A.F.: Tengo una relación enigmática con una joven de 33 años. Se deja acariciar todo su cuerpo, excepto los pies. A pesar de permitirme caricias vaginales y sexo oral, siempre hay un momento en que me separa bruscamente alegando que le hace cosquillas. Mi eyaculación es precoz, por eso me propongo excitarla bien. Creo que jamás ha llegado al orgasmo conmigo, pues no ha mostrado ninguna de las características físicas de este momento clímax. Me ha expresado su satisfacción con algunos gestos, como leerle poemas y tratarla románticamente. Nos hemos visto diez veces distanciadas en el tiempo. Tengo 59 años.
Lo enigmático es alimentado por la falta de diálogo. Usted trata de adivinar, le faltan respuestas, pero no parece que conversen mucho. ¿Por qué no preguntarle cuál es su posición respecto a la relación?
Tal vez ella no lo tenga muy claro, pero usted tendrá más elementos para resolver su enigma. Podrá valorar si su ausencia de orgasmo es porque no se entrega verdaderamente, no ha aprendido a sentirlo u otra razón referida a usted, como la edad o lo que llama eyaculación precoz, que de ser tal puede recibir tratamiento.
Muchas veces esas cosquillas son preliminares a la vivencia orgásmica. Algunas mujeres tienen dificultad para entregarse a ese cosquilleo y, sin darse cuenta, se cierran las puertas del clímax.
En lo que a usted respecta, parece difícil de aceptarla así. Todo lo que considera satisfactorio para una mujer deja de funcionar con ella. Quizá deba improvisar nuevos métodos o simplemente preguntarle sus preferencias. Es posible que se sienta en deuda con ella por la histórica atribución del hombre como responsable del placer femenino, pero una relación es de dos y de ambos depende su destino.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica, consejera en ITS y VIH/Sida y psicoanalista
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