«Cuando los pozos se sequen» es el titular de un artículo publicado el 14 de julio por la revista británica The Economist. El texto detalla alternativas económicas para cuando se agoten las reservas de petróleo y gas del Mar del Norte, que han hecho prosperar la economía de la ciudad escocesa de Aberdeen y convertido a Gran Bretaña en un importante productor mundial de crudo.
Pero en esa nación europea, la durabilidad y el manejo de dichos recursos energéticos han ido a parar al debate político, a tono con otro tema: el estatus de Escocia, el más septentrional de los países que integran el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, al cual pertenece desde 1707.
Según The Economist, las reservas de petróleo y gas en aguas escocesas están disminuyendo. Grandes compañías han vendido áreas completas de explotación en el Mar del Norte, de donde se han extraído 34 000 millones de barriles del crudo. Ciertos cálculos estiman que quedan unos 20 000 millones, pero la mayor parte de esas reservas se encuentra en sitios geológicos de muy difícil acceso, que no harían rentable su extracción.
Como consecuencia, los 400 000 empleados de la rama del petróleo en toda Gran Bretaña, la mayor parte de ellos en Escocia (solo en Aberdeen hay 33 000) habrán de variar su actividad, y las empresas del sector deberán dedicarse al desarrollo de las energías renovables.
¿Cómo se inserta esta realidad en la política local? Pues así: el Partido Nacionalista Escocés (SNP), que desea la independencia de Escocia respecto a Gran Bretaña, está al frente del gobierno autonómico desde mayo, cuando ganó las elecciones al Parlamento local. Desde la oposición —formada por los partidos Laborista, Conservador y Liberal-Demócrata— se alega que el SNP apuesta a la independencia solo con el respaldo de una riqueza petrolera que un día se acabará, y dejará al país sin fuentes de ingreso viables y con el lamento de haberse separado de una potencia mundial. De hecho, durante la campaña para esos comicios, el entonces premier Tony Blair llamó a los nacionalistas a «desengañarse», pues «han calculado mal» las reservas de hidrocarburos.
No obstante, el SNP ha preferido no creer en augurios, y el pasado 14 de agosto presentó un Libro Blanco, denominado «Eligiendo el futuro de Escocia», para potenciar el debate sobre si se debe mantener el actual estatus, si Londres debe otorgarle más autonomía al país, o si este debe ser independiente de una vez, opción esta última para la que proponen un referéndum en 2010.
Bill Aitken, diputado conservador. La iniciativa del SNP viene a la luz precisamente cuando en Europa cobran auge los nacionalismos. En Bélgica, los partidos flamencos pugnan por ganar mayores cotas de autonomía para Flandes, un territorio al que algún día desearían ver separado de la Valonia francófona. En España, el jefe de gobierno vasco, Juan José Ibarretxe, acaba de plantear una iniciativa de consulta popular sobre la emancipación del País Vasco, propuesta que desde Madrid juzgan inconstitucional, y en Kosovo, la mayoría albanesa —apoyada por la OTAN y EE.UU.— amenaza con desgajarle ilegalmente esa provincia a Serbia, que tiene allí las raíces de su cultura y nacionalidad.
Días atrás, Juventud Rebelde conversó por vía del correo electrónico con tres diputados escoceses (un nacionalista, un laborista y un conservador), para conocer de primera mano los puntos de vista de las principales fuerzas políticas sobre el futuro del país. Y observar cómo cruzan disparos en sus análisis...
«La independencia no es sostenible»«Como alguien que representa el noreste de Escocia, donde Aberdeen es la capital del gas y el petróleo de Europa, estoy consciente que hay aún un extenso futuro para la producción petrolera en el Mar del Norte. Aunque es inevitable que esta decrezca, pues ya hemos alcanzado el pico productivo aquí», explica el diputado laborista Richard Baker.
«Por supuesto, eso le crea problemas al SNP, cuyos planes económicos están enteramente basados en los ingresos por los impuestos a la industria petrolera y gasífera. Pero sucede que, además de estas ganancias, Escocia tiene beneficios financieros netos por su pertenencia al Reino Unido, porque el dinero del petróleo retorna al gobierno autonómico escocés y es invertido en el país, por ejemplo, a través del presupuesto para la Seguridad Social.
«Pienso que, en el futuro, el sector petrolero de Escocia prosperará como centro para el desarrollo de la energía renovable. Los ingresos por impuestos al petróleo y al gas no serán suficientes, por lo que las aspiraciones (independentistas) del SNP no cuadrarán, simplemente».
—¿Por qué lo considera así?
—La independencia, a la que se opone la mayoría de los escoceses, no es sostenible en términos de prosperidad económica para la nación. La prioridad para el país ha de estar en la justicia social y las oportunidades para todos. El laborismo ha hecho mucho por hacer progresar esos objetivos, que en cualquier caso no tratan sobre fronteras nacionales, sino sobre las aspiraciones de todos en Gran Bretaña y en el mundo. El nacionalismo no tiene nada que ofrecer respecto a esas metas».
Desde otra bancada, la del Partido Conservador-Unionista, el diputado Bill Aitken, de Glasgow, opina de modo similar a Baker en cuanto a este tópico:
—Claramente, si la producción de petróleo off-shore continúa cayendo, la economía escocesa puede resultar bastante afectada. Hay todo tipo de incertidumbres, pero si decae, el SNP tendría que plantearse una gran interrogante sobre sus cálculos».
Richard Baker, laborista. «Las economías tienen que adaptarse y cambiar según las circunstancias. Obviamente, sería un golpe muy duro para la economía escocesa que se agotaran los recursos petroleros. Esta es la mayor razón para asegurarnos de no tener todos nuestros panes en una sola cesta».
—¿Cuál es su opinión sobre la propuesta del SNP, que contempla incluso un debate sobre la independencia?
—Estoy totalmente opuesto a la independencia, desde luego. Pienso que Gran Bretaña ha sido una Unión en la que Escocia se ha beneficiado inconmensurablemente durante siglos, y subrayo firmemente la visión de que la independencia no estaría en el interés de los escoceses.
—¿Cómo percibe la gente la idea de una eventual separación del Reino Unido?
—Los sondeos muestran claramente que la vasta mayoría de los escoceses se oponen a eso. En mayo hubo elecciones legislativas, el SNP ganó, y usted se pudiera preguntar por qué, si solo el 30 por ciento de la población desea la independencia. Sucede que hubo varias razones para ello, todas relacionadas con la impopularidad del anterior gobierno laborista y el hecho de que muchos escoceses sentían la necesidad de que hubiera un cambio.
«No puedo imaginar ninguna circunstancia en la que la mayoría de los escoceses voten por la independencia. Y muchas encuestas respaldan sólidamente mi criterio».
«Una nación rica y vibrante»Un declive de la producción petrolera, ¿afectaría realmente los planes de los partidarios de la separación y haría inviable a una Escocia independiente? Fue esa la interrogante que le planteé a Alasdair Allan, legislador del SNP por las Islas Occidentales, al noroeste del país:
—Nuestro partido cree en la independencia, y la producción petrolera nunca afectará esa creencia. Escocia puede ser, aun sin petróleo, una rica, vibrante y exitosa nación. Pero al Mar del Norte todavía le queda la mitad de sus recursos energéticos sin explotar, mientras la demanda de estos se incrementa y empiezan a escasear. Ello hará subir los precios y generará más ingresos para Escocia.
Alasdair Allan, nacionalista. «El SNP también propone establecer un fondo petrolero, que empleará las ganancias en proveerles seguridad financiera a las futuras generaciones, según el esquema implementado por Noruega, donde los excedentes de la industria del petróleo y el gas se colocan en un fondo público estimado, en estos momentos, en unos 138 000 millones de libras esterlinas.
«Es un desafío asegurar la prosperidad de Escocia a largo plazo. Y creo que la mejor manera de enfrentar ese reto solo se dará cuando tengamos el control total de los asuntos económicos, lo cual vendría con la independencia».
—¿Qué otras fuentes de riqueza tendría el país para, en un caso hipotético, marchar adelante sin Gran Bretaña?
—Escocia es rica en recursos renovables. El Moray Firth (una inmensa bahía triangular, en el extremo norte) ha sido descrito como la Arabia Saudita de este tipo de energía. Hay proyectos para crear extensísimos campos eólicos en zonas terrestres y marinas, y existe también un gran potencial para desarrollar la energía de las mareas. Además tenemos planes para impulsar la competitividad, como reducir las tasas a las corporaciones para incrementar el crecimiento económico e igualar a nuestros vecinos europeos. Eso está detenido, pues el Parlamento británico rechaza devolvernos la autoridad para regular impuestos.
«Es solo con la independencia que Escocia podría florecer. Hoy estamos casi en el fondo en muchas estadísticas europeas sobre salud, y nuestra economía está en peores condiciones que las de nuestros vecinos. La independencia es la clave para asegurar que, en los años venideros, nuestro país no sea el enfermo de Europa o una economía atrasada. Una Escocia soberana puede alcanzar los éxitos de naciones como Irlanda y Noruega».
—¿Por qué cree que es el momento de un referéndum sobre la independencia?
—El SNP entiende que los escoceses tienen el derecho a decidir su propio futuro y el de su país. Ello debe ser implementado mediante un referéndum con dos opciones: la independencia o el status quo. Alex Salmond (líder del partido) ha explicado que una fecha adecuada pudiera ser el año 2010. Nuestra formación ha deseado esta consulta por mucho tiempo, pero esta es la primera vez, en sus 74 años de historia, en que ha estado al frente del gobierno, y por ello es la primera ocasión que ha tenido para proponer la pregunta de la independencia.
—Sin embargo, la mayoría de los escoceses no votaron en mayo por el SNP. ¿Cómo recibe la gente la idea de la separación de Gran Bretaña?
—Las elecciones de mayo no eran sobre la independencia, sino sobre cuál sería el mejor gobierno para Escocia, una lid en la que ganaron Alex Salmond y el SNP. Era un compromiso del SNP publicar un Libro Blanco sobre una consulta popular acerca de la independencia dentro de los primeros cien días de su gobierno. Y Salmond, mediante la presentación del documento «Eligiendo el futuro de Escocia», está brindando una oportunidad a todos aquellos interesados en el porvenir constitucional de Escocia, para que hagan oír su voz sobre si desean la separación de Gran Bretaña, una mayor autonomía o mantener el actual estatus.