En el libro Mitología cubana, Samuel Feijóo publica una versión acerca del origen del famoso refrán cubano Terminó como la fiesta del Guatao. Según el ilustre escritor cubano, la frase hace alusión a una gran trifulca acontecida en el pueblo llamado Guatao —actualmente perteneciente al municipio de La Lisa, en La Habana—, en la cual se vieron implicados varios hombres «pasados de tragos», quienes actuaron desmedidamente tras ser tentados por los coqueteos de Fela Cuesta, una hermosa lugareña.
Similar desenlace ocurrió cierta noche para un joven llamado Antonio, al que conozco. Me contó él que se encontraba compartiendo un buen rato con amigos, cuando un desconocido, a todas luces embriagado, comenzó a ofenderlo sin motivo alguno. A pesar de que el joven intentó pasar por alto los insultos de aquel borrachín, nada pudo evitar la riña.
El alcohol es el elemento negativo que pudiéramos designar como catalizador de historias marcadas por la violencia. Se trata de una bebida que, desde los albores de la humanidad, ha estado presente en todas las culturas —excepto en la islámica—; y por cuenta de la cual se reconocen dos grandes clases de consumidores: los que beben dentro de las normas sociales y los que pierden el control y se convierten en bebedores irresponsables.
En la actualidad el consumo excesivo de alcohol es calificado como un problema mundial de salud. Según un estudio realizado por el Centro para la adicción y la salud mental de Toronto, Canadá, el que fuera publicado en marzo del año 2013 en la prestigiosa revista británica Addiction, actualmente el alcohol ha remontado al tercer puesto a nivel mundial —después de la hipertensión arterial y el consumo de tabaco— como causa primordial de lesiones y enfermedades, ya que se le han asociado más de 200 afecciones.
Las consecuencias de consumir bebidas alcohólicas son causa frecuente de sufrimiento para muchas familias y motivo de altos costos socioeconómicos. Según la Organización Mundial de la Salud, el alcohol se relaciona con una conducta agresiva, más que cualquier otra sustancia psicotrópica. Tal asociación ha sido bien documentada en múltiples estudios epidemiológicos. Por ejemplo, se ha confirmado que la intoxicación alcohólica —aguda o crónica— se enlaza con cerca de la mitad de los delitos violentos y agresiones sexuales en todo el orbe.
Debido a la alta prevalencia mundial de la agresividad relacionada con el alcoholismo, los científicos han examinado esta problemática para dilucidar sus mecanismos y otros procesos subyacentes.
El profesor Ricardo González, médico del Hospital Psiquiátrico de La Habana Comandante y Doctor Eduardo B. Ordaz, nos habló del tema en una intervención que hizo el 14 de septiembre del pasado año, durante el programa televisivo El alcohol sobre la mesa, transmitido en el espacio de la Mesa Redonda. El también presidente de la Comisión Nacional de Ética Médica del Ministerio de Salud Pública nos explicó cómo la parte anterior de nuestro cerebro es fruto de millones de años de evolución y es la que nos hace comportarnos «racionalmente» al ser como un freno para que no tome el mando la parte posterior de este órgano, esa que decide la conducta que compartimos con los animales inferiores.
El doctor González ha enfatizado en varias oportunidades cómo el alcohol es capaz de bloquear la función de esa parte anterior del cerebro y así logra que se disipen, en poco tiempo, millones de años de evolución del hombre. A este proceso, que finalmente provoca privación de muchas de las funciones cerebrales, también algunos médicos llegan a llamarlo metafóricamente como «miopía alcohólica».
La negatividad que entraña el alcoholismo hace que nunca sobren los ejemplos, como señales rojas, de los abismos y ridiculeces que acechan, como en los casos de la famosa fiesta del Guatao o del intruso de la historia de mi amigo Antonio.
*Doctor en Ciencias Médicas y especialista de segundo grado en Medicina Interna.