¿Acaso el mundo está abocado a un conflicto nuclear? ¿Será que entra en un capítulo más candente aún la tercera guerra mundial segmentada, como la advirtiera el Papa Francisco?
Las preguntas flotan como el hongo mortífero. Muy seriamente está amenazada la paz y un personaje se repite en cada foco de tensión y en cada escenario bélico donde a diario se cuentan los muertos por decenas, los heridos por cientos, los desplazados por miles, las pérdidas económicas y constructivas por millones…
Líderes políticos reflexionan: «No entiendo qué quiere el nuevo presidente de Estados Unidos ¿Una nueva guerra mundial?», se pregunta el presidente boliviano Evo Morales y añade: «Si algún presidente cree que con estas guerras va a controlar el mundo, se equivoca».
Estados Unidos lanzó 59 misiles Tomahawk contra un aeropuerto militar sirio y estudia emplazar 50 000 efectivos en ese país bajo guerra desde hace seis años. Prácticamente sería poner en práctica una intervención que se uniría a las inacabables ocupaciones de Irak —donde Mosul es destrozada y desangrada en el enfrentamiento al terrorista Estado Islámico—, y Afganistán —donde la «madre de todas las bombas» pretendió, más que asestar un golpe a la rama local del EI, llevar un mensaje a Pyonyang, Moscú, Teherán y a todo el planeta.
Washington está considerando «todas las opciones» contra la República Popular Democrática de Corea y tiene como pretexto el programa de armas nucleares y las pruebas de misiles portadores que Pyonyang ejecuta.
Encendidas declaraciones se intercambian entre las autoridades de una y otra capital. El vicepresidente Mike Pence, en una inesperada visita a la zona desmilitarizada frontera entre el norte y el sur de la península coreana, declara el «fin de la estrategia de paciencia» y advierte que, junto a sus aliados, darán una «respuesta aplastante y efectiva a cualquier ataque con armas convencionales o nucleares».
El viceministro norcoreano Han Song Ryol asegura: «Vamos a llevar a cabo más pruebas con misiles, semanales, mensuales y anuales», y el Embajador en la ONU expresa que Corea del Norte está preparada para «responder a cualquier forma de guerra estadounidense».
Es más, se muestran el poderío militar.
La Armada de guerra estadounidense llega a los mares asiáticos cercanos a la península, mientras todas sus armas hacen ejercicios militares en la zona. Se teme que el sistema de misiles que dicen ser de defensa, el llamado THAAD, desplegado en la administración de Obama en Corea del Sur, pueda ahora entrar en acción.
Pyongyang, en un contundente desfile militar por el centenario de Kim Il Sung, exhibe sus más poderosas armas convencionales.
Revisamos la historia y estamos ante uno de los más prolongados conflictos no resueltos, desde que Estados Unidos no pudo ganar la guerra de Corea en 1953.
¿Se atreverán a cruzar la línea roja?
Abril, siempre abril. El 4 de abril de 2013 Fidel escribió su reflexión titulada El deber de evitar una guerra en Corea, en medio de los grandes desafíos que enfrentaba la humanidad en ese momento y sigue enfrentando hoy. Nos habló de la vida, de las infinitas formas de vida y alertaba la gravedad, increíble y absurda, de la situación en un área geográfica donde se agrupan casi cinco mil millones de los siete mil millones de personas que habitamos el planeta.
«Se trata de uno de los más graves riesgos de guerra nuclear después de la Crisis de Octubre en 1962 en torno a Cuba, hace 50 años», nos decía Fidel. Agregaba: «Si allí estalla una guerra, los pueblos de ambas partes de la Península serán terriblemente sacrificados, sin beneficio para ninguno de ellos. La República Popular Democrática de Corea siempre fue amistosa con Cuba, como Cuba lo ha sido siempre y lo seguirá siendo con ella.
«Ahora que ha demostrado sus avances técnicos y científicos, le recordamos sus deberes con los países que han sido sus grandes amigos, y no sería justo olvidar que tal guerra afectaría de modo especial a más del 70 % de la población del planeta».
Cuatro años más tarde, las tensiones son mayores aún y a la conclusión de Fidel solo habría que cambiar el nombre de Obama por el de Donald Trump:
«Si allí estallara un conflicto de esa índole, el Gobierno de Barack Obama en su segundo mandato quedaría sepultado por un diluvio de imágenes que lo presentarían como el más siniestro personaje de la historia de Estados Unidos. El deber de evitarlo es también suyo y del pueblo de Estados Unidos».