Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De sustos y miedos

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Provocación, osadía, irreverencia. Enriqueta Favez llevaba todo eso consigo, a cada paso. Se percibe en cada página del libro Por andar vestida de hombre, del Doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés, quien recreó la vida de esta mujer, la primera que ejerció la medicina en Cuba, vestida de varón, pues era un privilegio de los hombres en el siglo XIX.

Enriqueta, a quien también pudimos conocer un poco a partir del acercamiento a su vida que propuso el cineasta Fernando Pérez en la película Insumisas, fue juzgada en un tribunal por haberse desposado con Juana de León. Con un anterior matrimonio en Suiza, del cual tuvo una hija; cirujana en la guerra napoleónica, asentada luego en la oriental villa de Baracoa, Enriqueta padeció prisión y expulsión, y fue obligada a permanecer en un convento en Nueva Orleans, a donde fue expulsada bajo el nombre de Sor Magdalena.

Ha pasado tanto tiempo pero la historia de esta mujer deslumbra, y vibra. Por eso, Liliana Lam y Alberto Corona asumieron el desafío de llevar esta historia al teatro en la Cuba actual. Favez, dirigida por Corona a partir de su adaptación del libro y protagonizada por Liliana, no solo se convirtió en un homenaje a la investigación realizada por Pagés y a todas las mujeres que han enfrentado múltiples desafíos para vivir sus amores, sino un canto a la valentía.

Enriqueta fue víctima de discriminación por ser guerrera, médica y lesbiana, y tantas «herejías» juntas, la hicieron fuerte y grande. Además de sugerir con estas líneas la lectura del volumen, así como el disfrute de la película y la puesta en escena, mi propuesta es a crecer desde la tolerancia para aceptar a todos los que deseen actuar de un modo diferente a lo que «los cánones sociales» dictan.

Con entereza, que cada cual luche por lo que cree y ama, sin que ninguna condición, y mucho menos la orientación sexual, sea el motivo para juzgar o discriminar. Las personas así pueden asustar a las otras. Pues que aprendan aquellas a matar esos miedos.

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