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¿Cuál es el cuento de las armas químicas?

Autor:

Lázaro Fariñas

«No veo la forma, y ojalá esté equivocado, de que el Presidente de la nación más poderosa del planeta vaya a retirarse con el rabo entre las piernas, después de haber hecho la promesa sobre las armas químicas y haber marcado la raya».

Esto fue parte del párrafo final de mi comentario, Obama en su encrucijada, que Juventud Rebelde y otros medios en Internet publicaran el martes 10 de septiembre. Pues bien, parece que sí estaba equivocado, y que el Presidente de Estados Unidos logró encontrar una excusa para no actuar de la forma en que, públicamente, había anunciado que lo iba a hacer.

En una conferencia que llevaba a cabo en Londres sobre el tema de Siria, el secretario de Estado John Kerry —como por descuido y saliéndose del libreto— dejó caer la afirmación de que si el Gobierno de Siria entregaba todas las armas químicas en su poder, la acción armada en su contra quizá no se llevaría a cabo. Y digo que como por descuido, porque inmediatamente después medio que se retractó. No hay quien se vaya a creer el cuento de que a John Kerry se le fue por descuido el ofrecimiento. No existe la menor posibilidad de que eso haya ocurrido sin haber sido planeado. Tiró la propuesta al aire sabiendo que iba a ser inmediatamente aceptada, tanto por Rusia como por Siria. Lo más probable es que haya sido conversada con anterioridad.

En el momento que lo hizo, el Gobierno de Barack Obama estaba contra la pared y obligado a llevar a cabo la acción militar prometida con permiso o sin permiso del Congreso. Obama no tenía ninguna otra opción que comenzar los bombardeos a Siria, pues había afirmado que lo iba a hacer si Damasco utilizaba armas químicas y ellos mismos habían afirmado que este ataque había sucedido el 21 de agosto pasado, y que tenían las pruebas irrefutables de que el ejército de aquel país era responsable de esa masacre. ¿Qué pasó? Bueno, todo hace indicar que las pruebas no solamente no eran irrefutables, sino que eran mentira, tal y como lo han estado afirmando tanto el Gobierno de Siria como el de Rusia. Ahora hay que esperar por el informe de la ONU para saber quién tiene la razón.

Vamos a suponer que rusos y sirios estén en lo correcto y que las pruebas que le dieron a Obama fuesen falsas. Entonces habría que preguntarse quién se las hizo llegar al Presidente. ¿Quiénes le crearon la trampa?

¿Algún parecido con aquellas pruebas de que Iraq tenía armas de destrucción masiva que resultaron ser completamente falsas? En aquel momento, George W. Bush y los neoconservadores que lo rodeaban le dieron instrucciones a los servicios de inteligencia de que fabricaran las pruebas, que inventaran el cuento, pero ahora no creo que este sea el caso.

Si las pruebas que le dieron a Obama llegaran a ser falsas, lo más probable es que los servicios de inteligencia las hayan inventado para poner al Presidente contra la pared después de que este trazó la famosa raya. Evidentemente, en Estados Unidos sobran aquellos a los que les cuesta mucho aceptar el hecho de que un hombre de la raza negra sea el Presidente. Muchos lo toleran, pero tapándose la nariz.

Sin estar viendo fantasmas donde no los hay y sin caer en las teorías conspirativas, bien se puede aceptar la tesis de que el Presidente haya sido desinformado intencionalmente. ¿Por qué no? Uno se puede imaginar que al llamado Despacho Oval de la Casa Blanca lleguen informes distorsionados y manipulados.

Todo parece indicar que se usaron armas químicas en Siria el 21 de agosto. El problema es saber quién las usó.

Si le llegaran a demostrar que no fue el Gobierno sirio el que utilizó las armas químicas, ¿cómo podría el Presidente, a conciencia, ordenar una acción militar? Tenía que buscar alguna forma de salirse de su compromiso y esta ha sido una salida diplomática, salvando la cara.

Vladimir Putin afirmó que el secretario de Estado Kerry estaba mintiendo y que este sabía que mentía. El informe de los investigadores de Naciones Unidas nos dirá si el Presidente ruso tiene la razón. Mientras tanto, los bombardeos se han alejado del panorama, aunque el peligro de que se realicen aún no ha desaparecido del todo.

Hasta el momento, parece que la acción armada no se va a llevar a cabo. Y digo hasta el momento ya que los acontecimientos son tan cambiantes que pueden, por cualquier razón, volver a girar el rumbo. Ojalá que esta vez no esté equivocado.

*Periodista cubano radicado en Miami

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