Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La verdad siempre rompe el relato

Autor:

Raciel Guanche Ledesma

En el oscuro sótano de la política estadounidense siempre existe una planta más baja, reservada para la mentira y el descrédito. La maldad con que «argumentan» sus objetivos solo puede ser propia de mentes enfermas y patológicamente incurables.

Dentro de ese sesgo, cada falacia apunta hacia nuevos pretextos para sostener el daño atroz, el egoísmo y el chantaje. Su congénito olfato imperialista así lo dicta desde la naciente formación republicana.

Desde ese entonces hasta la fecha, nada es tan importante para los Gobiernos de turno en Washington que conseguir sus objetivos estratégicos a cualquier costo, sin importar a cuántos millones de personas afecten a su alrededor. El egocentrismo puro y duro trabaja así, orquestando nuevas patrañas para engordar sus bolsillos.   

Enumerar el largo rosario de falsedades contra nuestro pueblo sería hurgar ahora en un profundo etcétera, marcado, eso sí, por la capacidad heroica de los cubanos de vencer las más disímiles campañas de descrédito.

En el último embuste de la nueva administración estadounidense han lanzado sus dardos envenenados hacia uno de los principales bastiones solidarios de Cuba: las misiones médicas en el exterior.

Quizá muchos hemos escuchado la frase de que nada ocurre de forma casual y aislada, sobre todo en política. Que Donald Trump y compañía pongan ahora su mirada infundada sobre los médicos antillanos tiene una lectura clara: necesitan una nueva excusa para presionar y hostigar a las naciones que confían y ponen parte de su salud en las sanadoras manos cubanas.    

¿No nos suenan de algo los pretextos a comienzos de mandato? La historia se repite, porque necesitan siempre lo evasivo y malintencionado. Hace ocho años, durante la anterior presidencia de Trump, el «ruido» lo iniciaron con los supuestos ataques sónicos en La Habana, que no pasó de ser, como toda falacia completamente irracional y mentirosa, un episodio más del que no hablan hoy porque las evidencias mataron su relato.

Claro, la meta entonces era reducir el personal en su embajada y hacer retroceder hasta casi un punto muerto las relaciones entre ambos países, que habían experimentado un acercamiento en el último instante de la era Obama. Y así lo hicieron. 

Ahora buscan demeritar uno de los bastiones inquebrantables de la Revolución, la solidaridad de nuestro pueblo con el mundo y, en especial con quienes más la necesiten, y la reputación de nuestros galenos. Amplificar en los principales medios su mentira y la de los apátridas que se prestan para el circo, ocultar la realidad que grita el mundo sobre las misiones cubanas es la farsa de moda.  

Pero no pensaron los imperialistas de turno, antes de esbozar sus falsedades, en la respuesta contundente que recibirían por parte de las naciones dignas. Lejos de procurar el temor en los países que mantienen la colaboración médica cubana, las intenciones estadounidenses han generado otro oleaje solidario y firme.

Incluso, cuando en febrero la administración Trump dijo que retiraría los visados de viaje hacia Estados Unidos a los funcionarios de aquellos países que reciben a nuestras brigadas, líderes como el premier de Trinidad y Tobago, o el de San Vicente y las Granadinas, fueron enfáticos. «¿Alguien espera que, porque quiero conservar el visado, voy a dejar morir a personas pobres y trabajadoras?», replicó el san vicentino Ralph Gonsalves. 

Esa ira contra las misiones médicas también ha encontrado el repudio unánime de otros pueblos, como el de Jamaica, donde el Primer Ministro, con la vista fija en el innombrable secretario de Estado y frente a la cara de su cinismo, habló fuerte y claro: «Los médicos cubanos han sido de gran ayuda». 

Recientemente, la Misión Barrio Adentro, fundada por esos dos gigantes del continente, Fidel y Chávez, arribó al aniversario 22 de ser creada con el fin de llevar la atención médica gratuita a todas las comunidades venezolanas. Un propósito humano que luego se multiplicó en buena parte del Cono sur, Centroamérica y el Caribe.

Eso es lo que han hecho los médicos cubanos por el mundo: repartir amor, salud, bondad; sobre todo allí donde otros no habían llegado jamás. La supuesta trata de personas solo puede estar concebida por mentes perversas que trafican a diario y promueven, eso sí, la mentira, las falsedades y el descrédito. Y, por consiguiente, su sentido común y falta de humanismo. 

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