La banca con sus nuevas modalidades saltó a la tribuna de la calle en un ajiaco de verbo diverso apegado a la verdad de que deviene imposible nadar contra el desarrollo y muchísimo menos acá. ¿Por qué? Entre las cualidades cubanas tenemos, con sobradas razones y orgullo, que siempre hemos estado en la vanguardia del último grito de la tecnología en las disímiles ramas.
Para mayor satisfacción tampoco solo recibimos adelantos científicos, también aportamos lo que afianzó nuestro prestigio internacional, en especial, a partir del triunfo de la Revolución.
Con esos antecedentes llegamos a la era digital con cierto atraso en su explotación por el bloqueo para adquirir infraestructura, pues sobra el recurso más vital: la inteligencia para asumirla masivamente, mientras a nivel profesional se le ha aportado valiosos programas.
Ahora, cuando progresamos en la generalización de su uso en la banca destinado a los sistemas de pagos y servicios, muchísimos asumen que puede limitar a las personas de edad más avanzada, pero pienso que caemos en un espejismo porque se olvidan otros detalles trascendentes.
Hay que decir que la tecnología digital, como resulta normal en todas las técnicas destinadas al empleo masivo, se distingue por las relativas facilidades de empleo. Bien podemos afirmar que ¡más que buscar uno encuentra!
Cierto que hay personas de la tercera edad que no dominan ni el correo electrónico ni la tarjeta magnética, por citar ejemplos, y dependen de un familiar o un amigo, aunque los que cuentan con la mente clara memorizan los pasos necesarios para realizar determinadas operaciones.
Lo que sí considera la generalidad es que nunca debe cerrarse el pago o cobro con efectivo y mantener las dos modalidades hasta que el paso del tiempo vaya inexorablemente terminando o reduciendo al mínimo el de los billetes en mano. En una palabra: resulta su destino.
La tribuna de la calle precisa, además, la importancia de aplicar las nuevas técnicas de acuerdo con las posibilidades tecnológicas y de las personas para evitar perjudicar el sistema por falta de recursos como ha ocurrido con los cajeros automáticos y otros sobre lo que hay suficiente experiencia y quejas de los usuarios.
En realidad los sistemas de pago se han ido imponiendo y actualmente contamos con terminales de puntos de venta, más conocidos como POS, por sus siglas en inglés, cajeros automáticos y la pasarela de pago Transfermóvil que provee Etecsa, y que incluye el monedero móvil.
Nos vamos pegando al uso máximo de las nuevas tecnologías. ¿Alguien podrá estar contra el desarrollo? Imposible argumenta la tribuna de la calle con proverbial inteligencia, esa misma que siempre nos ha tenido bregando por la delantera de lo mejor, aun en estos momentos económicos tensísimos por los tropezones impuestos y hasta agregados por nuestra falta de previsión. ¡Un verdadero jonrón! ¿Estamos en la misma cuerda, respetadísimo?
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