Joglis es capaz también de escribir de corrido, dibujar, operar el televisor y el teléfono... Foto: Alberto Borrego Ávila. Aragua, Venezuela.— Joglis Parra tiene 25 años y unas ganas inmensas de componer canciones. Él mismo escribe los textos, crea la melodía y ha comenzado a grabar un disco con todos sus temas.
Sabe que probablemente nunca pisará un gran escenario, porque el mercado de la música exige el cuerpo perfecto que le negó la naturaleza. Pero se contenta mostrando su arte en la comunidad, cantándole a la esperanza, a la amistad y a la Revolución que le ha devuelto los deseos de vivir.
Siendo muy pequeño, perdió el control de sus brazos a causa de la meningitis, y desde entonces no le ha quedado más remedio que hacer con sus pies lo que el resto de las personas realizan normalmente con las manos.
Durante mucho tiempo tuvo que lidiar, además, con la indiferencia de un sistema que no tenía en cuenta a los discapacitados como él.
La única vez que asistió a la escuela lo echaron luego de algunas lecciones, pues el director no lo consideró un buen ejemplo para los demás niños.
«Me sacaron porque agarraba el lápiz con los pies, y eso les molestó. No se sintieron motivados a educarme, y no pude continuar. Yo pensaba que nunca iba a estudiar y me dije: Bueno, tendré que seguir así, como Dios me quiera llevar.
«El Joglis de antes no hablaba, pues me daba pena todo; pero las cosas son distintas ahora; me siento una nueva persona y estoy feliz».
La razón es simple. Hace cuatro años, la Revolución Bolivariana, con la asesoría de Cuba, creó un grupo de misiones en materia educativa, con el objetivo de rescatar a millones de venezolanos que habían quedado fuera del sistema de enseñanza por diversas razones.
Desde entonces, más de 41 000 habitantes del estado de Aragua, a cien kilómetros de Caracas, han aprendido a leer y escribir, y continuaron superándose. Joglis es uno de ellos.
«La mayor alegría que he recibido ha sido poder estudiar —comenta—. Cuando me entregaron el certificado de sexto grado, no lo podía creer».
Hoy, en cambio, es mucho más ambicioso. Espera graduarse de bachiller en dos años y luego ingresar a la universidad, para estudiar Comunicación Social.
«En los gobiernos anteriores, los discapacitados estábamos tirados a un lado; no teníamos oportunidades, y por eso estoy muy agradecido del presidente Chávez y de Cuba, porque nos han enseñado el lado bonito de la vida», asegura este joven, que aunque no puede contar con sus brazos es capaz también de escribir de corrido, dibujar, operar el televisor y el teléfono...
«Tengo este problema, pero he conseguido superarlo y lograr cosas que antes solo podía soñar. Quiero ser un ejemplo para aquellos que aún no se han integrado, e invitarlos a buscar la manera de salir adelante, porque la vida es hermosa y vale la pena luchar».