A. C.: Soy técnico de laboratorio. Mi pareja tiene 17 años y estudia en un politécnico. Cuando empezamos la relación estábamos de vacaciones. Todo iba bien hasta el comienzo del curso escolar. Ella me dice que no está acostumbrada a tener relaciones y no quiere dejar de actuar como siempre. Alega que necesita su espacio para estar con las amistades. Me va a ver al trabajo de vez en cuando, pero está cinco minutos y se vuelve a ir. Cuando se acaban sus clases va muy relajada a verme y se queda un rato, pero ahí es cuando yo estoy cansado de esperarla todo el día y casi siempre tengo mala cara o mal carácter. Nos queremos y nuestra relación en su casa y la mía es la mejor. Tengo 23 años.
Reclamas mucho más que su presencia, pues ella sí te va a ver. Quizá pidas una prueba de amor mayor con el fin de sentirte más seguro o valorado, solo que esto implica su renuncia a otros intereses, también significativos para ella. Trata de identificar lo que en realidad sucede para encontrar la mejor alternativa: le pides más de lo posible si quieres que se sacrifique por ti, te haga centro de su vida y obedezca todos tus mandatos.
Por lo que cuentas, ustedes disfrutan el noviazgo. El problema es que aún no han acordado cómo comportarse en tu centro laboral. De cualquier modo no es ese el espacio para cultivar la relación de pareja. En algún momento también ella empezará a trabajar y no estará a mano para colorear tu jornada. Tendrás que encontrar otros incentivos laborales y ella debe continuar buscando su espacio en la vida social y profesional, lo cual no niega que disfruten de la vida en pareja en espacios más propicios. No la esperes tanto: encuentra lo necesario para disfrutar tu día y deja que su visita te sorprenda.
Mariela Rodríguez Méndez, Máster en Psicología Clínica y psicoanalista
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