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Apple, Samsung y la maldición del siete

Los equipos móviles se reinventan cada vez más rápido. ¿Conspira esta velocidad creativa con su calidad?

Autor:

Yurisander Guevara

En un símil apresurado, Apple y Samsung representan para la industria de los equipos móviles lo que Lionel Messi y Cristiano Ronaldo significan en el mundo del fútbol: calidad y excelencia. Así lo han demostrado estas marcas durante los últimos años, con unos productos cuyas prestaciones dejan boquiabiertos a muchos.

De hecho, en la actualidad cualquier teléfono inteligente o Tablet PC tiene un poder de cómputo que supera al del Apollo 11, la aeronave que los estadounidenses posaron en la Luna en 1969. Desde que salieron al mercado en 2007, hace casi diez años, los smartphones han revolucionado la vida humana.

Así, cada año se produce un despliegue tecnológico que supera a su predecesor, y las generaciones de equipos móviles mejoran sustancialmente. Pareciera que ha transcurrido mucho tiempo, pero simplemente asistimos a una era donde la tecnología tiene fecha de vencimiento cada 12 meses, incluso menos.

Esta velocidad parece estar conspirando contra la calidad, a juzgar por los acontecimientos de las últimas semanas, desastrosos para Apple y Samsung. En ambos casos, el número siete se perfila como «maldito»: y es que el iPhone 7 y el Galaxy Note7, lanzados recientemente, presentan un cúmulo de problemas tecnológicos que ponen a estas compañías en jaque.

¡Cuidado, explota!

Comencemos por Samsung, que presentó primero su Galaxy Note7 el pasado 19 de agosto, como sucesor del Note 5. Con 4 gigabytes (GB) de memoria RAM, resistencia al agua, una carcasa de metal y vidrio, y las dimensiones de su pantalla fijadas en 5.7 pulgadas, este teléfono es el buque insignia de la empresa sudcoreana.

Entre sus características principales se encuentra una capacidad interna de almacenamiento de 64 GB, expandibles a 256 GB, espacio que en un móvil se antoja «infinito». Además, su batería de 3 500 mAh de iones de litio viene con una autonomía de uso de hasta 12 horas seguidas, y es capaz de ser recargada en una hora.

Hasta ahí todo muy bien, tanto que en dos semanas de ventas Samsung alcanzó 2,5 millones de copias en manos de los consumidores. Fue entonces cuando comenzaron los problemas, porque el Galaxy Note7… ¡explota!

Al menos 40 casos se han registrado ya de celulares de este tipo que al ser recargados se hicieron pedazos. Virales se han vuelto en internet videos de los terminales destrozados, donde se muestra, además, a un niño que resulta herido, un hombre que pierde su auto cuando se incendia el teléfono mientras lo cargaba, y una mujer que lanza su cartera en un ataque de pánico cuando el aparato explota dentro.

Esta es la peor pesadilla que puede tener un fabricante. Samsung reaccionó bien desde el primer momento y detuvo la venta de sus equipos para estudiar el problema, al tiempo que solicitó la devolución de los aparatos en manos de sus clientes. Pero el miedo se propaga rápido.

En Estados Unidos, la Administración Federal de Aviación prohibió que los Galaxy Note7 sean usados en los vuelos o despachados en el equipaje que va en la barriga de los aviones. Otras aerolíneas extranjeras, como Qantas, Jetstar y Virgin Australia, hicieron lo mismo, «a fin de evitar accidentes graves», recordó un despacho de AP.

Seguidamente, se propagó un rumor de que Samsung activaría de forma remota un programa para «matar» los Note7 y así evitar daños, algo que la empresa tuvo que desmentir, mientras en las redes sociales las burlas derivaron en lo que ya se conoce como el #BatteryGate, en alusión al famoso caso de Watergate que depuso al presidente norteamericano Richard Nixon.

En unos días, las acciones de la empresa se desplomaron en los mercados bursátiles y las pérdidas se estiman en al menos 14 000 millones de dólares, según CNN Money.

La empresa explicó que el problema se debe a un tipo de batería manufacturada por su filial sudcoreana Samsung SDI, donde algunas partes que nunca debieron entrar en contacto lo hicieron por un «muy inhabitual error de producción».

«Los fabricantes de smartphones intentan colocar estas baterías en un muy pequeño y fino aparato», explicó a la AFP Hideki Yasuda, analista en el Ace Research Institute en Tokio. «Dado que las baterías generan energía mediante una reacción química, es difícil reducir el riesgo de ignición a cero», añadió.

Yasuda recordó que este fenómeno ha ocurrido antes en productos como los ordenadores portátiles Sony Vaio, bicicletas eléctricas, incluso en componentes de los aparatos Boeing Dreamliner.

Samsung, entretanto, aseguró que el problema estaba resuelto y a inicios de este octubre envió de vuelta los Note7 al mercado. Uno de los recambios explotó en un vuelo de Virgin Airlines la semana pasada, y otro hizo lo mismo mientras una usuaria lo cargaba. Tras este déjà vu, Samsung anunció el martes, a menos de dos meses de su lanzamiento, la «muerte» del Note7. No lo producirá más.

Las últimas generaciones de teléfonos de Samsung y Apple presentan serios problemas.

Zumbido a granel

En Cupertino, Estados Unidos, los creadores del iPhone presentaron su décima generación hace unas semanas. Los de Apple siempre tienen un mantra para las «coincidencias», y escogieron el séptimo día del noveno mes del año para revelar el iPhone 7 y el 7 Plus (algo más grande).

Estos teléfonos cuentan con un procesador A10 Fusion (sería el más rápido de su tipo), y las mejoras principales se enfocaron en las cámaras para fotos, delantera y trasera, capaces de lograr imágenes de calidad en condiciones de poca luz y con una fidelidad asombrosa. Asimismo, graba videos en Ultra Alta Definición, la ya popular 4k.

Acaso su característica más llamativa es que sus audífonos pasan a ser inalámbricos, detalle que molestó a no pocos de sus seguidores más fieles en cuanto foro existe en internet.

Y como dije, el siete es el número de la mala suerte para esta generación de teléfonos inteligentes. A la semana de salir a la venta, en Alemania los usuarios comenzaron a sentir un extraño y constante zumbido. Parecía que el iPhone contenía una abeja en su interior.

El sonido se genera cuando se utilizan varias aplicaciones al mismo tiempo, y se especula que proviene del procesador del aparato. Bajo las etiquetas #HissGate y #BuzzGate, Twitter hirvió de publicaciones donde los usuarios se preguntaron si otras personas experimentaron el problema.

Retornan las pesadillas para Apple, que al presentar su iPhone 6 Plus vivió el escándalo conocido como Bendgate, ya que los primeros terminales despachados a las tiendas se doblaban al sufrir algún tipo de presión.

Y tal como le ha sucedido a Samsung, la situación tiene otros añadidos negativos.

Primero están los audífonos inalámbricos, bautizados por Apple como AirPods. Algunos usuarios denunciaron a través de Twitter problemas con ellos al conectarlos de forma inalámbrica, pues el accesorio del volumen del cable —en algunos casos— deja de funcionar. También se han reportado problemas con el nuevo adaptador que conecta los audífonos tradicionales al teléfono.

Otro fallo conocido de este nuevo modelo se relaciona con el modo avión, funcionalidad que desconecta todas las conexiones, tanto de la red móvil como de la wifi. Ello «traumatiza» al iPhone 7. Una vez que se desactiva el modo avión, es incapaz de volver a conectarse a red alguna.

Apple solo ha reconocido por el momento el problema de los audífonos, pero no ha emitido comentario alguno acerca del zumbido o el trauma del modo avión. Tampoco ha dicho nada sobre los tres casos de iPhone 7 que como los Note7… ¡también explotaron!

Estamos asistiendo a una debacle que impone una pregunta: ¿el rápido «avance» tecnológico está siendo lo suficientemente puesto a prueba? Y es que los fabricantes ya lanzan nuevos modelos en ciclos inferiores a los 12 meses, lo que parece ser una carrera desenfrenada dictada por el mercado.

Unido a ello, las características de estos últimos celulares, analizadas a fondo, apenas son cambios cosméticos comparados con su versión anterior. Ojalá que Apple y Samsung se cuestionen todo esto. A fin de cuentas, Messi y Cristiano son los mejores porque han refinado sus habilidades hasta alcanzar el «modo dios», y eso no se logra en menos de 12 meses. ¿Usted no cree?

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