Anna Lidia Vega es una escritora que desde nos muestra su talento creativo a través de un interesante, y a veces, escandaloso mundo narrado
La antología personal Tres pasos para un pez de Anna Lidia Vega, una de las novedades que trae ediciones Unión en esta Feria del Libro, recoge en tres tiempos los primeros libros de una autora, que desde su comienzo, nos muestra su talento creativo a través de un interesante, y a veces, escandaloso mundo narrado.
Criaturas en apariencia deformes que conforman un panorama carnavalesco, es el paso inaugural y será un salto donde (el pez) la autora se posesiona en la literatura de los noventa con su libro Bad Painting, Premio David de 1997, y a partir de este momento germina una obra prolífica y profunda.
La sociedad y sus implicaciones en la conducta humana, son reveladas en este libro, desde la penetrante mirada de una autora que aguza sus sentidos a través de la palabra y convoca, en cada texto, a la autenticidad cotidiana como una disciplina diaria sin la cual es imposible una verdadera existencia.
Se las ingenia para darnos el perfil sicológico de los individuos como producto de la sociedad en que habita. Las problemáticas se relacionan con el entorno.. Sus personajes, son el resultado de la asociación de una existencia individual y colectiva. Diseñados diestramente para mostrarnos dónde se originan los conflictos, y cómo emanan de ellos conductas demenciales.
Esta perspectiva se halla en el «primer paso del pez» o Bad Painting, en los relatos Naturaleza muerta con hierba y Collage con fotos y danza, entre otros, el espacio narrado es situado en Kiev, Lvov, Peter, Moscú, Minks y Odessa. Lo cual evidencia su telón de fondo: la realidad de un sector de la población de la Unión Soviética en el período de la perestroika. La decadencia de un régimen, el caos, y su repercusión en el ser humano. Manifiesta cómo un segmento de los jóvenes de la época se mueven desorientados por la incertidumbre a la que están obligados a enfrentar dentro de un gigante cambio de estructuras políticas e ideologías, las que conllevan a frustraciones personales y situaciones límites.
La crisis existencial se desliza entre los personajes y toma forma de drogadicción, alcoholismo, suicidio y locura
Sus personajes son creados magistralmente.
Producidos con un excelente dominio de la narración, adicionándole un poder sensitivo expresado a lo largo de estas tres obras, determinante para que sus lectoras y lectores traduzcan con facilidad ese lenguaje intuitivo y encuentren la motivación hacia un universo espiritual que va más allá de la comunicación interpersonal.
Relatos narrados con un exquisito sentido del humor, sus protagonistas se mueven con reacciones coherentes de acuerdo a sus necesidades económicas, justificación muy bien lograda por su autora, quien se empeña en revelar, y lo consigue exitosamente, esa hondura humana donde caben los actos más horrendos.
Las diversas temáticas, recogidas en esta antología, conforman una propuesta inmejorable, para quienes conceden especial importancia al género humano, sus virtudes y perversidades. Son muchos los ejemplos que pudiéramos mencionar: Erre con erre y Rara Avis, relatos donde la prostitución, la migración y la violencia, marcarán un ritmo diferente en la lectura al encontrarnos, ante una autora que no juzga, sino argumenta sobre la conducta, en apariencia repudiable de una mujer y sus decisiones contrarias a los prototipos sociales de madre y esposa. O una joven que vuela y esta ingravidez es atesorada como único valor de una existencia perturbada y desoladora.
La diferencia física, su discriminación, el suicidio y sus consecuencias, se expresan de manera reconciliadora, en Esperando a Elio, cuento del Tercer paso del pez o del libro Imperio doméstico, publicado por Unión en 2001. Relato distinguido por el diseño de dos personajes, cuya visión contraria sobre el suicidio tendrá como resultado una perspectiva interior unificadora, a través de la exposición de un personaje discapacitado y las reacciones de bondad y cariño que despierta en la protagonista. Este enfoque es hallado en otro de sus relatos: La muchacha que no fuma los sábados, donde nos quedará el exquisito sabor de la equidad ante la «desigualdad» de la fisonomía.
La obra de Anna Lidia Vega Serova es una lectura entretenida y amena, entre diversas razones, por su agudo sentido del humor y gran dominio del lenguaje. Teniendo en cuenta que el español «no era» (ya lo es) su lengua madre.
Sus relatos nos dejarán en tres «tiempos o pasos» una mezcla de divertimento y a la vez, de exhortación ante las injusticias cotidianas, al revelarnos esos minúsculos pero perturbadores detalles de la existencia. Sin embargo, el rasgo más sobresaliente de esta autora, es esa astucia y destreza con la cual nos conduce hacia el universo interior de aquellos seres desvalidos y menoscabados, develándonos sus devastadores pensamientos. El pez espada advierte, que son estos relatos una eficaz denuncia del daño producido por la violencia y desigualdad, no solo en la mujer, también en la raza humana.