Descubren propiedades tóxicas en dos especies de ranas que habitan en la región oriental de Cuba
Dos especies de ranitas cubanas son capaces de almacenar sustancias tóxicas en la piel, según reveló un estudio conjunto del Instituto de Ecología y Sistemática de nuestro país y la Universidad Técnica de Braunschweig, de Alemania, publicado en la revista Biology Letters de la Royal Society.
La acumulación de alcaloides liposolubles por las especies Eleutherodactylus iberia y Eleutherodactylus orientalis —entre las más pequeñas del mundo—, las convierte en tóxicas, al estilo de otros grupos de Sudamérica, Madagascar y Asia. Ambas especies son exclusivas de la región oriental de Cuba. Eleutherodactylus iberia habita en áreas del Parque Alejandro de Humboldt (provincias Holguín y Guantánamo) y Eleutherodactylus orientalis en el Yunque de Baracoa, Guantánamo.
La investigación fue liderada por Ariel Rodríguez Gómez, curador de herpetología del Instituto de Ecología y Sistemática (IES) del CITMA, y Miguel Vences, de la universidad alemana.
«Ahora nos corresponde hacer estudios para determinar si otras especies cubanas tienen también alcaloides en la piel y cuáles características de su historia natural pueden haber favorecido la evolución de este carácter en las ranas de Cuba», señaló A. Rodríguez.
«Como investigador, nunca he presentado problemas cuando he manipulado estos ejemplares. No obstante, siempre hay personas más o menos sensibles.
«Hasta tanto no se demuestre su grado de toxicidad, recomiendo no tocar innecesariamente a estas especies, y en caso de hacerlo lo mejor sería lavarse bien las manos al terminar», indicó.
Al parecer la fuente de los tóxicos alcaloides radica en minúsculos ácaros oribátidos y otros artrópodos que, por su talla pequeña, ambas ranitas incluyen en su dieta diaria.
«Dado que los anfibios no son capaces de producir estas sustancias, es lógico pensar que, mientras de menor tamaño sean las especies, más probabilidades tienen de convertirse en venenosas, porque se alimentan de presas diminutas, las cuales son fuente de alcaloides.
Aunque en el mundo existen más de 6 000 especies de anfibios, solo se conocían cuatro grupos capaces de almacenar en la piel estas toxinas. Ellos destacan por sus colores llamativos y contrastantes, que funcionan como advertencias de «no tocar» hasta para el más temible de los predadores.
El nuevo descubrimiento añade un quinto grupo a la lista y permitirá a los científicos un mejor conocimiento de cómo evolucionó esta característica.
Eleutherodactylus iberia —de solo diez milímetros de longitud— y Eleutherodactylus orientalis —de unos 13—, son diurnas, brillantemente coloreadas y muy pequeñas. Es muy posible entonces que empleen su coloración como arma para la supervivencia.
«La diurnalidad es poco frecuente entre las ranas, pero la mayoría de las venenosas, incluidas estas dos cubanas, prefieren el día. En ese horario se exponen, caminan sobre la hojarasca, cantan y se aparean.
«Cuando uno visita las zonas donde habitan en la zona oriental, es llamativa la abundancia de ejemplares lo cual sugiere que su coloración advierte el peligro a los depredadores, que probablemente conozcan el mensaje: no somos un plato apetecible».
Aunque queden muchos agujeros en el conocimiento científico sobre la evolución de ranas en Cuba, este hallazgo constituye un paso significativo.
Ahora corresponde la realización de nuevos estudios para determinar sus niveles de toxicidad y las posibles aplicaciones de estas sustancias en el campo de la biomedicina.
Hasta tanto no se demuestre el grado de peligro para las personas, sería aconsejable no dejarse seducir por el tamaño minúsculo y los atractivos colores de estas ranitas, que, según han demostrado, son chiquitas pero de temer.