«Poderoso caballero, es don dinero». ¡Qué clarividencia mostró en esa frase el poeta español Francisco de Quevedo! Y eso que no pudo apreciar cómo en la actualidad, la mercantilización está corroyendo, como nunca antes, la esfera deportiva. Y el fútbol es su gran vedette.
Cierto es que, competitivamente, el balón le pertenece a los clubes históricos: Barcelona, Real Madrid, Manchester United o Bayern Múnich, entre otros. Pero «don dinero» es un fantasma que, si no se extirpa a tiempo —algo que parece imposible—, les hará declinar en breve. A mí, no me caben dudas.
A saber, poderosos magnates invierten sus capitales en las mejores ligas, con el claro fin de hacer más competitivos a equipos de menor estirpe. El caso que más ha sonado en los últimos años ha sido el Chelsea inglés, propiedad del petrolero ruso Roman Abramovich. Este club ha comprado a estrellas mundiales, y eso, hasta ahora, le ha reportado títulos locales y un protagonismo latente en la Liga de Campeones de Europa, cuya primera Copa levantó, «casualmente», en la última versión.
Y ya que cito la Champions, vale también mencionar los dos últimos invitados a esta «fiesta» del dinero. Son ellos el francés París-Saint Germain y el inglés Manchester City.
El club parisino fue comprado por un grupo inversor y su objetivo es situarlo en un plazo de tres años como el mejor equipo de Francia, y que al transcurrir otros dos, tenga la capacidad de codearse con los mejores del continente.
El proyecto incluye un fuerte trabajo de cantera para que desde su «fábrica» salgan los cracks del futuro.
En las filas del club galo han recalado figuras de real valía como los brasileños Thiago Silva y Lucas Moura —el más reciente fichaje—, el sueco Zlatan Ibrahimovic y los argentinos Ezequiel Lavezzi y Javier Pastore. Pero hay más, pues ya le han echado el ojo al portero Iker Casillas, por quien harán una «oferta mareante» al Real Madrid, apoyado en rumores de que su relación con el técnico José Mourinho no es buena.
Mientras, otros magnates dispondrán de sus petrodólares para «hacer grande» al Manchester City, un club que (aún) no puede presumir de sus resultados.
La última adquisición del campeón de la Premier League fue el volante español Javi García, cuya sobresaliente trayectoria en el Benfica había despertado el interés de los grandes equipos europeos. Pero el dinero pudo más que el nombre. Unas horas antes, había fichado al lateral brasileño Maicon, gracias al poder de sus chequeras.
Este dúo de portentosos futbolistas, cerrará filas en la actual Champions League con otros recientes fichajes de los «citizens». Me refiero al habilidoso extremo inglés Scott Sinclair, al defensa serbio Matija Nastasic, al delantero argentino Sergio «Kun» Agüero y a los volantes franceses Samir Nasri y Gaël Clichy.
Sin lugar a dudas, «los nuevos ricos» están trastocando la historia del fútbol. ¡Ojalá que la competitividad de este bello deporte siga siendo cosa de caballeros, siempre vestidos de corto y no tan poderosos como el «desenmascarado» por Quevedo.