Un proyecto internacional pretende contribuir a la conservación in situ de un grupo de especies, razas y variedades de trascendencia global y nacional para la alimentación y los ecosistemas que las albergan, mediante el empleo de prácticas agrícolas sostenibles
Cuba tiene grandes retos por delante y uno de esos es el incremento de la producción. Asumirlo implica no solo garantizar la seguridad alimentaria, sino también, a la par, respetar y manejar de manera adecuada los recursos naturales disponibles en el país.
Tomando esas dos premisas como punto de partida para el desarrollo de iniciativas que, desde lo local en primera instancia, puedan contribuir al progreso económico del país, surge el proyecto para la introducción de nuevos métodos agrícolas para la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, incluyendo recursos fito y zoogenéticos, en paisajes productivos en áreas seleccionadas de Cuba (Cobimas).
Financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente, en asociación con la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la Agricultura (FAO) y el Ministerio de la Agricultura, desde el presente año y hasta 2023, Cobimas desarrollará tres experiencias piloto en cuatro áreas protegidas, dos de ellas con la categoría de Área Protegida de Recursos Manejados y dos de Refugios de Fauna.
La intención primordial es contribuir a la conservación in situ de un grupo de especies, razas y variedades de trascendencia global y nacional para la alimentación y los ecosistemas que las albergan, mediante el empleo de prácticas agrícolas sostenibles.
El director nacional del proyecto, el Doctor en Ciencias Agrícolas Alfredo Socorro García, del Instituto de Investigaciones Fundamentales en Agricultura Tropical, en conversación con Juventud Rebelde comentó que estas prácticas de manejos siguen el concepto ahorrar para crecer, promovido por la FAO, con lo que es necesario conjugar y reforzar mutuamente objetivos de conservación, ambientales, productivos y de mejoramiento de las condiciones de vida de productores y de la población de esas áreas de intervención.
«La expansión de la agricultura presiona los ecosistemas naturales, específicamente aquellas prácticas agrícolas no sostenibles. Ello, sumado a los efectos del cambio climático, ha contribuido a la disminución de la biodiversidad, incluyendo recursos genéticos de importancia para la seguridad alimentaria del futuro.
«Esperamos, con la implementación de la Intensificación Sostenible de la Producción Agrícola, lograr transformaciones e impactos de recuperación en los paisajes agrícolas, a la vez que ansiamos reducir esa presión sobre los ecosistemas naturales», apuntó.
A partir de la documentación y diseminación de evidencias generadas en los espacios locales y con la sistemática articulación participativa de productores y otros actores involucrados en la actividad agropecuaria y de conservación, Socorro García asegura que se generará un ambiente propicio para facilitar propuestas de modificación en el marco regulatorio para la extensión de una agricultura de conservación en los ecosistemas del país.
Explica el investigador que no es la agricultura clásica, con arado en tierra y uso de productos químicos. «Esta es una agricultura que se sustenta en la menor invasión posible al suelo, la correcta rotación de los cultivos, así como en el uso de la sinergia entre paisajes manejados y zonas agrícolas. Se puede reducir significativamente la aplicación de químicos si mantenemos los suelos, cubiertos de material vegetal, por ejemplo, con lo que se logra disminuir la tasa de evaporación del suelo se ahorra agua y con el tiempo de arado que se reduce, se ahorra combustible con la consiguiente reducción de la emisión de dióxido de carbono…».
Cuatro componentes conforman la base de la estructura del proyecto. Uno de ellos es el conocimiento, la mapificación y la gestión de los recursos fito y zoogenéticos que son importantes para el futuro agrícola. El enfoque ahorrar para crecer y el fortalecimiento del ambiente habilitador para la agricultura sostenible y la conservación de esos recursos, así como la gestión, el monitoreo y la evaluación del proyecto.
Socorro García señala que «existe un grupo de especies de importancia global para la alimentación y la agricultura que, dadas las características que tienen en cuanto a su amenaza, sitios de localización en el país, valor endémico, entre otros aspectos, representan recursos con alta necesidad de preservación en determinadas áreas especificas donde el proyecto va a intervenir.
«En cuanto a los recursos fitogenéticos podemos mencionar el género al cual pertenece el arroz (Oryza spp), el boniato (Ipomoea spp), variedades tradicionales de maíz (Zea mays), y yuca (Manihot esculenta), el género Capsium spp al que pertenecen los ajíes y pimientos, el anón y la guanábana (Annona spp) y el melón (Citrullus lanatus). Los recursos zoogenéticos incluyen la cabra criolla, la gallina cubalaya, el cerdo criollo, el conejo pardo cubano y la abeja melipona».
—¿Cuáles son los principales resultados previsibles?
—Obtendremos beneficios directos en 30 000 hectáreas, 20 por ciento de las cuales son atendidas por mujeres. Otras 585 000 hectáreas serán beneficiadas indirectamente. El 50 porciento de los productores incorporados al proyecto incrementan la confianza en las prácticas de intensificación sostenible de la producción agrícola (ISPA) y 800 mejoran sus ingresos.
«Podemos vaticinar además que se logra el manejo y la conservación de recursos fito y zoogenéticos de importancia global y aumentan sus poblaciones, desplazándose hacia una categoría de amenaza menor.
«Es importante además destacar que se fortalecen las capacidades organizacionales de 19 instituciones nacionales de investigación, quedando entrenado el personal técnico para facilitar los procesos de implementación, sistematización y difusión de experiencias en la adopción de prácticas de conservación de los recursos».
El Director del Proyecto agrega que la validación de una metodología para la adopción, el monitoreo y la evaluación del enfoque ISPA, adaptado a las condiciones de Cuba y la mejora del grado en que los sectores de la política y el marco regulatorio incorporan consideraciones de la biodiversidad y la agricultura sostenible son también resultados positivos a tener en cuenta.
«Este es un año de prospección, capacitación y consolidación de la línea base. Cuando tengamos los resultados, a partir de la capacitación de los productores, pasaremos a capacitar a los decisores», señala.
El experto insiste que Cobimas se sustenta en el enfoque de una agricultura «amigable con el medio ambiente», mediante el uso sostenible de la agrobiodiversidad y la implementación de nuevas tecnologías. «Cabe señalar que otros proyectos han transitado a través de esta aproximación, y también se ha podido fortalecer la relación Campesino-Campesino apoyada por la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, la cual promueve las prácticas de manejo agroecológicas en todas las provincias cubanas desde inicios del siglo XXI».
Por otro lado, Cobimas aspira a seguir la línea de fomentar el intercambio de experiencias entre agricultores de distintos territorios, mediante talleres de capacitación y ferias campesinas, agrega. Además será un espacio ideal para fortalecer la cooperación interinstitucional de centros como Inifat, Cimagt y el grupo empresarial Flora y Fauna, así como otras entidades de investigación científica dentro del sector agropecuario.