Recuerdo aquellas épocas en las que las semanas de receso escolar eran esperadas con ansias y el fútbol dominaba las calles, en competencia con las canicas, los trompos, el pegado o cualquier idea creativa originada en la mente de un niño para divertirse, como las carreras de bicicletas y las chivichanas de madera rodando loma abajo.
En esa etapa, estar frente a una computadora no era tan tentador como sentir la voz de otros niños retozando por los alrededores, pues las tecnologías no habían calado aún con tanta fuerza.
Sin embargo, el tiempo pasa, el mundo evoluciona y también las generaciones nacientes. Pero… ¿lo hemos hecho para bien? Aunque ya no es una noticia el impacto de las redes sociales e internet en las dinámicas de comportamientos de la sociedad actual, la escala de intervención ha llegado incluso a los más pequeños, quienes no tienen consciencia de la magnitud de estas populares plataformas.
En muchas ocasiones he presenciado a niños, que aún no tienen ni diez años de edad, administrando su propio celular, con líneas, datos y todas las redes sociales actualizadas, además.
No resulta negativo el uso de los móviles por los infantes como entretenimiento, de vez en cuando, o aún mejor, para fortalecer su aprendizaje con aplicaciones instructivas.
No obstante, en la mayoría de los casos no sucede precisamente así, y el uso de ese dispositivo de manera desmedida los acerca a múltiples consecuencias negativas en su período de formación, amén de su interferencia en el disfrute a plenitud de esa etapa tan hermosa de la vida.
Si las redes sociales e internet conllevan un entramado de fenómenos y procesos complejos para una persona adulta, ¿qué esperar para un niño sin madurez o experiencia, sin miedos ni límites?
Hay retos peligrosos, que no siempre los adultos calculan: la sustracción de datos, la manipulación por parte de extraños, el acceso a contenidos inapropiados para su edad, el despliegue de comportamientos muy prematuros en los infantes, el bullying, el ciberacoso, el consumo excesivo de música, muchas veces inadecuada para su formación de valores y personalidad. Y estos son solo algunos de los peligros a los cuales se exponen con el uso desmesurado de internet. Además, en el caso de poseer líneas en sus celulares también pueden originarse situaciones incómodas o negativas.
Por otra parte, el empleo de los celulares, tabletas u otros dispositivos para el ocio constante de los niños puede desvincularlos de asuntos importantes para su formación, como los deberes escolares, la comunicación directa con sus semejantes y el correcto desarrollo en el plano físico. Además, no deben obviarse los daños a la salud causados por una probable adicción a la tecnología, a los juegos o a internet.
El rol de la familia para controlar el tiempo de uso de los dispositivos y asegurar el equilibrio de esta actividad con el resto de las acciones necesarias para sus hijos, es fundamental. Las instituciones escolares también juegan un papel significativo en estos temas, si logran aprovechar las potencialidades de la tecnología en favor del aprendizaje de los niños.
Si bien no son inciertas las ventajas de los celulares, su llegada a manos de usuarios tan vulnerables como los infantes debe ser con la mayor cautela y cuidado posible. En la seguridad recae el mayor aprovechamiento y vínculo de los pequeños con el basto universo de los dispositivos Android, pues si no es así: ¿estamos en presencia de niños o adultos?