En un filme de aventuras, una vendedora ambulante voceaba un remedio contra todas las enfermedades. La sustancia, negruzca, estaba contenida en un frasco con rústica etiqueta. Quien lo compraba, ni pensaba por qué, si era tan «exitosa» la medicina, la mujer vestía tan pobremente y se gastaba sus propias cuerdas vocales promoviéndola.
Un editorial del diario español El País acerca del anuncio del jefe del gobierno del país ibérico, José Luis Rodríguez Zapatero, de comicios anticipados para el 20 de noviembre —tocarían en 2012—, hace como la pregonera. Se señala que un «muy probable gobierno» del conservador Partido Popular (PP) tal vez no «disponga del remedio para aumentar el crecimiento y el empleo, pero la virtud principal de las elecciones será la de reforzar las expectativas de que la mejora es posible y quizá esté próxima».
Es un razonamiento un poco «desrazonado», pues casi achaca la eventual mejoría de la actual crisis económica española a las buenas expectativas que despierta la celebración de las elecciones generales, ¡como si de los comicios dependiera poder bajar la cifra de 4,8 millones de parados!
El PP , hasta el presente, no tiene —al menos no la ha mostrado— la fórmula para salir de la crisis, de la que un gobierno del PP —el de José María Aznar, entre 1996 y 2004— es también culpable, tras haber atado a España a un modelo de rápido crecimiento basado en la construcción, cuyo desplome sirve de ejemplo útil acerca de lo que no se debe hacer. El líder de la formación, Mariano Rajoy, que ha pasado buena parte del tiempo reclamando el adelanto electoral, no se ha parado a desgranar un programa de ideas alternativas, sino, paradójicamente, a fustigar las medidas de recorte social que, desde Europa, gobiernos conservadores como el de Alemania —¡de la misma familia política de Rajoy!— le han susurrado al oído al gobierno español.
Al jefe del PP, un reportero lo intimó ayer a que, de una vez, fuera transparente y enunciara las duras medidas que tomaría, pero él insistió: «Yo no tengo intención de hacer recortes sociales; otros sí los han hecho». Pero como los políticos europeos temen más una calificación negativa a sus economías por parte de agencias especuladoras, que lo que se espanta un niño cuando lo amenazan con retirarle el tete, ¡habrá que ver si tiene agallas para apartarse del caminito «sugerido» por Berlín!
Volviendo al tema de las elecciones, si de algo sirven es de polígono de pruebas. España no se mueve, y los españoles quieren que alguien trate de moverla, pues sienten que la oportunidad de Zapatero para hacerlo ya pasó. En su primera legislatura, cuando no había sombra de crisis, el desempleo cayó al ocho por ciento, y el déficit presupuestario se transformó en superávit entre 2005 y 2007. Fueron buenos tiempos. Pero la tardía respuesta del gobierno a la crisis, además de su poco empeño para cambiar el modelo económico de «turismo+construcción» (según El País, en 2010 se invirtió menos que en 2009 en investigación científica y desarrollo tecnológico), han causado una sensación de congelación.
Si se le suman las medidas aplicadas para intentar capear el temporal, como la rebaja de los sueldos de los funcionarios públicos y una reforma laboral que, además de facilitar los despidos, no ha tenido efecto palpable en disminuir el paro, se podrá entender por qué la sociedad tomó tan a gusto el anuncio del adelanto.
Ahora bien, si Rajoy es el proyectil que intentará lanzar el PP en ese polígono, desde el PSOE lo será Alfredo Pérez Rubalcaba. El veterano ex vicepresidente a diferencia de su oponente, ha esbozado ya algunas iniciativas —pedir a los bancos que aporten de sus beneficios para crear empleo, dotar al Estado de mecanismos de control para frenar la corrupción urbanística, o reformar el sistema electoral para que haya más proporcionalidad—, y sale con ventaja: si un sondeo otorga al líder del PP mejor valoración que a Zapatero, Rubalcaba lo adelanta a él. El hombre despierta más simpatías que Rajoy y conecta mejor con la gente, lo que puede jugar a su favor.
Pero es temprano aún. Habrá que esperar a ver cómo reacciona el organismo de la sociedad española tras apurar el frasquito mágico de las elecciones…