Lograr que la fortaleza científica y tecnológica que constituye el Instituto de Investigaciones Porcinas siga revirtiéndose en incrementos productivos, es uno de los desafíos de esa institución y del sistema de la agricultura
«Durante muchos años este ha sido seleccionado el mejor instituto de investigaciones del Ministerio de la Agricultura. Es un centro con los pies en la tierra, que realmente está metido con nosotros en la producción, para que las cosas se lleven a la práctica y haya más carne de cerdo».
Así expresó a la prensa Norberto Espinosa, director del Grupo de Producción Porcina del Ministerio de la Agricultura, tras una visita al Instituto de Investigaciones Porcinas (IIP), centro responsable de brindar atención metodológica a cooperativistas y campesinos independientes con el fin de estimular la crianza del animal.
La institución se creó en 1972 para encontrar soluciones nacionales que permitieran el rápido incremento de la producción porcina en Cuba, en momentos en que la carne de cerdo en el sector especializado solo alcanzaba un volumen de aproximadamente 20 000 toneladas en pie por año.
El centro ha ido evolucionando con un trabajo integral, y la labor de sus especialistas ha permitido, a través de la investigación, la transferencia y la innovación tecnológica, contribuir a la solución tanto de los problemas productivos como de los ambientales que presenta el sector.
Según explicó a este diario Alfred Crespo Dorta, director general de la institución, a partir de 1996 esta adoptó un modelo de gestión mediante proyectos y servicios científico-técnicos, adaptados a las demandas e intereses de la producción.
«Estos objetivos están avalados por el trabajo de especialistas de alto nivel en áreas que incluyen la alimentación y manejo, la producción de alimentos, la genética, la reproducción y la inseminación artificial, así como lo referido al medio ambiente y los sistemas integrados de producción, entre otras.
«Hemos fortalecido la extensión de los resultados científico-técnicos así como la capacitación del personal vinculado a la porcicultura nacional».
Una de las principales prioridades del IIP es el mejoramiento de las especies. Por ello sus especialistas han desarrollado un intenso trabajo en los programas de selección y las políticas de cruzamientos, fundamentalmente a partir de las razas puras: Yorkshire, Landrace, Duroc y Hampshire, traídas a Cuba procedentes de Canadá, al igual que en la conservación, evaluación, mejora y uso del cerdo criollo de Cuba.
«Un aspecto importante a destacar —explicó Crespo— es la introducción y reproducción de ejemplares de alto valor racial, así como su adaptación a las condiciones de nuestro clima, lo que ha permitido que Cuba cuente en la actualidad con un fondo genético porcino de valioso potencial.
«Además, se ha desarrollado el manejo y la aplicación de procedimientos biotecnológicos en todas las formas productivas de crianza.
«Nuestros especialistas también han trabajado en la implementación de la metodología BLUP, novedoso método de estimación del valor genético creado en el exterior, que ha permitido elevar más rápida y eficientemente la calidad de los rebaños de cerdos en todos los sectores de la producción, y ya fueron elaboradas las estrategias de trabajo conjunto con la Empresa Genética Porcina».
—Se reconoce la labor del centro en la extensión de la inseminación artificial, técnica tradicionalmente muy empleada en el ganado vacuno, y no tanto en el porcino.
—Así es. Es que la introducción de la inseminación artificial a partir de centros de procesamiento de semen, permite la producción de dosis seminales de más calidad procedentes de berracos genéticos élite, para abastecer el sistema de producción porcina.
«Esto último también ha sido posible gracias a nuestros programas de manejo de la cochinata y los sementales, así como a la producción del diluyente cubano DICIP, capaz de mantener el semen con una óptima capacidad fertilizante hasta las 72 horas posteriores a su dilución.
«Para poder extender todos nuestros proyectos de desarrollo, el IIP cuenta con una instalación con 120 reproductoras a modo de granja demostrativa, destinada a la capacitación en el manejo de las últimas tecnologías introducidas».
Uno de los temas priorizados por el instituto ha sido el diseño de plantas procesadoras de desperdicios y residuos alimentarios, así como el estudio de estas fuentes nutricionales y su formulación para el consumo de los cerdos. La tecnología desarrollada es sencilla y además constituye una solución ecológica y económica, por representar una posible fuente de sustitución de importaciones.
«Adjunto al IIP se encuentra el centro de promoción y desarrollo del biogás, donde se muestran los logros y experiencias de sus especialistas, reconocidos nacional e internacionalmente, particularmente en el diseño, construcción y montaje de biodigestores de cúpula fija y de bolsa plástica, destinados al tratamiento de residuales porcinos y de los diversos usos que puede tener el biogás.
«También aquí puede apreciarse el sistema de pulido final de las aguas residuales para su reutilización en la limpieza de los corrales o en la agricultura. Las fracciones sólidas pueden ser usadas directamente como abono orgánico o como sustratos para la cría de lombrices en la producción de humus de alta calidad.
«Otra alternativa viable, específicamente para el sistema productivo a pequeña y mediana escala, es la tecnología de camas profundas, que consiste en la sustitución de los pisos de concreto por una cama de 50 centímetros de profundidad, conformada por diferentes materiales vegetales disponibles localmente. Constituye una forma de ahorro de agua, pues solo hay que limpiar el pasillo donde se les pone el alimento a los animales».
—A casi 40 años de fundado, ¿qué nuevos retos aguardan al IIP?
—Continuar el estudio de la cadena productiva del cerdo con el fin de conocer sus demandas. Además, la necesaria integración de la producción porcina con la agricultura mediante la aplicación de tecnologías para procesar, conservar y enriquecer las fuentes de alimentación, fomentando el reciclaje y la sustitución de importaciones.
«Una tarea de alta prioridad a la cual nos enfrentamos es elevar cada vez más la calidad de la carne, así como la implementación de tecnologías de avanzada en las instalaciones porcinas destinadas a mejorar el confort, la calidad del ambiente y la bioseguridad».
La tecnología diseñada por el IIP para la alimentación porcina, basada en potencialidades locales, constituye uno de sus grandes aportes a la ciencia nacional. Con ese sistema se pueden producir con eficiencia cerdos con peso adecuado para sacrificar —hablamos de entre 90 y 95 kilogramos—, en períodos de entre 120 y 140 días.
El resultado se ha extendido al sistema de producción porcina cooperativo-campesino, que se sustenta en contratos mutuamente beneficiosos con las empresas porcinas provinciales y sus direcciones municipales.
El libro Tecnologías y procedimientos para la crianza porcina con alimentos nacionales, que resume la experiencia científica, se ha convertido en importante herramienta de difusión de ese conocimiento.
Solo con la correcta aplicación y expansión de estos resultados científicos, podrán cumplirse los planes del país para la producción de carne de cerdo.