C.C.: Empecé mi vida sexual a los 18 años, con un muchacho siete años mayor que yo. Durante nuestra relación, que fue de dos años, nunca alcancé un orgasmo. Por más que lo intentaba siempre me echaba para atrás por la sensación de que me iba a orinar. Por ese miedo siempre paraba. Ya no estamos juntos, pero una vez más que otra tenemos encuentros sexuales y aún me pasa lo mismo. Pienso que soy una más de las tantas mujeres anorgásmicas que existen en el mundo. No soy fría. Me excito bastante, porque aún me gusta. Pero cuando me siento en el cielo toco tierra rápido porque me da esta sensación de que me voy a orinar. ¿Qué hago? ¿Sigo adelante a pesar de esta horrible sensación o es que tengo que buscar otra pareja que tenga su miembro mucho más grande que el de mi antiguo novio?
Seguir adelante a pesar de esa sensación es lo más recomendable. Lo más probable es que no orines, aunque algunas mujeres sí lo han hecho y la pareja no ha perdido calidad por ello.
En la mujer, la uretra es un conducto de unos cuatro centímetros que parte de la vejiga y se encuentra próximo a la pared anterior de la vagina. Termina en el vestíbulo detrás del clítoris. Esta conexión entre vejiga, vagina y clítoris condiciona esta sensación que experimentas cuando estás cerca de tu vivencia orgásmica. No tienes por qué reprimirte en ese instante. Puede ser una señal de que todo está funcionando bien.
Tu historia permite inferir que el tamaño del pene de tu novio está bien para ti. De hecho, él llega a excitarte cuanto necesitas; eres tú quien no se da permiso para seguir sintiendo.
A pesar de la mitología popular y los simbolismos con los que se asocia, el tamaño del pene no es esencial para conseguir el orgasmo femenino.