Al comenzar cada año, con optimismo, solemos hacer balance de lo que pudimos hacer mejor en el anterior
La persona sabia huye de cuatro defectos: deseos desordenados, determinaciones irrevocables, terquedad y egoísmo.
Patanjali
Al comenzar cada año solemos hacer balance de lo que pudimos hacer mejor en el anterior. Con optimismo replanteamos metas relacionadas con la familia, la salud, el trabajo, los sueños incumplidos… Pero luego, ¿cuánto de eso consumamos realmente? ¿Planeamos en detalle cómo lograr cada propósito, o nos quejamos del tiempo escaso y las condiciones adversas?
Para que las buenas intenciones no terminen en decepción (con su alto costo en salud y felicidad), la sicología moderna y las ciencias aplicadas a la elaboración de proyectos sugieren dividir esas metas por meses y días, y prever alternativas flexibles según los contextos sociales.
El Ayurveda, un sistema integral de salud surgido en la India hace más de diez mil años, te recomienda, además, tener en cuenta tu condición de ser biológico y desarrollar hábitos ajustados a los cambios más o menos sutiles de los ciclos de la naturaleza en cada hora para optimizar el intercambio energético con el entorno y potenciar tu capacidad de crear y descansar.
El Ayurveda es una ciencia para la vida, y como tal reconoce como necesidades básicas el alimento (incluida el agua), el descanso y el sexo. Cualquiera de estos que funcione mal afecta los elementos funcionales (doshas) y reduce la inmunidad. El secreto para que te resulten nutritivos es simple: disfrutarlos con el tiempo correcto (en intensidad y momento), la compañía adecuada y de forma fluida, como la naturaleza.
Estos conceptos intuitivos han sido validados por la ciencia en el último siglo, gracias al desarrollo tecnológico que facilita el registro de parámetros ambientales como temperatura, humedad, contenido electromagnético de las capas atmosféricas, velocidad de rotación de la Tierra, luminosidad… a los que se suman las investigaciones sobre inmunidad, estados de alerta o descanso y los trastornos epigenéticos, e incluso estudios a nivel molecular del reloj biológico que rige la adaptación de los organismos vivos a las pautas ambientales (ciclos circadianos), por los que en 2017 ganaron el Nobel de Medicina los estadounidenses Jeffrey C. Hall, Michael Rosbash y Michael W. Young.
Cuando aplicamos este conocimiento a nuestra conducta cotidiana nos acercamos a un bienestar físico y mental que potencia la creatividad, mejora el rendimiento y armoniza las relaciones interpersonales, ayudándonos a fluir en la vida sin apego a los resultados de nuestras acciones. Incluso retarda el proceso de envejecer, según muestran las investigaciones, porque la rutina adecuada protege el telomero de las células, estructura que les indica cuándo dejar de multiplicarse y generar nueva vida.
En el Ayurveda, esta rutina saludable recibió el nombre de Dinacharya (en sánscrito) y sugiere pasos regulares asociados a las tres etapas del día, a las que nombran Vata, Kapha y Pitta. Cada una se repite dos veces en el día, en ciclos permanentes de cuatro horas, y por sus cualidades energéticas marcan horarios propicios para el aseo físico, el descanso (sueño y meditación), el tipo de alimentación y ejercicio corporal (incluido el sexo y las tareas domésticas), el pico de creatividad para enfocarte en tu empleo, el momento de organizar la próxima jornada y el tiempo de placer individual o con las personas que nutren tu felicidad, para compartir pasa tiempos, paseos, charlas…
Las actuales escuelas de Yoga han ajustado este modelo a las condiciones modernas, conservando su esencia: recibir y despedir el día agradeciendo la vida, entonar el cuerpo y la mente con automasajes, estiramientos y respiración consciente, adoptar posturas que favorezcan el funcionamiento adecuado y reparación de los órganos al caminar, trabajar, o recrearte…
Como buen mecanismo de precisión, el cuerpo y la mente se adaptan a esos sencillos rituales, que no demandan mucho esfuerzo ni medios muy caros. Al principio implican un extra de disciplina para acomodar horarios, pero si la pareja o familia los asume de conjunto, pronto se estarán dando ánimo mutuamente al ver que los días rinden más, logran surfear situaciones estresantes sin herirse, las metas se cumplen, mejora la salud sin grandes sacrificios ni dependencia farmacológica, el cuerpo se estiliza y disfrutan sus movimientos con soltura, con una alegría estable, endógena, que no depende del humor ajeno.
De hecho, en la infancia seguimos muchas de estas rutinas de modo intuitivo, así que la educación debería contribuir a afianzarla, no a desarticularla con el agitado estilo adulto de las modas tóxicas. Como buen método natural, el equilibrio logrado se «contagia» fácilmente y repercute en la calidad de vida de las mascotas, las plantas y todo lo vivo que nos rodea.