El volumen, de Julio Miguel Llanes López, prescinde de los abigarramientos del academicismo investigativo para mostrarnos nuevas dimensiones en la vida y la obra del gran revolucionario
Che, entre la literatura y la vida, de Julio Miguel Llanes López, no es un libro más de los que hablan de la vida y obra del Che Guevara, uno de nuestros gigantes líderes, en grandeza y en sencillez.
Con un diseño cuidadoso, prolijo, eficaz y una correcta edición, el Instituto de Investigaciones Culturales Juan Marinello nos incita y nos obliga —¿por qué no?— a la lectura de este título. Y a medida que vamos saboreando un estilo sencillo, libre de las torceduras del lenguaje ensayístico y de los abigarramientos fríos, rígidos, del academicismo investigativo, nos vamos haciendo responsables de conocer nuevas dimensiones en la vida y la obra del gran revolucionario.
Nuevas dimensiones que se tornan exquisitas porque trasladan nuestra imaginación a las rutas de sus viajes por América, nos hacen partícipes de sus criterios sobre la literatura, nos vuelven cómplices de sus escritos a favor de la ética profundamente humanista y progresista.
El párrafo que inaugura el primer capítulo encierra la tesis fundamental del libro y constituye también una síntesis bastante integral del pensamiento, la vida y la obra guevarianas: «Si se quiere descifrar la clave de los vínculos profundos que el Che Guevara estableció entre la literatura y la vida, hay que remitirse al papel desempeñado por la lectura en la formación de su personalidad. Tendría que explicarse cómo lo literario, lo vivencial y cómo sus propias experiencias retroalimentaron el quehacer literario, conformando una especie de espiral que lo integró todo en una dimensión humana más enriquecedora».
Antes de leer el libro, usted, amigo lector, se ha preguntado: ¿Qué leía el Che? ¿Cuáles fueron los libros de cabecera que guiaron el resto de su vida? ¿Puede llamársele escritor? Yo, por mi parte, con la responsabilidad que me compete el acto de comprender desde la crítica la literatura, pregunto: ¿Sabía usted que los viajes del Che, su entrega a la lucha por la libertad de Cuba, del Congo y de Sudamérica, tienen su raiz en las múltiples lecturas que hizo a los clásicos de la literatura universal y latinoamericana? ¿Sabía usted que escribió no solo los consabidos diarios y su obra ensayística, sino también poesías, cuentos y reseñas críticas de obras que le impresionaron?
A pesar de que el Che hizo literatura, nunca se sintió escritor, como le asegura en una carta al argentino Ernesto Sábato: «Y después cuando leí su libro Uno y el universo, que me fascinó, no pensaba que fuera usted poseedor de lo que para mí es lo más sagrado del mundo: el título de escritor».
Después de haber leído Che, entre la literatura y la vida, de seguro admiraremos más a este gigante americano, ya no solo porque fue líder, guerrillero, economista, médico, padre de familia o Comandante, sino también un notable intelectual.
Julio M. Llanes nos regaló un texto que ya no le pertenece. A partir de hoy todos los cubanos amantes del Che, tendrán delante de sus ojos, en sus manos, una verdadera joya que trascenderá los marcos de la historiografía cubana contemporánea para colocarse en el grupo de los grandes libros escritos para la eternidad.