A pesar de los reiterados llamados del presidente Barack Obama al Congreso para poner fin al bloqueo, y de las medidas promulgadas hasta el momento por la Casa Blanca, que son positivas pero insuficientes, la persecución financiera a las transacciones cubanas en el exterior y el alcance extraterritorial del bloqueo aún están vigentes. Cuba continúa sin poder exportar e importar libremente productos y servicios hacia o desde Estados Unidos, no puede tener relaciones bancarias directas con ese país, ni recibir inversiones estadounidenses en otros sectores de la economía, con excepción de las telecomunicaciones. Persiste el temor dentro del sector bancario estadounidense y de terceros países, a desarrollar relaciones con Cuba, aun cuando Estados Unidos ha autorizado el uso del dólar estadounidense en las transacciones financieras internacionales de la Isla, medida que aún no se ha materializado.
Mientras tanto, el daño económico ocasionado por Estados Unidos al pueblo cubano mediante la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero, asciende a 753 688 millones de dólares. En definitiva, a pesar de lo avanzado, hoy el bloqueo continúa atacando el derecho del pueblo cubano a la salud y la alimentación, a la educación, al deporte y la cultura… a su desarrollo humano.
Desde hace décadas este bloqueo ha dejado de ser un problema entre dos países, para convertirse en un problema de todos los pueblos del mundo con Estados Unidos porque ataca nuestro derecho a la autodeterminación. Por eso el 27 de octubre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, por vigésimocuarta vez consecutiva, la resolución titulada Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos de América contra Cuba, por 191 votos a favor, solo dos en contra (Estados Unidos e Israel) y ninguna abstención.
Por su parte, la 4ta. Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), celebrada en Quito, Ecuador, entre el 26 y el 27 de enero de 2016, también ratificó el llamamiento al Gobierno de los Estados Unidos a que ponga fin al bloqueo. En enero de 2016, el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, exigió la devolución a Cuba del territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo y el fin del bloqueo económico, comercial y financiero. Y en septiembre de 2015, previo a la visita de su Santidad el Papa Francisco a Cuba, el secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, también pidió el levantamiento del «embargo» económico a Cuba que, en su opinión, perjudica sobre todo a los pobres.
El bloqueo no solo es una flagrante violación del Derecho Internacional, sino que ni siquiera se puede decir que es una política legítima de Estados Unidos como país, porque la posición de los estadounidenses es cada día mayor en contra del bloqueo. No solo de miembros y funcionarios demócratas y republicanos, sino también de medios de comunicación como The New York Times y Bloomberg, y la sociedad civil, que confirma en todas las encuestas un respaldo cercano al 70 por ciento a favor de eliminar esta política.
En diciembre de 2015, en un comunicado de prensa sobre el aniversario de los cambios en la política hacia Cuba, el presidente Barack Obama instó una vez más al Congreso a levantar el bloqueo como forma de ayudar al pueblo cubano. Pero el bloqueo sigue y, además de exigirle al Congreso de Estados Unidos proceder a eliminar el bloqueo a Cuba, Obama debe aún adoptar todas las medidas que estén dentro de sus facultades ejecutivas para modificar sustancialmente lo que hoy sucede. Mientras sigan atacando al pueblo cubano, nos están atacando a todos.
El autor es Premio Nobel de la Paz 1980