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¿Cómo el Ave Fénix?

Autor:

Nyliam Vázquez García

El Gobierno japonés trata de levantarse de sus cenizas. El nuevo primer ministro, Naoto Kan, logró más de 60 por ciento de aprobación en apenas unos días, y aparentemente su discurso convenció. Pero la prueba real serán los resultados que alcance el Partido Democrático de Japón (PDJ) en las próximas elecciones de la Cámara Alta, luego de la crisis política de las últimas semanas.

El político japonés, quien sustituyó a Yukio Hatoyama, se convirtió en el quinto gobernante del país en cuatro años, y en el segundo después de que su formación política consiguiera llegar al gobierno, tras poner fin a medio siglo de hegemonía del Partido Conservador. Aunque se enfrenta a un panorama complejo, al menos momentáneamente ha devuelto algo de confianza al pueblo que vio incumplida la promesa electoral de sacar la base aérea estadounidense de Futenma de la isla de Okinawa. Este hecho precipitó el varapalo político del PDJ a solo ocho meses de haber arrasado en las elecciones.

Aunque no cambió la decisión tomada por su antecesor de mantener el enclave militar estadounidense en el lugar donde es ampliamente rechazado —incluso tranquilizó a Washington cuando reiteró la importancia de la alianza con EE.UU.—, su táctica ha sido variar las prioridades del ejecutivo. Reducir la deuda pública en tiempos de crisis y mejorar las relaciones interasiáticas se cuentan en los planes.

Con una deuda que supera el 200 por ciento, la mayor entre las economías industrializadas, para el nuevo gabinete ese es uno de los caminos fundamentales. Como ministro de Finanzas, Kan planteó reiteradamente la necesidad de realizar una reforma fiscal a largo plazo con vista a atajar el déficit presupuestario de Japón. Su propuesta es «devolverle al país su antiguo vigor» con lo cual dio cuenta de su habilidad política. Con ese aval, la población ha respondido de forma positiva.

De origen más humilde que la mayoría de la clase política nipona, y conocido por su carácter pragmático, Kan habló en su primera intervención pública de rehabilitar el país. Para conseguir llevar adelante su proyecto mantuvo a la mayor parte del equipo de Hatoyama; solo cambió a seis de los 17 ministros. Se trata de continuidad, pero afinando el rumbo.

Analistas aseguran que Naoto Kan tiene la última oportunidad para demostrar al pueblo nipón el verdadero sentido del cambio del Gobierno del PDJ. A esta altura y después del estrepitoso fracaso de los primeros ocho meses de mandato del partido que arrasó en las elecciones, los japonenses necesitan que la utilidad de su voto se exprese en su realidad.

Por el momento, estos cambios han sido bien acogidos. El renovado optimismo incluso ha logrado que unas camisetas con el rostro del nuevo primer ministro y la frase «Yes, we Kan» impresa, sean un éxito de ventas en Japón, en alusión al eslogan de la campaña de Obama.

Cuánto durará, es muy pronto para saberlo. Las elecciones del próximo 11 de julio despejarán dudas. Ese será el termómetro, más allá de las encuestas. También influirán los próximos pasos del Gobierno, que tiene sobre sí todos los ojos y deberá ser coherente. Pero habrá que esperar para que finalmente el Fénix termine de sacudirse el hollín y levante vuelo.

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