Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Siempre Vilma

Autor:

Dorelys Canivell Canal

DE Vilma se recuerda su hablar bajito y pausado, su cariño desmedido hacia los niños, sus luchas incansables por la mujer, su dulzura y pasión impuestas en cada tarea de la Revolución, su elegancia y sencillez, su certeza en aquella obra por la que dejó las comodidades del hogar y se fue a la Sierra en busca de un sueño.

Cada palabra suya en nombre de Cuba caló en las sensibilidades ajenas y despertó anhelos, trazó caminos, abrió los brazos de la Isla al mundo, y dio a conocer allí, donde la mujer era avasallada, las oportunidades que se les otorgan aquí.

A la par, tuvo que desarrollar una labor intensa en cada barrio para que las mujeres fueran conscientes de sus derechos, de lo que podían llegar a ser en un proceso revolucionario que había triunfado para todos y todas.

«La batalla de nosotras no es contra los hombres, es junto a los hombres, siempre a su lado», defendería siempre. Por eso logró que pudieran cuidar ellos de sus madres y seres queridos en una institución hospitalaria, por ejemplo, según referiría después en una entrevista su inseparable compañera, Alicia Martínez.

Vilma, que gustaba de los detalles, de los pañuelos, de las flores, fue siempre enérgica; no hubo jamás en ella el más mínimo espacio a la duda, al irrespeto, a la vacilación ante una decisión que remotamente fuese en contra de los principios de Cuba Socialista.

Vilma siempre fue escuchada porque eran sus criterios certeros, lógicos y, con el mismo respeto que explicaba sus puntos de vista, tenía frente a sí oídos receptivos, dispuestos a acompañar cada idea para hacer de la mujer «una Revolución dentro de la Revolución».

Los tantísimos años que pasó al frente de la FMC le permitieron conocer las cientos de realidades que coexistían en el país: la de la mujer carbonera, de la costurera; la de la hija dedicada a la familia y sus hermanos porque, incluso, con las posibilidades que ofrecía la Revolución, el padre no aceptaba que fuese lejos a estudiar; la de la madre de muchos hijos a quien solo alcanzaba el día para lavar y cocinar; la de aquellas que ya crecían con el sueño de ser maestras, ingenieras, doctoras…; la de las que lo mismo subían a un camión para cortar caña que se iban a enseñar a leer y a escribir en plena flor de la juventud.

Todo ello le permitió a Vilma afianzar sus ideas sobre los derechos de la mujer, esos que defendió también desde la Asamblea Nacional y en tribunas internacionales. Gracias a su impronta, cada obra que se gestaba en el país iba pensada también para empoderar a las mujeres.

Sin embargo, acaso lo que más caló en el pueblo fue esa forma suya de hablar con la gente, de estar pendiente de la familia de sus compañeros de trabajo, de esconder en el bolso de una mujer algún caramelo para el nieto, de defender a ultranza la cultura cubana desde el vestir y la buena educación, de fomentar los círculos infantiles, esa obra que sí ha sido de infinito amor desde su creación…

No hubo en Vilma jamás malos tratos ni respuestas agrestes, apenas firmeza en algún criterio siempre desde la palabra justa, cuando creía que algo no estaba bien.

Fue tanta su cercanía con los cubanos que se le recuerda en cualquier rincón de la Isla, sonriente siempre, desplegando cada tarea minuciosamente al detalle como si fuese la única que llevase de la mano, cuando en realidad atendía disímiles al unísono.

Vilma disfrutaba escuchar lo que tenían que decir las personas y de ellas aprendió sobremanera, sin subestimar jamás a nadie. Su cultura general integral, el dominio de varios idiomas y esa radiografía que tenía de Cuba, le permitieron conocer como nadie, a fondo, la sociedad cubana.

El legado de Vilma está en el Código de las Familias; en el trabajo preventivo en los barrios, que debiera ser mejor; en las estrategias de reinserción social; en el Programa de Adelanto de la Mujer; en las historias de cada familia campesina que tuvo hijos que se hicieron médicos, abogados…; en la casas de niños sin amparo familiar y en cada comunidad, empresa y proceso en que las mujeres cubanas resultaron determinantes.

En cada momento importante de este país, como ha sido desde que se incorporó a las luchas revolucionarias, ha estado, siempre, Vilma.

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