Quizá pueda encontrar un punto de equilibrio para usar la pornografía sin sentir que se excede o viola sus principios
E. C.: Desde la adolescencia consumo pornografía. Me enganché al ver los puntos referentes a mis gustos sexuales. Al principio, no me dominó. La veía como algo educativo para aprender, pero ya vivo enviciado. Me separé un buen tiempo, por cuestiones religiosas. Hoy estoy soltero y padezco de los nervios, por lo cual consumo medicamentos. Recurro a la pornografía cuando tengo insomnio para relajarme y luego me siento mal por este vicio. ¿Qué puedo hacer?
Ya sabe que la religión puede ayudarle a separarse del consumo de ese vicio, que, por otra parte, parece apoyarlo en el logro de su satisfacción y le calma sus nervios. Quizá pueda encontrar un punto de equilibrio para usar la pornografía sin sentir que se excede o viola sus principios.
La pornografía en la actualidad ha alcanzado niveles de consumo extremos a nivel planetario. Este mercado ha sabido explotar «los puntos referentes a gustos sexuales» privados. No son pocos los que viven su consumo como adictivo, porque no pueden parar y se sienten compelidos a repetir, con cierta sensación de vacío al final.
Cada persona va encontrando sus modos de vivir, dando soluciones a unos problemas y viendo obstáculos en otros. Se gana y se pierde cada vez que elegimos. En el camino, cada uno va cambiando como puede aquello que lo excede. Hay soluciones privadas que pueden funcionar. Usted podrá valorar si quiere reducir la presencia de estas imágenes eróticas e introducir otros alicientes en su vida. No dude consultar un profesional sobre este tema si siente que necesita ayuda.
Las prácticas autoeróticas son una alternativa más para el placer cotidiano. Lo que puede darle un carácter de adicción es la falta de motivación o placer en otras esferas de la vida.
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