de la visita de Fidel y Juan Manuel empezó nuestra lucha por la Revolución con venta de bonos, souvenires para recaudar dinero y enviarlo hacia Cuba», explica.
«Como primer presidente de la Casa Cuba se nombró al compañero Luis Estremera, puertorriqueño nacido en la Isla. Tras la llegada de los militares y esbirros de la dictadura batistiana, enfrentamos muchos problemas, sobre todo con las organizaciones contrarrevolucionarias La Rosa Blanca y Omega 7 que fueron las más agresivas.
«Mantener nuestra actitud fue muy difícil porque esa gente tenía todo tipo de protección. Nos destrozaron la Casa Cuba a finales del 59, pero así mismo celebramos el triunfo de la Revolución y siempre hicimos actos por el Primero de Enero, el 26 de Julio y después por Playa Girón y otras fechas. En el 62 le pusimos Casa de las Américas y tuvimos que abandonar aquel local en la calle 93 y Columbus después de cinco años. Nos trasladamos a la 17 y Broward. En ese inmueble estuvimos un par de años hasta que nos botaron las autoridades norteamericanas por “subversivos”. Nos trasladamos entonces para la 18 y Broward.
«Más tarde nos fuimos para el local de la calle 14 y la 6ta. Avenida, donde permanecimos por 30 años. Casa ha jugado un papel muy importante en la defensa de Cuba y de su Revolución, así como de solidaridad con los movimientos y personas.
«No solo a mí, sino a muchos otros compañeros nos hicieron la vida difícil. Las décadas del 60 y 70 fueron críticas por esas actitudes agresivas. Defender a la Revolución nos creó muchos problemas con parte de la emigración y el gobierno norteamericano. Por enviar algunos materiales para ayudar a Cuba tras el paso de un ciclón por la Isla, nos quitaron por espacio de un año todos los documentos; era raro el mes en que no tuviéramos un juicio en Inmigración, en el FBI u otro tipo de organización represiva, hasta que decidimos un día decirle que nos marchábamos para Cuba. No solo iríamos los cinco o seis que estábamos sin documentos sino las familias completas, con los hijos nacidos en Estados Unidos. Eso fue en 1963. Cuando planteamos por escrito la decisión, nos dijeron que había sido un error, que no querían que nos fuéramos y a las dos semanas nos entregaron los papeles. Ya no éramos elementos subversivos ni indeseables».
Esa etapa, agrega, fue muy represiva por parte de las autoridades norteamericanas y de la contrarrevolución en Nueva Jersey que no podía aceptar que en Nueva York existiera una Casa que apoyara a Fidel y estuviera abierta para los grupos de izquierda y sociales norteamericanos y sudamericanos.
Muchos compañeros y sus familiares fueron heridos, o recibían constantes amenazas e insultos por teléfono.
Luis Miranda rememora que a finales de los años 70 hicieron una marcha hacia el Pentágono, en Washington, y la policía les tiró los caballos encima. A él le lastimaron la columna vertebral. Dijeron que los caballos se desbocaron y vinieron a parar sobre los cuerpos de varios manifestantes.
Como no podía pagar una operación de esa índole, vino a La Habana pues allá un médico le decía que era la cadera, otro que era un nervio afectado, pero en realidad lo que tenía eran dos hernias en la columna y varios nervios y tendones lastimados. Lo operaron y después de tres meses de tratamiento se rehabilitó completamente, lo que para él fue un milagro pues pensó que nunca más volvería a caminar.
Cuenta el presidente de la Casa que los hermanos Novo Sampoll y grupos terroristas de Nueva Jersey los atacaron varias veces a plena luz del día, y lo triste es que nunca las autoridades tomaron algún tipo de iniciativa para controlarlos.
En 1960 pusieron una bomba en la Casa Cuba que desbarató el local y en 1978 detonaron otra en Casa de las Américas cuando celebraban un 26 de Julio, que rompió todas las ventanas de la cuadra entera y causó grandes destrozos.
En 1983, en el Academic Music de la calle 14 pusieron una carga de dinamita que se apagó. Después colocaron otra que podría haber volado el bloque entero, y que no llegó a explotar porque las autoridades apresaron, unas horas antes, a dos terroristas que hablaron.
Para Luis Miranda estos grupos en Estados Unidos son los mismos que mataron al cubanoamericano Eulalio Negrín en Nueva Jersey, a Luciano Nieves en Miami y al funcionario cubano Félix Rodríguez en Queen Boulevard, Nueva York. Ellos han reconocido que cometieron más de 70 acciones de esa índole solo en Nueva York. Son los mismos hermanos Novo Sampoll que estuvieron presos con Posada Carriles en Panamá y hoy están sueltos en Miami.
«Pienso que las autoridades norteamericanas tienen una clasificación de terroristas: buenos y malos. El presidente George W. Bush tuvo una cena en Miami a un costo de más de mil dólares el cubierto con todos esos connotados terroristas, los más relevantes del continente americano».
Por eso, indica Miranda, estimamos que el gobierno norteamericano debe tomar una actitud más seria contra esos terroristas, que no se debe pensar solo en Afganistán para buscarlos, y que fundamentalmente deben perseguirlos en la Florida que es donde radica su cuartel general.
Casa en la lucha por los Cinco
Casa de las Américas tiene un Comité desde antes de que fueran arbitrariamente condenados estos compañeros. Integrantes del Comité, formado por varias organizaciones de Nueva York, estuvimos en Miami durante el juicio.
«Una contradicción que no he visto en más de 50 años de vivir en Estados Unidos fue cuando la Fiscalía se abrazó y estrechó las manos de los terroristas de Miami. Estaban celebrando un triunfo y una victoria como si hubiese sido otro tipo de juicio.
«No hay ninguna razón para imponer tan excesivas sanciones. La causa es únicamente la animosidad del gobierno que ha motivado esas inhumanas condenas.
«En esta batalla hemos realizado actividades en periódicos y revistas, en universidades, con los religiosos... Cada vez que tenemos oportunidad le explicamos al pueblo lo mezquino de esas condenas, una acción de revanchismo contra el gobierno de Cuba; que estos jóvenes luchaban contra el terrorismo porque precisamente las autoridades norteamericanas no tomaron medidas para evitar las acciones que esos elementos estaban realizando contra la Isla.
«Como hicimos durante el secuestro del niño Elián González, la Casa también jugará un papel en la lucha por la liberación de los cinco compatriotas y por la defensa de la Revolución».
La vida de Luis peligró varias veces
«En 1960, cuando Fidel fue a Nueva York, un piquete nos atacó con palos y cadenas en la calle 125. Me alcanzaron en la cara y por poco pierdo un ojo. Fueron tantas veces las que nos atacaron con todo tipo de armas, que también tengo heridas en las manos», nos contó Luis.
«En 1978 me dieron un tiro en una cadera. Salía de una reunión en la Casa y alguien disparó desde un edificio cercano. Como no se podía ir a las autoridades por los rollos que esto nos traía, la herida se me infectó.
«En 1982, cuando salía del anterior local de la Misión cubana en la Calle 67 y Park Ave. una pareja estaba en la calle y de pronto ella viene hacia mí gritándome que la ayudara, pero me agarra los brazos. El hombre entonces se me echa encima con un cuchillo. Logro detener el golpe pero de todos modos me hiere muy cerca del corazón. Ellos se dan a la fuga y con esfuerzo logro llegar hasta casa de un médico amigo donde me da dos puntos internos y tres externos sobre la tetilla izquierda».