T.E.: Tengo una duda con eso del acoso callejero. A mí me enseñaron a decirles cosas bonitas a las mujeres y ayudarlas en la calle. Si le doy la mano a una señora para bajar de la guagua no es acoso, pero si lo hago con una de mi edad ¿sí lo es? No me gustaría que se perdieran las costumbres bonitas de nuestra cultura cubana. Tengo 18 años.
El reto está en hacer un buen uso de esas costumbres bonitas para generar agrado. La caballerosidad, la sensualidad, la picardía respetuosa, no siempre molestan. Muchas mujeres hoy también utilizan piropos con los hombres sin temor de ir en contra de las costumbres.
El acoso se refiere a una insistencia, con palabras o actos. Se trata de un acercamiento que molesta a la persona que lo recibe. En general, son incómodas las palabras que, sin ninguna poesía, aluden a lo sexual, invaden el espacio y la voluntad de otra persona.
También se considera así, la mirada insistente e indiscreta, que es casi una insinuación sexual. Además, puede ser muy molesto el regalo cortés con clara pretensión romántica que no se desea corresponder, el elogio constante y la ayuda interesada en una respuesta amorosa.
Es cierto que existen campañas a favor de la equidad de género que consideran ofensivo todo abuso de poder. Las costumbres no se defienden cuando desestiman la voluntad femenina de ser tratadas como sexo débil u objeto sexual. El piropo puede considerarse en este caso.
Lo más importante sería no actuar por simple costumbre o prescripciones científicas. De nuestros actos somos responsables. Sabrás qué elegir.