La prisión en base naval de Guantánamo, para los inmigrantes deportados, duplicará el tamaño de los campos de concentración nazis de Auschwitz-Birkenau y será más grande que Dachau y Treblinka juntos. Autor: AP Publicado: 08/02/2025 | 07:44 pm
Ya han llegado tropas adicionales a la ilegal base naval que Estados Unidos tiene en el territorio ocupado de la bahía de Guantánamo. Serán las encargadas del nuevo campo de concentración que el presidente Donald Trump ha dispuesto en esa instalación para 30 000 inmigrantes deportados de EE. UU. a los que califica de «los peores extranjeros ilegales criminales que amenazan a los estadounidenses», burda manipulación de la ciudadanía para hacer que admitan la siniestra operación y justificar su racismo y xenofobia.
Esas dos últimas condiciones parecen esenciales en quienes conforman su equipo de Gobierno autoritario, de ahí que el nuevo «zar de la frontera» de Estados Unidos, Tom Homan, asegurara la brutalidad de la actuación trumpista diciendo también que esos migrantes son «lo peor de lo peor».
Deben estar dispuestas las tropas para acondicionar el lugar y resguardarlo, porque este martes llegó el primer vuelo militar con los excluidos del «sueño americano» transformado en pesadilla.
Desde 2002 la instalación se utilizó—todavía quedan unos pocos— como centro de detención y tortura del Pentágono y la CIA para unos 800 extranjeros, fundamentalmente apresados en Afganistán e Irak, que Washington consideró sin comprobación de ningún tipo, sin cargos ni juicios, «sospechosos de terrorismo», y a quienes negó la categoría de «prisioneros de guerra» para no darles ningún tipo de derechos y tampoco tener que rendir cuentas a nadie de su identidad o situación y un encierro que para la mayoría fue de casi dos décadas o más…
En un área aparte de esa categoría de «enemigos» de EE. UU., en otra zona del limbo-infierno, estarán los que ahora sufrirán encierro indeterminado, ya que en algún momento de sus vidas entraron sin papeles en Estados Unidos por la frontera sur.
El hasta hace poco comentarista y presentador de la Fox News, Pete Hegseth, el inexperto secretario de Defensa recién aprobado, lo consideró como un «lugar perfecto». Podemos preguntarnos ¿perfecto para qué?, habida cuenta de que el acosador de mujeres fue asignado a la base durante su vida como militar, en cuyo currículo están también las guerras y ocupación de Afganistán e Irak.
Por supuesto, no se han hecho esperar las denuncias, previendo cuántos males pueden esperar a hombres, mujeres y niños en la prisión que albergará a los migrantes expulsados forzosamente, sin tener en cuenta el respeto a los más mínimos derechos humanos.
La BBC citó a César Cuauhtémoc García Hernández, especialista en estudios migratorios y catedrático de Derechos y Libertades Civiles en la Facultad de Derecho Moritz de la Universidad Estatal de Ohio: «El anuncio de Trump para expandir el centro de detención en Guantánamo, Cuba, representa un regreso al pasado».
García Hernández no se refiere en ese caso al infame encierro de la tenebrosa «guerra contra el terrorismo» iniciada en tiempos de George W. Bush, el hijo, sino al uso que, desde mucho antes, otros de los ocupantes de la Casa Blanca le dieron como lugar de encierro provisional. Así fue y ha sido con los pobres migrantes haitianos que huyen de la miseria y la violencia, y cubanos que consideraron no aptos para entrar en territorio de EE. UU.
Según el Proyecto Internacional de Asistencia a Refugiados (IRAP) en el centro para esos detenidos las condiciones son similares a las de una prisión, no hay transparencia o poca, ni rendición de cuenta sobre su estado, se les niega llamadas telefónicas confidenciales, incluso con sus abogados, y se les castiga si comparten relatos de malos tratos. Notificaba también el trabajo de la BBC que las familias con niños y adultos son confinados en sus habitaciones durante semanas hasta que un tercer país acepte su repatriación.
Una propuesta vergonzosa
Despachos noticiosos del martes 4 de febrero daban a conocer que el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, dijo que aceptaría en su sistema penitenciario a «delincuentes convictos de todas las nacionalidades, incluidos ciudadanos estadounidenses, a cambio de una cuota», y ello fue recibido con satisfacción por el secretario de Estado, Marco Rubio, quien a última hora del lunes lo describió como «el acuerdo migratorio más extraordinario y sin precedentes del mundo», un trato de «tercer país seguro».
La vergonzosa oferta del mandatario salvadoreño —que casi de inmediato fue emulada por una Guatemala también presionada por el Rubio—, incluía «hacer lo mismo con criminales peligrosos que actualmente están bajo custodia y cumpliendo su condena en Estados Unidos, aunque sean ciudadanos estadounidenses o residentes legales», la oportunidad para EE. UU. de «externalizar parte de su sistema penitenciario», pues aceptaría solamente «criminales convictos» y cobraría una tarifa que «sería relativamente baja para Estados Unidos, pero significativa para nosotros, haciendo sostenible todo nuestro sistema penitenciario», dijo Bukele.
El «copresidente» de EE. UU., Elon Musk, lo aplaudió en X como una «gran idea», sin importar que la Constitución estipula que el Gobierno de EE. UU. no puede deportar a ciudadanos que cuenten con la nacionalidad estadounidense…
Pudiéramos hablar de las duras, peligrosas, inadecuadas y superpobladas cárceles salvadoreñas, y los epítetos corresponden a la descripción que de ellas se hace en la página web del Departamento de Estado, pero sabemos que hay un nuevo personaje a cargo y el Rubio está de acuerdo con la propuesta y garantiza la creciente alianza.
Una seria competencia
Sin embargo, esa indigna oferta puede entrar en contradicción con quienes comenzaron a frotarse las manos desde el mismo momento en que Donald Trump fue declarado presidente electo, y vieron de inmediato elevarse el valor de sus acciones, las empresas de la industria privada de las prisiones, en especial las dos compañías más importantes: Geo Group y CoreCivic, habida cuenta de la designación de un viejo conocido, Tom Homan, como «zar fronterizo» del trumpismo, quien en el verano de 2024, en su discurso en la Convención Nacional Republicana había anunciado: «Tengo un mensaje para los millones de extranjeros ilegales que Joe Biden ha dejado sueltos en nuestro país. Mejor que ahora entren en pánico».
No debiera sorprendernos que algunas de esas corporaciones administren el campo de concentración para migrantes expulsados que están instalando en el territorio cubano que usurpan en Guantánamo, a donde se dice ya ha llegado un primer vuelo de la prometida «operación de deportaciones más grande de la historia de Estados Unidos».
En territorio estadounidense lo tienen garantizado. Veamos los datos aportados en noviembre pasado por el Centro Brennan para la Justicia sobre las dos bien posicionadas compañías. Geo Group es el mayor contratista del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y en 2023 el 43 por ciento de sus ingresos provino de esa transacción; mientras que para CoreCivic, la segunda de la industria, era el 30 por ciento. En ese año, más del 90 por ciento de los inmigrantes detenidos estaban en instalaciones carcelarias propiedad o administradas por las compañías privadas.
Entonces, George Zoley, presidente ejecutivo de la primera, celebraba los resultados de su empresa: «Geo Group fue creado para este momento único en la historia de nuestro país y para las oportunidades que nos brindará», y en ello incluía sus servicios de transporte, previendo la gran cantidad de migrantes que deberá mover el ICE: «Creemos que tenemos las capacidades de expandir la provisión de estos servicios para asistir a ICE a la hora de trasladar a cientos de miles de personas más, si fuera necesario».
En un Gobierno de hombres y mujeres de negocios multimillonarios, lo más natural es que las empresas privadas de prisiones se ocupen de la situación que incluye también el rastreo, monitoreo, vigilancia y reconocimiento facial de los indocumentados que residen en EE. UU., incluso si nunca han sido detenidos. Las corporaciones mencionadas y otras semejantes tienen también esos servicios…
La mesa está servida y una y otra vez Trump y su gente repiten «los inmigrantes son criminales» y agregan más también: «son terroristas».