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Italia: La batalla de Bersani

Autor:

Luis Luque Álvarez

En norma criolla, dicen que el hombre es tan feo como tan franco. ¡Y vaya si es franco!, pues evita fórmulas tan corteses como insípidas. Va al directo: «No quiero diálogo, sino confrontación en el Parlamento». ¡Ya era hora!

Se trata de Pier Luigi Bersani, elegido el 25 de octubre secretario general del Partido Democrático (PD), el mayor de la oposición en Italia, pero que desde su fundación en 2007 está pasando el Niágara en bicicleta, pues perdió las elecciones de abril de 2008 frente al derechista Pueblo de la Libertad (PdL), del magnate Silvio Berlusconi, y desde entonces fue cuesta abajo, al punto de que el anterior líder, Walter Veltroni, visto en su momento como una suerte de Obama italiano, tiró la toalla en febrero pasado.

De los tres candidatos a regir el PD, los expertos alegan que Bersani era el «más a la izquierda», lo que no obstó para que defendiera privatizaciones emprendidas por otros gobiernos de ¡casualmente! «izquierda», en los que fue ministro. Tres millones de votantes, que solo debían declarar su simpatía por el PD y aportar dos euros para gastos electorales, le otorgaron ahora su confianza. Y esperan que no se reedite el fiasco.

Sí, porque cuando Veltroni tomó las riendas y tiró hacia el centro, anunció que no defraudaría a sus seguidores, pero los resultados fueron todo el tiempo a la baja. Claro: si la izquierda pierde su propia sazón, el público apuesta por lo «seguro», lo ya asentado. Y es lo que ofrece el primer ministro Berlusconi, quien no se esconde para decir lo que dice de sí mismo o de los otros y se propone como modelo de lo que muchos querrían ser: un millonario de éxito, capaz de atropellar la ley, ignorando señales de «pare».

En efecto, el PD ha estado como sentado en última fila, mientras allá en la arena el león se tragaba al domador y a buena parte de los espectadores. Berlusconi ha hecho y deshecho: se blindó con una ley que le daba inmunidad frente a sus causas por corrupción pendiente (por fortuna, el Tribunal Constitucional acaba de declararla fuera de lugar), y armó francachelas de escasa moral.

¿Y el PD? Durmiendo, roncando. Días atrás, fueron los periodistas los que marcharon para exigir al Cavaliere respeto, pues este ha demandado a los medios de prensa (los que no le pertenecen, claro) y los ha llamado mentirosos. Definitivamente, si alguien en Italia tiene tejado de vidrio, ese es el Primer Ministro. Pero a la oposición le ha faltado la voluntad de lanzar las piedras. Con Bersani al frente, dicen los expertos que el baile puede ser diferente, pues él se inclina a fraguar alianzas —que pudieran ser con la democristiana Unión de Centro (UDC), y con Italia de los Valores (IV)—, algo a lo que otros jerarcas del partido han sido remisos. Así podría presentar mejor batalla contra el Cavaliere. Y si bien el PD, con 217 escaños parlamentarios, y la UDC e IV, con unas decenas, no la tendrían fácil ante los 275 del PdL y los 60 de la xenófoba Liga Norte, es hora, repito, de que el público vea que los legisladores italianos (los mejor pagados de Europa, por cierto) pueden justificar su sueldo intentando hacer oír otras voces de cambio y compromiso social que no sean las de las enajenantes telenovelas de los canales de Berlusconi.

Bersani quiere batalla. Veamos si la da.

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