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El polo alternativo se refuerza

El mundo sería un sitio peor sin la beligerancia económica de Rusia y China, asistida por una vocación antihegemónica que favorece a los del Sur

Autor:

Marina Menéndez Quintero

El mundo sería un sitio peor sin la beligerancia económica de Rusia y China, asistida por una vocación antihegemónica que favorece a los del Sur.

Ellos son el contrapeso a las normas obsoletas impuestas desde Bretton Woods y al desprecio por la periferia que le dispensan Estados Unidos y el resto del mundo occidental, incluyendo leoninas condiciones de comercio desigual, medidas coercitivas y otros escarnios implementados por los hasta ahora únicos poderosos.

Importantes foros internacionales que permiten hablar de una multipolaridad en ciernes, avanzan jalonados por Moscú y Beijing, que han sabido nuclear en su entorno a economías emergentes igualmente hartas de los dictados de Washington, Bruselas y el FMI, como la India, Brasil o Sudáfrica.

De su intercambio bajo la égida de la colaboración y el ganar-ganar que preconiza China como máxima filosófica de sus relaciones con el orbe, el dólar ha dejado de ser la moneda única para las transacciones internacionales, y cobran valor el yuan y las monedas nacionales en campos que hasta ahora estuvieron reservados al billete verde. Ello hace posible sortear las abusivas «sanciones» con fines políticos para domeñar a todos.

No son esas pocas conquistas para quienes aspiran a un planeta más justo.

Han crecido y se amplían espacios que sientan nuevas reglas del juego en el intercambio comercial y las finanzas como el grupo Brics, convertido en la nueva esperanza de decenas de países subdesarrollados; el Foro Euroasiático o la Organización de Cooperación de Shanghái.

Para ilustrar su pujanza, los observadores a favor del nuevo orden llaman a Rusia y China «el grupo de los dos»;  los conservadores que quisieran dejarlo todo igual los consideran, hipócritamente, como embrión de una «dictadura mundial».

Pero ellos son conscientes de que sobre sus hombros descansa el escudo tras el cual puede nuclearse el Sur para seguir inclinando una balanza que ha tenido más peso, hasta ahora, en el platillo del Norte.

Solo Rusia y China pueden ser la vanguardia del nuevo orden. La suya es una asociación estratégica. Solo ellos, también, pueden protegerse mutuamente.

De adentro «Hacia Afuera»

Tales propósitos fueron ratificados durante el encuentro de octubre pasado entre los líderes Vladímir Putin y Xi Jinping, a propósito de la visita del primero a Beijing para participar en la reunión de los países asociados a la iniciativa china de la Franja y la Ruta de la Seda.

Entonces, el Presidente ruso manifestó el interés de seguir fortaleciendo la asociación integral y la cooperación estratégica con China. «Nuestras relaciones están al más alto nivel de nuestra historia centenaria y tienen un impacto en la configuración de la agenda global, en la lógica de la multipolaridad», afirmó.

Por su lado, Xi exaltaría la creciente «confianza política mutua» y se pronunció por un esfuerzo conjunto de ambos países para «salvaguardar la equidad internacional» y la «justicia». Para lograrlo, abogó por una «coordinación estratégica cercana y efectiva».

Todo ello explica la importancia de la visita realizada esta
semana a Beijing por el canciller ruso, Serguéi Lavrov, estancia durante la cual ambos países han confirmado esa apuesta por solidificar los nexos.

Obviamente, la alianza chino-rusa debe avanzar fortaleciéndose de adentro hacia afuera; desde la solidez económica hasta las alianzas políticas y las proyecciones estratégicas, que serán más factibles con esa fuerza.

Tras esos derroteros su intercambio comercial ha crecido ya hasta ubicarse en los 200 000
millones de dólares que se habían propuesto y fueron constatados al cierre de 2023, lo que habla del potencial de cooperación que los respalda.

Economía, comercio, energía y conectividad son las líneas sobre las cuales deberá profundizarse la colaboración y los proyectos conjuntos.

Durante su encuentro reciente, el canciller Lavrov y su colega chino, Wang Yi, ratificaron que las relaciones han alcanzado este año, cuando se cumple el aniversario 75 de establecidas, niveles «sin precedentes».

La reelección reciente de Putin en la presidencia rusa asegura la continuidad de esos nexos.

Problema para Estados Unidos

No solo el desarrollo tecnológico de China preocupa en la Casa Blanca por la competencia que significa, y razón por la cual ha desatado una guerra no declarada contra Beijing, respondida ataque por ataque, que no ha logrado detener el avance de la nación asiática en lo relacionado con la computación y la cibernética aplicadas a la industria.

Al temor de una superioridad china en tales áreas se une la alianza con Rusia. Una vez más, como lo ha hecho desde el estallido del conflicto Moscú-Kiev, Washington ha intentado vanamente «advertir» a Beijing para que se aleje de su socio, en un momento crucial para el conflicto con Ucrania: una guerra que se mantiene sostenida, únicamente, por la ayuda de Washington y la Unión Europea a las posiciones de Volodímir Zelenski, y que Rusia ha enfrentado sola.

Según EE. UU., China debe abstenerse de comerciar con empresas rusas «relacionadas» con la esfera militar.

La advertencia fue reiterada apenas el canciller Lavrov puso pie en Beijing, cuando la jefa estadounidense del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, subrayó que ni China ni EE. UU.  quieren que el comercio de la nación asiática con Rusia «se convierta en un obstáculo» para las relaciones bilaterales entre la potencia y China.

Además de esa velada amenaza, Yellen fue más dura al augurar «graves consecuencias» si las empresas chinas proporcionaban apoyo a Moscú «para la guerra».

«No nos quedaremos de brazos cruzados», enfatizó.

La respuesta del gigante asiático fue contundente y la hizo saber la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, quien afirmó que el país protegerá sus intereses y los de sus empresas de la interferencia extranjera.

«Las relaciones entre China y Rusia no deben ser atacadas ni difamadas», exigió.

Remando juntos

Desde luego, los asuntos internacionales estuvieron en la agenda de los encuentros sostenidos por Lavrov en China, partiendo del conflicto entre Rusia y Ucrania. Nadie puede decir que Beijing esté apoyando materialmente a Moscú.

En tal sentido, Wang Yi expresó el deseo de que el conflicto pueda extinguirse lo antes posible, y ratificó lo que dijo un día antes su ministerio: «China siempre se ha adherido a una posición objetiva y justa, y ha promovido activamente las conversaciones de paz y un acuerdo político».

Según trascendió, Beijing habría manifestado su respaldo a una conferencia internacional de paz reconocida tanto por Moscú como por Kiev, distinta a las conversaciones propuestas por Zelenski, que excluyen a Rusia.

Dada la importancia del intercambio comercial, profesional y tecnológico entre Beijing y Moscú, la región euroasiática se ha convertido en uno de los ejes de la geopolítica mundial. Foto: Les Echos

La adhesión al principio de no alineación, no confrontación y no ataque a terceros, la cooperación con beneficio mutuo y la promoción de la multipolaridad fueron presupuestos planteados por el Canciller chino que respaldó la parte rusa.

El mundo debe agradecer que así sea. China y Rusia deben seguir constituyendo el valladar junto al cual podemos alinearnos, y estamos a mejor resguardo los países pobres.

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