Para nadie es un secreto que las relaciones personales han cambiado mucho con la aparición de múltiples nuevas tecnologías de las comunicaciones
Si antes era habitual encontrar pareja en el centro de estudio o de trabajo, en el círculo de amistades o de manera fortuita en la calle, en algún encuentro casual, cada vez es más frecuente que eso suceda en los novedosos escenarios de la comunicación virtual.
Múltiples estudios sobre el tema hablan de las bondades y peligros de estas nuevas «relaciones virtuales», donde casi siempre la persona construye un «otro yo», en un intento por agradar a la otra, o al menos asegurarse la primera cita real, con la esperanza de que esa sea su media naranja deseada.
Incluso en Cuba el fenómeno comienza a ser evidente, especialmente entre los más jóvenes, que han encontrado en las redes sociales un espacio para la búsqueda del amor, ya sea en el traspatio, o allende a las fronteras.
Un estudio muy reciente del Centro de Investigación Pew, un organismo estadounidense que analiza tendencias contemporáneas, reveló que el 66 por ciento de las personas que utilizan alguno de los sitios de búsqueda de parejas, muy populares en Estados Unidos, han concertado allí posibles encuentros con futuros novios o novias.
Lo más interesante de la indagación es que revela cómo ha cambiado la percepción con respecto a estas formas de encontrar al otro, pues una década atrás muy pocos creían que los sitios de Internet podrían realmente servir para encontrar al hombre o mujer de su vida.
Lo cierto es que la mayor experiencia en su uso, la masificación de estas plataformas, e incluso las historias reales de quienes se han juntado y formado una familia gracias a ellas, han hecho que por lo general se confíe un poco a la hora de indagar por el amor deseado.
No obstante, la mayoría de los especialistas consultados sugieren que todavía herramientas como el correo electrónico, los mensajes de texto por celular y hasta las redes sociales, sirven mayormente para solidificar, o también separar, a relaciones establecidas de una u otra forma primero en el mundo físico.
Por ello, como indica la investigación citada anteriormente, el fenómeno de «googlear» o «facebookear» a alguien cada vez es más fuerte.
Indicadores sobre el uso de redes sociales como Facebook o Twitter en América Latina, por ejemplo, señalan que más del 63 por ciento de los jóvenes reconoció haberlas utilizado para indagar sobre otra persona con la cual quisieran tener o tienen algún tipo de relación amorosa.
Esa forma de uso sitúa al fisgoneo del otro como el motivo más frecuente por el cual se utilizan las redes sociales, seguido de encontrar información sobre amigos o conocidos a los que hace tiempo no se les ve.
La investigación del Centro Pew encontró que el 38 por ciento de los solteros que están a la caza de pareja, o el 32 por ciento de quienes están casados o en relaciones estables de menos de diez años, reconocieron haber buscado información acerca de su «ex» en sitios web y redes sociales.
Este chismoseo en la red puede ser contraproducente en muchos casos, especialmente porque cuando se trata de los espacios sociales en muchas ocasiones quedan olvidados en galerías de fotos, videos o informaciones de perfiles datos de anteriores relaciones, y hasta de simples conocidos, que pueden provocar suspicacias y más de un altercado entre las parejas.
Otro problema que trae el uso de las redes sociales es que muchas veces, aunque nosotros cuidemos nuestra propia privacidad, puede pasar que alguien ajeno suba fotos o videos de actividades donde se esté, sin nuestra autorización, y nos provoque un innecesario conflicto.
Sin embargo, tampoco se trata de demonizar un medio de comunicación por su mal uso, que a la postre también puede ser bueno, como sugiere la investigación «Uso y percepción de la Internet para la información sexual y parejas», de los científicos Katrina Kubicek, Julie Carpineto, Bryce McDavitt, George Weiss y Michele D. Kipke.
Ellos sugieren en su trabajo que a la par de los riesgos, también puede ayudar a conocer más sobre la persona con la cual nos relacionamos, pues «Internet es cada vez más utilizada no solo como un espacio para encontrar parejas sexuales, sino también como un lugar para rastrear información sobre prevención y riesgos asociados con la búsqueda de parejas en línea».
Además, como sugieren los del Centro Pew, que se busque información del otro no significa que quien lo haga sea tan casto y puro, ya que casi la mitad de los encuestados reconoció que también en alguna que otra ocasión habían coqueteado con alguien que no era su pareja.
El fenómeno de reconstruirnos, junto al de la privacidad, o las distorsiones comunicativas, son los que más preocupan a sociólogos y otros estudiosos que han indagado sobre el uso de las nuevas tecnologías y las relaciones de pareja.
Como bien señala el periodista José M. Sánchez «Daze» en su blog elcaos.wordpress.com al referirse a cómo Internet cambió el amor, este fenómeno viene desde los programas de mensajería instantánea «donde, en muchas ocasiones, no sabemos expresar lo que queremos decir y acabamos por dar a entender todo lo contrario. Es entonces cuando una voz suena en tu cabeza y te obliga a efectuar una llamada telefónica para arreglar la discusión, excusarse y explicarse».
Algo similar sucede con los mensajes de texto por los móviles e incluso con el correo electrónico, pues por más que se hayan inventado emoticones, íconos y demás recursos para enriquecer la comunicación escrita virtual, todavía siguen siendo determinantes las expresiones, gestos e incluso inflexiones de la voz para entendernos cabalmente.
Es por ello que expertos como la psicóloga y escritora argentina Beatriz Goldberg, han alertado en sus escritos sobre las bondades y peligros que encierran las relaciones de pareja virtuales, y el confiarlo todo a la soledad del teclado, desdeñando la importancia del encuentro físico para cimentar una verdadera relación.
Se puede amar a distancia, por correo o por Facebook, pero al final será la presencia física de dos en un mismo espacio lo que determine si se concreta y/o consolida la relación.
Aun así, es innegable que el mundo de las parejas ha dejado de ser igual desde que existen las nuevas tecnologías de la comunicación, y es por ello que se deben aprovechar adecuadamente sus posibilidades.
Además, es un error creer que se trata de un fenómeno de otras latitudes o al cual estamos ajenos si no tenemos Internet, acceso a las redes sociales o teléfono celular.
El impacto de las nuevas formas de comunicación no deja afuera a nadie, ya que si no somos nosotros mismos los que lo hacemos, alguien de una u otra forma nos estará involucrando al poner o buscar información en algún espacio en la red, o simplemente al hacer llegar por correo o por un mensaje multimedia de celular una foto o información que preferíamos que no fuera conocida por el otro para ahorrarnos molestas explicaciones.
Lo que sí no ha podido cambiar ninguna tecnología, por más novedosa que sea, es la importancia del respeto, la confianza mutua y el espacio común compartido, aun cuando el amor pueda estar esperándonos a la distancia de un click.