Vivo en una de las calles próximas a la Plaza de la Revolución José Martí, por donde aproximadamente este Primero de Mayo desfilaron 900 000 personas, entre ellos más de un millar de amigos de otras latitudes que con placer se arriman a esta Isla para festejar el Día del Proletariado Mundial.
Por eso, cada Primero de Mayo el tropel de los hombres, mujeres, jóvenes y niños rumbo a la alegórica Plaza, me despierta para poder disfrutar de un acto que por repetido no deja de lanzar un mensaje humilde, alto y clarísimo: Cuba está y estará siempre unida. Y no renunciará a su proyecto social, sino que se esmera en hacerlo próspero y sostenible.
Desde antes de las cinco de la madrugada, por las calles habaneras tropecé con padres que llevaban sus hijos sobre los hombros, ancianos y hasta personas con limitaciones físicas…Cada cara humilde me condujo a reflexionar sobre la incondicionalidad de aquellas personas agradecidas, la mayoría gente de a pie.
Por lo que les escuché decir y por los carteles que portaban comprobé que cada persona que se le adelantó al Sol este Primero de Mayo, llevaba una buena razón para integrarse a la multitud que llenó las plazas del país. Unos alegaban que era una manera de apoyar al único sistema social que tiene al ser humano en un lugar respetado y digno, como me recordó un médico jubilado.
Otros expusieron que era una manera de recordar a Fidel, cuya presencia no desaparecerá nunca de la emblemática Plaza, desde donde tantas veces educó y reforzó la dignidad de un pueblo, a través de su discurso.
Un académico me recordó que unidos podemos patentizar la voluntad y la necesidadde edificar el único sistema que se erige sobre la ética y la razón, pese a los malos ojos con que nos miran quienes ven en el capitalismo la única tabla de salvación de la especie humana.
Y es que detrás de la conga, de la algarabía de cada Primero de Mayo hay reclamos y pactos que se reafirman con la presencia de cada ser humano. Generar más riquezas, emplear las potencialidades de eficiencia que subyacen, controlar los recursos que el Estado pone para la ejecución de proyectos económicos y sociales, los cuales no siempre se optimizan, ni son administrados para el bien común, son algunos de los retos por los que las plazas se colmaron.
Unidad, compromiso y victoria fue el emblema que animó este hermoso día en que de manera tácita el pueblo trabajador se dio cita para apoyar, también, a la nueva dirección del Gobierno y el Estado, a Raúl y al Partido, como expresó Ulises Guilarte de Nacimiento, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba.
En la capital, donde Raúl presidió el desfile junto al Presidente de los Consejo de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel, jóvenes estudiantes de carreras pedagógicas abrieron la marcha junto con el Sindicato de la Educación, la Ciencia y el Deporte. La avanzada de estos muchachos valida la idea de que la base cultural que nos sustenta ha sido y será nuestra defensa, el arma para distinguir el camino a seguir como nación.