Allá, en las montañas de la Sierra Maestra, pero también en la Bahía de Cochinos, en la cima de la Plaza, en el andar de un país luchador, allí, una presencia reside. En cada bandera ondeada, día festivo o momento difícil, en las glorias, las batallas del diario, en todas las circunstancias de una Revolución persistente, descansa la guía inolvidable de su más grande líder.
Fue tanta la dedicación al bienestar de su pueblo, de su patria, de su gente, que, luego de haber partido, su ejemplo se hizo más fuerte. No existe un 1ro. de enero, un 2 de diciembre, un julio, un mayo, sin la guía de ese héroe; es que, sinceramente, no hay cabida para su ausencia ni un solo día en la Cuba socialista, libre y soberana.
Hablar de Fidel Castro Ruz es referirse al actuar de cada uno de los cubanos, es visualizar su espíritu en todos los corazones de esta Isla, en el niño con escuelas o los médicos salvando vidas de manera desinteresada. Referirnos a su ideal es manifestar un socialismo con y para el pueblo, sobre la base de la dignidad, la justicia, pero, sobre todo, de la igualdad social.
La obra del Comandante yace implícita en cada acto patriótico, en la solidaridad, en el internacionalismo proletario. Su vorágine intelectual descansa en la inexistencia de personas analfabetas, del poderío científico-técnico demostrado en la batalla contra la COVID- 19, en el talento artístico, deportivo y literario de la Mayor de las Antillas.
La esencia del autor de La historia me absolverá continúa en cada gesto de perseverancia en un contexto de crisis económica, políticas injerencistas y ataques comunicativos. Su sello perdura en todos esos cubanos que, a pesar de la constante emigración, de los errores cometidos, no abandonan su tierra, ni dejan de creer en una mejor Revolución socialista.
Fidel es el héroe de la Sierra Maestra, el combatiente del Moncada, el expedicionario del Granma, el hombre de la nacionalización de las empresas, proclamador del carácter socialista, el creador de la Reforma Agraria, de una campaña de alfabetización y el orador de discursos de aliento en los momentos más complejos.
Su pasión por el bienestar de este pueblo, pequeño, pero intransigente, solo tuvo pausa con el cese de su respiración y, aun así, es el motor impulsor y la mayor inspiración para cada cubano o cubana. Buen combatiente, pensador, magnífico abogado, pero, en especial, un excelente ser humano, no importa si pasan diez años, 20 o un siglo completo de hazañas, nada tuviera sentido sin la obra de nuestro Comandante.