T.P.: Mi esposo tiene dos hijos y es algo mayor que yo. Sin embargo, él me pide que tengamos hijos. La verdad es que no siento que quiera ahora. Me interesa más mi superación y crear mis condiciones de vida. Estoy dispuesta a quedarme sin hijos si cuando los desee ya mi cuerpo no es capaz de gestar. A veces creo que él quiere sentirse más seguro. Pero sé también que perdería a la mujer que ahora ve en mí si me convierto en madre. ¿Cree que actúo mal? ¿Soy mala persona o mala mujer por no interesarme en tener hijos?
No tener un hijo puede resultar un acto de responsabilidad cuando sobran las razones para postergar la decisión. No somos mejores o peores por no desear ser madre o padre. Los hijos se alimentan del deseo de quienes cumplen las funciones materna y paterna. Es mejor esperar a que se dibuje ese deseo de gestar y acompañar la formación de otro ser humano.
Es importante advertir que hay condicionamientos biológicos. La mujer joven generalmente tiene oportunidades de gestar sin mayor asistencia médica. Muchas pierden por postergar demasiado su decisión. Aunque hay otras alternativas, entre las que se cuenta la adopción.
Por otra parte, está la relación de pareja con ese para quien quieres mantenerte como la mujer deseada, y no confías en que el vínculo sobreviva a la inclusión de un niño o cambios en tu cuerpo. No crees que el amor baste para generar maneras de superar crisis familiares, propias de la llegada de los hijos.
Deseo y amor son ingredientes necesarios que alimentan a la pareja y la unidad familiar. Es cierto que se precisa mucho más, pero estos tejen lazos profundos y resistentes.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica